domingo, 5 de diciembre de 2010

Alarma de Estado: el plante de los controladores y la ficción de la soberanía




„Non est potestas Super Terram quae Comparetur ei
(No hay poder sobre la tierra que se le compare")
Job, 41,24
"Quien le echa un pulso al Estado pierde"
A. P. Rubalcaba







1.
La rabia con que cierta izquierda de tradición laborista (estalinista, eurocomunista o socialdemócrata) está respondiendo al conflicto de los controladores aéreos no sorprende. Su posición es la de la defensa de
los intereses residuales de un tipo de trabajador hoy minoritario (el trabajador con contrato indefinido del fordismo), muy en particular de los intereses particulares de sus representantes políticos y sindicales autoproclamados. Estas organizaciones pretenden enfrentar al trabajador modélico del fordismo con lo que hoy es ya la mayoría de los trabajadores: precarios, intermitentes, incluso parados, trabajadores cognitivos, domésticos, afectivos etc. Formas de trabajo todas ellas  que desconocen los límites de la jornada laboral y del centro de trabajo, pues corresponden a un trabajo difuso en el tiempo y el espacio. Cuando enfrentan a una auténtica "clase obrera" -en desaparición- con el trabajo social difuso postfordista, algunos de los representantes de la antigua clase obrera se convierten en los más preciados aliados del capital y de sus gobiernos en su lucha contra el proletariado realmente existente.

2. 
Los controladores aéreos son unos trabajadores de un tipo muy particular. Son fundamentalmente trabajadores de la atención, con una altísima responsabilidad sobre la seguridad y la vida de los viajeros.
Su tiempo de trabajo es a la vez dilatado (muchas horas de presencia), intermitente (necesidad de pausas para mantener la capacidad de atención necesaria) y sumamente intenso (atender a los movimientos
simultáneos de 60 aviones en Barajas...). En eso se asemeja, por ejemplo al de los intérpretes. Su fuerza de trabajo es por ello mismo una mercancía escasa en el mercado laboral. Por otra parte, su posición clave en el sistema de flujos de circulación rápida de mercancías y de personas les ha permitido presionar eficazmente para mantener y mejorar sus salarios (aunque en los último años, y particularmente en los últimos meses, ha aumentado su tiempo de trabajo con numerosas horas extras no voluntarias). La conjunción de estos dos factores explica que sus sueldos sean elevados. Sin embargo, el que sean bastante superiores a la media obedece también al hecho de que los salarios de la mayoría de los otros trabajadores llevan 30 años estancados, cuando no se han visto drásticamente cercenados. Tal vez, si se hubiera dado una progresión de los demás salarios en consonancia con la productividad del trabajo y la inflación, existiría ahora una diferencia menor entre los sueldos de los controladores aéreos y los del resto de la población asalariada.

Los controladores aéreos constituyen por consiguiente un ejemplo a seguir para todos los demás trabajadores. Ciertamente no corresponden al tipo genuino del "proletario con conciencia de clase", no son esos trabajadores de los que dice López Arnal en un artículo publicado en Rebelión que "cuando los trabajadores van a la huelga no lo hacen por no trabajar sino por hacerlo en condiciones dignas. Aspirando a ser tratados como seres humanos, no como piezas de un mecanismo diabólico e injusto.". Sería por lo tanto absurdo e indecente según el moralismo "laborista" que los trabajadores fuesen a la huelga por trabajar menos o por ganar mucho más, o para dejar de ser trabajadores y asalariados apropiándose de los medios de producción. Los controladores son por ello un muy mal ejemplo de indocilidad por parte de los trabajadores, desde el punto de vista del capital y sus gobiernos, pero también de las organizaciones que no tienen ninguna perspectiva que vaya más allá de la identidad obrera y de la "dignidad" del trabajo asalariado . De ahí que López Arnal se apresure a excluir a los controladores aéreos, cuya huelga califica de "huelga burguesa", del mundo del trabajo, pues: "no dan ninguna señal de querer pertenecer al movimiento obrero ibérico, de cultivar los ideales ilustrados de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ellos no son obreros, son trabajadores especializados de cuello blanco; no se ensucian, no tienen nada que ver con los trabajadores de la construcción o con las trabajadoras de los call center." Afortunadamente, existen otras voces entre las organizaciones sindicales, que son capaces de evitar la trampa hoy tendida a los trabajadores.

3. 
La militarización de los controladores aéreos aprobada por el gobierno socialista no es, con todo, una sorpresa.  No sorprende el grado de docilidad, hija de la costumbre, con que se está aceptando el “golpe de Estado social” del gobierno del PSOE, quien, por primera vez depués de la muerte del fundador del actual ordenamiento político español, ha declarado un Estado de alarma para hacer frente a un conflicto laboral. No es esta, por cierto, la primera vez que la socialdemocracia española toma medidas radicales contra los trabajadores a fin de establecer condiciones más favorables para el capital. El gobierno de Felipe Gonzalez fue el reponsable de la mayor reestructuraciópn industrial de la historia reciente. En España la labor que en otros países desempeñaran Thatcher, Reagan o Pinochet corrió a cargo del primer partido de la “izquierda”. Su ministro de industria de la época, Carlos Solchaga, afirmaba, emulando el “enrichissez-vous” ("enriquecéos") de Thiers que “España es el país del mundo donde es más fácil hacer dinero”. Sin duda, lo era y lo es para quienes ya tienen mucho. Un general del ejército español llegó a explicar al autor de este blog en una conversación privada a principios de los 80 que, aun siendo de derechas, los militares estaban contentos con que el PSOE gobernase, pues una reestructuración industrial de esas dimensiones con un gobierno de derechas podría haber supuesto una revolución social. La cínica lucidez del general definía correctamenter la función del PSOE en la transición: hacer pasar como medidas progresistas las principales reformas neoliberales. Ya en los años 80, los responsables económicos del PSOE hablaban de los “privilegios” de los trabajadores. El más escandaloso era disponer de un empleo con contrato fijo y contra él se activó todo el aparato del gobierno y del partido con notable eficacia. Hoy, la mayor parte de los puestos de trabajo que se crean se rige por contratos a tiempo definido o por formas precarias de contractualidad. El resultado de esto es que, una vez declarada la última crisis, España fue el país que más puestos de trabajo perdió en menos tiempo y el que ostenta el récord absoluto de desempleo en la UE.

Aún así, la lucha contra los “privilegios” no había ido lo bastante lejos y el gobierno “progresista” de Zapatero ideó no ya salvaguardas contra el despido como correspondería a una socialdemocracia digna de ese nombre, sino subvenciones al despido en favor de las empresas...Además, para mantener debidamente intimidado al ya nutrido ejército de reserva de trabajadores que cuenta con la bonita cifra de 4.100.000 exponentes y sigue creciendo, el gobierno socialista español suprimió la ayuda de 460 euros para los parados sin subvención. Los mercados están ya más tranquilos, a la espera de lanzar la siguiente ofensiva depredadora contra los títulos de deuda del Estado español. En este contexto de denodada lucha del gobierno socialista contra los supuestos privilegios...de los trabajadores y en favor de los muy reales privilegios del capital, surgen el plante masivo de los controladores aéreos y las medidas de excepción del gobierno.

4. 
Las medidas de excepción, que se concretan en la declaración por quince días del Estado de alarma, se presentan como una firme toma de control de la situación por parte del ejecutivo español en nombre de la defensa de los usuarios frente a un colectivo profesional priviluegiado e irresponsable y del mantenimiento de la buena imagen exterior del país. Rubalcaba resumía el espíritu de las medidas con la energía de un nuevo Fraga Iribarne: "quien le echa un pulso al Estado pierde". Atacando a los controladores aéreos, el gobierno tiene la seguridad de ganarse la simpatía de los usuarios, pero también la de la izquierda laborista y fordista, para la cual el resentimiento contra un colectivo "privilegiado" hace las veces de conciencia de clase; de una muy peculiar conciencia de clase que se traduce en un patriótico llamamiento a arrimar el hombro junto a la patronal y el gobierno para recuperar el crecimiento y el empleo. El terror provocado por la militarización y el estado de alarma ya ha permitido "normalizar" la situación de los aeropuertos, aun a punta de pistola. Es ciertamente un resultado apreciable. Otro es la lección que por anticipado se emite a quienes pretendan bloquear los flujos de transporte y comunicación esenciales para el funcionamiento del capitalismo postfordista. La próxima huelga general que intente bloquear el conjunto del espacio social metropolitano puede recibir una respuesta particularmente firme.

