lunes, 13 de junio de 2016

Nota sobre el maquiavelismo



Afirmaba Carl Schmitt que si Maquiavelo hubiese sido maquiavélico habría escrito una preceptiva moral para los príncipes, en lugar del Príncipe. Hay quien no ha entendido esto en absoluto y considera que ser maquiaveliano es decir al adversario: "fíjate lo malo que soy", "mira que te puedo engañar". Hay ejemplos cercanos de este contrasentido falsamente astuto y profundamente ingenuo.
Hay por ahí quien afirma conforme a este "maquiavelismo" de andar por casa que los fines hermosos se alcanzan por medios feos. Pues bien, ese no es el maquiavelismo de Maquiavelo, sino el de los enemigos teóricos y políticos absolutistas de Maquiavelo. Las feas cloacas por donde algunos opinan que debe pasar la política no son, como cree algún apresurado lector de Maquiavelo, las cloacas del propio Florentino, sino muy exactamente las de sus enemigos. Desde Descartes a Giovanni Botero, la teoría de la razón de Estado se ha basado en esa razón superior de los principes, cuyo modelo es la del propio Dios, capaz de ver más allá de los medios -a veces inmorales- el fin que los hace necesarios. Es la lógica de las teodiceas, de las justificaciones teológicas del mal en el mundo que reducen el mal a instrumento necesario del plan divino.


La lógica de Maquiavelo es otra, y tal vez la inversa, pues para él no hay trascendencia alguna del soberano, ni fines trascendentes tampoco: Maquiavelo es un materialista riguroso, un buen discípulo de Lucrecio, es también un republicano y un demócrata. Maquiavelo reivindica la libertad del ateismo, no la del Dios ominipotente ni la del monarca absoluto, frente a los valores. La lógica materialista de la guerra, del encuentro de las potencias que se enfrentan o se asocian sin justificación ni fin moral alguno, impide precisamente cualquier justificación trascendente. En el plano de la guerra "todo es vulgo", nadie tiene una perspectiva moral "superior" a la propia potencia que puede articular. Toda la potencia de un príncipe es potencia de la multitud: absolutamente nada más. Por eso, el amoralismo polémico de Maquiavelo es democrático y revolucionario y la razón de Estado que justifica los medios infames por el fin "superior" perseguido por el príncipe es ensueño absolutista de un poder que no sea relación. Ensueño triste y moralista.

No hay comentarios: