martes, 4 de diciembre de 2018

Andalucía: de como el fin de un partido-Estado engendra una extrema derecha

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El fin de un partido-Estado engendra una extrema derecha

Los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas celebradas el domingo pasado rompen con la inercia de un gobierno regional del PSOE convertido en un auténtico partido-Estado. No se pueden minimizar los efectos incluso sociales de la debacle : si se eliminan los cargos de designación política nombrados por el PSOE andaluz 25000 personas perderán su puesto de trabajo. El gobierno del PSOE en Andalucía no era un gobierno ordinario sino un auténtico régimen basado en el clientelismo, esto es en el intercambio sistemático de protección o favores por obediencia. Son importantes los niveles de corrupción de este régimen que se ha mantenido sin interrupción desde 1978 hasta ayer. 40 años : no es la duración de un gobierno democrático normal sino la cronología de un régimen, tan duradero como el franquismo. El poder de un régimen clientelista se basa en la posibilidad de recompensar la obediencia con favores. Durante muchos años esto fue posible, lo cual permitió hacer del gobierno del PSOE andaluz un auténtico « amortiguador social » indispensable en una región con inmensas desigualdades, sobre todo en tiempos de crisis. Todo empieza a degradarse, sin embargo, cuando ya hay menos fondos que repartir : es lo que ocurrió con la última crisis. Con la austeridad empezó un fuerte desgaste de este sistema de poder.

Podemos y su liderazgo andaluz representado por la figura de Teresa Rodríguez, miembro del sector Anticapitalista, intentó aprovechar la ventana de oportunidad de la crisis y del 15M y otras formas de resistencia social para arrebatar al PSOE la hegemonía. Si en algunos casos pudo obtener éxitos significativos, como en el ayuntamiento de Cádiz, en general, no logró estos objetivos, tal vez por la dificultad inherente a toda estrategia de ruptura dentro de un marco político fuertemente clientelar. En la legislatura anterior, el Podemos andaluz no dio su apoyo a la presidenta socialista, Susana Díaz, que ha gobernado hasta hoy con el apoyo de Ciudadanos, el nuevo partido de la derecha.

El Partido Popular es en Andalucía el heredero de una red clientelar, la de los terratenientes y los caciques tradicionales, red que sigue existiendo hoy incluso bajo la hegemonía de la red clientelar del PSOE. Es una derecha franquista, católica integrista y con una tradición « guerracivilista », aunque algunos sectores suyos han sabido también modernizarse. El PP también sufrió el domingo una pérdida de votos y de escaños, eco probablemente del desgaste a nivel nacional de un partido identificado con la corrupción. Votos y escaños fueron en parte a Ciudadanos y en otra parte sustancial al nuevo partido emergente de la extrema derecha, Vox. Vox es la novedad : en España la extrema derecha había subsistido en los entresijos del Estado, pero no llegó a constituir por ello mismo un partido político autónomo. La conjunción de la crisis catalana y del paso a un primer plano del tema de la inmigración ha propulsado a un partido casi inexistente hace unos meses a un 12 % de los votos. Vox, un partido contrario a la inmigración, ha obtenido excelentes resultados en zonas cuya economía se basa en la mano de obra inmigrante. Obviamente su interés real no es que no haya inmigración, sino que esta sea ilegal para poder mantener la « agricultura del plástico » basada en la extracción de plusvalía absoluta mediante formas brutales de explotación.

El resultado de las elecciones del domingo en Andalucía es también efecto de una abstención masiva, superior al 44 %. Una abstención que castiga sobre todo a la izquierda. Por un lado está el desgaste de Susana Díaz, pero por el otro el lastre sufrido por la candidatura de Podemos e IU (Adelante Andalucía) comprometida por la estrategia madrileña de Podemos a apoyar un gobierno del PSOE. Por otro lado, factores como la crisis catalana han podido determinar un traslado de votos de sectores de clase media que antes apoyaron al PSOE hacia Ciudadanos e incluso hacia Vox. De este modo, una región que fue « de izquierdas » desde la transición hasta hoy ha pasado a contar con una mayoría parlamentaria de derechas. Todavía todos los juegos están abiertos : es posible que no se forme una coalición abierta de las tres fuerzas de derecha y derecha extrema, pues Ciudadanos no puede permitirse una alianza abierta con Vox si quiere mantener sus contactos con el partido liberal europeo. Es posible un gobierno de Ciudadanos apoyado por el PSOE, como es posible también un gobierno PP-Ciudadanos apoyado desde fuera por Vox. De todas formas, la extrema derecha, y este es el principal resultado de las elecciones andaluzas, ha entrado en la política española con dos rasgos que su anterior confusión con el aparato de Estado hacían invisibles, al no estar políticamente tematizados, siendo meros objetos de prácticas administrativas « discretas »: el nacionalismo español y la xenofobia abierta.





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