Con todo, mediante esta exhibición de "fuerza", el gobierno español intenta ocultar con gesticulaciones su apabullante debilidad. Debilidad ante el capital español e internacional que se expresa en sus varias series de concesiones para "calmar a los mercados": reforma laboral, reducción de los sueldos en la función pública, privatizaciones, subsidios al despido, eliminación de ayudas a los parados, y próximamente, si nadie lo evita, una brutal reducción de las pensiones. Todas estas medidas son en principio contrarias a la supervivencia de un gobierno socialdemócrata, salvo que este haya optado clara y definitivamente por una tercera vía semejante a la de Tony Blair en el laborismo británico, consistente en prescindir cada vez más de un voto obrero y popular que se dirige a la abstención o a la extrema derecha, en favor de una competición con los partidos conservadores  por el voto del electorado tradicional de la derecha. Para ello es importante dar una impresión de fuerza del Estado, de ejercicio de la soberanía, pues, nuestros socialistas saben perfectamente que, como afirmaba el gran jurista -y deleznable cómplce del nazismo- Carl Schmitt: "Soberano es quien decide sobre la situación de excepción" (C. Schmitt, Teología política). Decidir sobre la situación de excepción es hoy reconocer la peligrosidad del "mal ejemplo de los controladores" para el conjunto de la población y tomar las medidas de excepción correspondientes.

Como, por otra parte, el ejercicio de la soberanía frente a los intereses de los poderes financieros es estrictamente imposible si se aceptan  las condiciones del capitalismo mundializado, la actuación "soberana"debe desplazarse a un objetivo menos peligroso. De momento, intervención soberana que restablece el orden legal y constitucional se ejerce sobre los controladores aéreos e indirectamente sobre el conjunto de los trabajadores del Estado español. De esta manera, ese triste apéndice del capital globalizado que es el gobierno de España puede permitirse lucir un poco creíble disfraz de Leviatán, afirmándose como soberano allí donde ya no pueden ejercer ni el ejecutivo ni ningún otro de los poderes del Estado la más mínima soberanía efectiva. Lo que ocurre es que todo tiene sus límites y que no es posible militarizar al conjunto de la sociedad, ni gestionar la fuerza de trabajo mediante el simple terror dentro de un régimen postfordista en que el tiempo y el espacio del trabajo y por consiguiente el tiempo y el espacio del conflicto y del bloqueo de los flujos mercantiles cubre el conjunto de la sociedad. A lo mejor, con un poco de suerte, Julian Assange ha introducido algún "secreto de Estado" del gobierno español en su florilegio de chismes:de Wikileaks esto quizá pueda regalar alguna escama al lamentable disfraz del patético Leviatán hispánico.

21 comentarios:

Paco Piniella dijo...

Vaya gazpacho mental, me hubiera gustado verte en un aeropuerto como nos hemos visto nuestra familia y perder el dinero y el tiempo y el descanso.
He sido marino mercante con guardias y eso sí era estrés no lo de estos tipos frente a un radar. Esta gente no tiene excusas, ha cometido un delito y punto, han abandonado su puesto de trabajo a sabiendas del daño que iban a hacer.

KlingonCome dijo...

Lo que dice Paco me recuerda a cuando el padre de Mari Luz pretende dictar la política penitenciaria del país; o cuando la AVT intenta que sus dictados sean los únicos escuchados en materia antiterrorista.

Julien Lahaut dijo...

Jaja, Paco. Por que no abandones de pensar, porque tu gazpacho mental no es nada comestible. Y tus eructos a lo mejor son legal, pero huelen podridos.

Anónimo dijo...

Me llama la atención la rapidez con la que los que están a favor del golpe militar a la soberanía aérea española comentan en páginas y bitácoras que dada la ideología que reflejan sus palabras no deberán conocer ni visitar, más que nada por falta de interés. Lo mismo que a un entomólogo es probable que le interese poco el aeromodelismo (habrá unos pocos), a un derechista radical no creo que le interesara mucho esta bitácora, a menos que estuviera troleando, o le pagaran por ello.

Iohannesmaurus dijo...

Interesante lo que afirma el Sr. Piniella. Adopta la perspectiva de la víctima, pero elige al más insignificante de los verdugos, aquél que, como los controladores aéreos sólo lo es accidentalmente, y no de manera constante y estructural como el capital y sus gobiernos.
Ciertamente, todo trabajador molesta a alguien cuando hace huelga: si hacen huelga los panaderos, no hay pan, si la hacen los guardias de tráfico, la circulación urbana es un caos, si la huelga se produce en la construcción, tardarán más en entregarse los pisos etc. Toda huelga molesta a alguien: al patrón, en primer lugar, que pierde beneficios y al consumidor que no ve satisfecha su demanda , en segundo lugar.

Todo trabajador que se pone en huelga sabe el daño que va a hacer, pero lo hace para defenderse de un daño mayor que a él o al conjunto de la sociedad se le está haciendo. Negarse a soportar las consecuencias de un movimiento social es oponerse sencillamente a cualquier resistencia de los trabajadores y aceptar un poder totalitario del capital.

¿Por qué no se preocupa el Sr. Piniella de la gigantesca alarma social que provocan los especuladores y los bancos? ¿Por qué no solicita que se declare el estado de alarma para nacionalizar los bancos e intervenir los mercados de valores? Creo que los poderes financieros están haciendo miles de veces más daño que los controladores y lo van a seguir haciendo, a pesar del estado de alarma hoy vigente. Optar por atacar a los controladores es ocultar la propia impotencia de la "izquierda" en que se sitúa el Sr. Piniella ante fuerzas que sí que convendría meter en cintura y ante las que un Estado democrático -el nuestro no lo es- debería tomar medidas radicales.
Esta interesada confusión sí que es un salmorejo mental.

madab dijo...

Felicidades J. Brown por este atinado y justo análisis de la situación o conflicto (social) abierto con los controladores, y que coincide con el mío propio al cien por cien de este tema (y es que suelo coincidir con sus valoraciones o análisis con mucha frecuencia: le felicito multiplicadamente, pues).

Yo estoy escandalizada por por 3 cosas: 1) El gobierno lleva tiempo preparando y atizando un conflicto de tipo social entre los controladores y la sociedad, cuando se podría resolver laboralmente. Me preguntaba porqué lanzaba a toda la sociedad contra ellos, si lo que ha hecho es darles un corte de manga a sus demandas y optó por rebajarle el sueldo y aumentar la carga de trabajo, y no lo dice. Ahora lo entiendo, buscaba rebajar su costo laboral porque lo van a privatizar, ya no lo ocultan. Y coincido plenamente con la descripción de esta profesión como de vigilancia estratégica y cuidadosa,además sin horarios homogéneos, como hoy se quejaba una de sus trabajadoras, por algo se jubilaban a los 52 (y los polis también ¿o no?. Por cierto en Rumanía las mujeres se jubilan a los 50 y en Cuba a los 55, porque se les reconoce como trabajo su actividad del cuidado o del hogar, algo que nadie reconoce en ninguna sociedad, pero de esto también convendría hablar en estas democracias de ficción capitalistas).

2) Estoy de acuerdo con usted cuando contextualiza el caso a nivel general o del marco de las relaciones de producción: porque me comparo con ellos y me pregunto cómo es que la gente les insulta porque ganan más que el promedio, cuando eso es lo que deberíamos tener claro todos los trabajadores asalariados, que las rentas del trabajo están decayendo y suben las del capital desde hace muchísimo tiempo. La alienación es una estrategia sublime, porque impide ver al verdadero causante del problema, y desviar el foco a otra parte;

3) Que la militarización del marco laboral es un precedente (espantoso) para otros: la fascistización del mundo laboral, que, una vez realizada, se puede hacer en la universidad, escuelas, hospitales, metro, TVE, etc.

La calificación de López Arnal de "trabajadores burgueses" a los controladores, es pueril o simplista, y no lo esperaba de él, porque igualmente se le puede aplicar ese calificativo a los profesores universitarios (gremio en el que se encuentra él), a los médicos, a los gerentes de empresas públicas o privadas, a los analistas, a los ingenieros, arquitectos, a los políticos, a los artistas, a todo el mundo que no sea un obrero u obrera de cualificación media o baja cuyos salarios son más bajos que las clases medias, pero con el posfordismo y globalización ya la cualificación ha dejado de definir las diferencias salariales, ahora ya las nuevas generaciones son todas proletarias, luego la lucha de los controladores será la "última" lucha de las de antes. Por cierto, el silencio de los sindicatos funcionalistas (ayer de clase) es sonoro ¿no les parece?

De nuevo, ha sido un excelente artículo que da una buena lección de sentido común y sin perder la orientación clarividente del análisis de clase, como casi siempre lo hace.

Magdalena

Anónimo dijo...

Pero la huelga no ha existido.

Nadie convocó ninguna huelga, se fueron del trabajo, alegando una enfermedad que no existía.

Anónimo dijo...

¿porqué no han declarado huelga legal? ¿por qué no han acudido a los tribunales? ¿Pueden 2.000 personas adueñarse de la seguridad del espacio aéreo de todos?

Iohannesmaurus dijo...

A los dos últimos anónimos:

Los controladores no han puesto en peligro la seguridad de nadie, pues antes de su plante no dejaron ningún avión sin aterrizar. Tampoco se pusieron en huelga: hicieron otra cosa que fue desertar de su puesto de trabajo. Para una apología de la deserción, les invito a leer un excelente y breve texto de mi amigo Akis Gavrilidis: (In)movilizaciones: http://rebelion.org/noticia.php?id=114798
Es importante ir aprendiendo estas nuevas modalidades de resistencia al poder patronal: la deserción y el bloqueo de los flujos de mercancías e información, en lugar de los clásicos enfrentamientos. Bloqueo y deserción son para el trabajador postfordista lo que era la huelga para la clase obrera industrial.

Unknown dijo...

Lo de los controladores nos ha pillado a muchísimos muy descontrolados, menos a los perros guardianes de este desgobierno en el Reino FrancoBourbónico de los Bribones.

El presunto análisis de Juan Marrón no deja de ser un frustrado intento. Y hasta él debiera de saberlo si no fuera porque el aprendizaje de esa semántica le ha llevado tantos años que resulta muy complicado tirarla a la basura.

Alguien que ha hecho algo de esto último no ha sido otro que el Otrora althusseriano/ deleuziano/ marxiano/ negrista Gabriel ALBIAC. resulta conmovedor verle desfilar por los platós de la televisión más rancia y con su opinadera en el diario fascista ABC. Y es que la paternidad mal avenida da para muchos envites...

Hay un cierto tufillo a la hora de enfocar el problema que no se sabe muy bien si ayuda a comprender algo o si lo único que se hace es, una vez más, rondar la ceremonia de la confusión.

Paco Piniella se rebota como turista que se ha quedado tirado en el aeropuerto. Parece que lo de los 5 millones de parados se la trae al fresco. Y como cualquiera podría ver esa parte pudiera ser, quizá, lo mejor de la prosa retórica de Juan Marrón. Presume además de haber sido marino mercante y se regodea con sus sufrimientos para repartir estopa. ¡Ay, la memoria subjetiva cuando se pone como única tabla de salvación multiplicadora!¡¡¡Animalico!!! ni se ha enterado del creativo y origianl bisturí posfordista de la explotadísima fuerza de trabajo que ayuda a controlar el caos aéreo.

Una tal Magdalena -espero que esté tan reconfortante como sana y saludable al modo de aquella que evocara Proust- le agradece a nuestro blogista TODO en plan full. Y parece que sueña todavía en la IMPOSIBLE unidad de todos l@s trabajadores del mundo: ¿se le escapó el último tren repleto de banderines de enganche (rojo, of course)?

Lo más serio es ¿el recuerdo en clave de advertencia de lo que dijera el nazi Carl Schmitt? a mi me parece la repetición hasta la náusea sin decir apenas nada. Salvo la del abuso de la etiqueta en plan culturalista citando a un cabronazi de la Injusticia germana.

¿Sabrán los animalicos de los descontroladores en el follón padre en el que nos han metido a todos por su mala cabeza y su torpe desorganización? ¿cómo es que consideraron que personajes tan tontos al modo de Pepín Blanco, tan zafios como el teleñeco Rubalcaba, tan amorfos como el talante de Zapatero lograran una respuesta tan fascista como la francobourbónica Constitución les ampara?

A mi, personalmente, me parece que el Estado de Alarma quedará en cuatro zarandajas. Muy bien aceptadas por este "alegre y congraciado" espíritu de la Paz social. Seguramente en Cádiz se lo estén tomando tan en serio y en plan serie taylorista que las comparsas ya tengan un tema muy "original" para sacarle chispa con mucho arte y aún más (des)gracia para su insufrible Carnaval.

Pareciera que no se cae en la cuenta de que en este Reino FrancoBourbónico se acata cualquier cosa salvo que le toquen temas tan profundos y filosóficos como las fiestas y otras chanzas.

Julio Cabrera dijo...
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Unknown dijo...
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ClaudiaROJA dijo...

La extraña huelga. Gabriel Albiac
Abc, Madrid, lunes 6 de diciembre de 2010

La convocatoria de elecciones es ahora legalmente imposible. Para eso sirvió también la extraña huelga.

«RAYO que fulmina antes de que el trueno pueda ser escuchado», el Estado debe —según Gabriel Naudé— golpear siempre en el silencio y en la sombra. El rayo fulminó anteayer a los controladores aéreos. Sin que, al parecer, percibiesen ronronear sobre ellos tormenta alguna. Los controladores aéreos son, en España, la cabeza de turco perfecta. Sólo a su terca necedad cabe atribuir la completa ausencia de cálculo de los riesgos que ponerse en tal papel de chivo expiatorio acarrea. Y que cabe en un axioma de Carl Schmitt: el eficaz funcionamiento del poder se asienta sobre la acertada construcción de un enemigo, acerca de cuya definición «decide sólo el Estado como unidad política organizada».

Contra la amenaza de ese enemigo, se puede fácilmente soldar a todos aquellos que se reconocen en la normalidad que los enfrenta a aquel que, con indiferencia de sus reales vicios o cualidades, dispara el automatismo de nuestra colectiva alarma, de nuestro recelo o de nuestra antipatía.

Puede que ninguna otra profesión resulte, en España, más antipática que la de controlador aéreo. Sus miembros se lo han ganado a pulso. Con la aquiescencia de gobiernos que jamás abordaron la tarea de abaratar el mercado, acabando con el control gremial del acceso al oficio. Convertidos así en casi una casta, poco pueden reprochar a otra más poderosa —la de los políticos— que haga uso sacrificial de ellos, ahora, para lavar parte de sus propias culpas ante un electorado furibundo.

La cronología de este fin de semana tiene valor didáctico: el viernes aprueba el Gobierno medidas que rompen los acuerdos a los que hace meses llegó con los controladores; esa misma tarde comienza la huelga; a la mañana siguiente, con el cielo español ya bloqueado, el Presidente toma la decisión —prevista en la Constitución, artículo 116.2, y la Ley Orgánica 4/1981, artículo 4— de implantar el Estado de Alarma. Lo asienta sobre dos de sus supuestos (4c y 4a): «paralización de servicios públicos esenciales», más «catástrofes, calamidades o desgracias públicas», ya que el apartado 4c no puede ser aplicado sin la concurrencia «de alguna de las demás circunstancias o situaciones» que contemplan los otros tres apartados del artículo. Cabe cierta duda en cuanto a comparar el caos de viajeros con los ejemplos de «catástrofe, calamidad o desgracia» que enuncia la ley, «tales como terremotos, inundaciones, incendios forestales o accidentes de gran magnitud». Pero supongamos que sea homologable; se trata, al fin, de términos lo bastante polisémicos.


En lo que no hay polisemia ni puerta abierta a la interpretación es en lo que para el «Estado de Alarma» dicta el artículo 116.5 de la Constitución: "No podrá procederse a la disolución del Congreso mientras estén declarados algunos de los estados comprendidos en el presente artículo». Lo cual, tras la declaración de continuidad que —en ausencia del inexplicadamente desaparecido Presidente Rodríguez Zapatero— realizó el domingo por la tarde Pérez Rubalcaba, despeja, al menos, una incógnita: la convocatoria de elecciones anticipadas es ahora legalmente imposible. No haya alarma. Para eso sirvió también la extraña huelga. Rayo que fulminó. Sin trueno.

ABC - Opinión

Julio Cabrera dijo...

A mayor aclaración:
Tengo la sensación de que John Brown o el “Marrón de Juanito”, lo mismo que los controladores aéreos y el mismísimo Reino de Jesucristo no es de este Mundo. Se refiere a los controladores o, mejor llamarlos secuestradores aéreos, como clase trabajadora. Puestos así debería acudir también en la defensa de los vilipendiados altos directivos de los mercados especulativos financieros, que sin ser propietarios perciben salarios similares, y concluir asimismo de que estos señores no es que ganen mucho, sino que los trabajadores ordinarios, al contrario de estas élites del curro, ganan poco por culpa de su pasividad y falta de lucha en los últimos 30 años. Y, aunque lo parezca, no es la tesis del Sr. Marrón el repertorio cómico de un partícipe en el Club de la Comedia. Sin embargo, el improvisado cómico desconoce que esos señores a los que defiende, nada tienen que ver que con la clase trabajadora, pues son una casta selecta que han controlado no ya el espacio aéreo, sino toda la gestión organizativa de AENA para sus fines y provecho, lo mismo que esos altos directivos que sin ser propietarios. ¿lo sabía?, controlan las entidades financieras especulativas, y parece desconocer que el Ente público sólo tenía la potestad funcional de recaudar dineros para asegurarles los altísimos sueldos de entre 350 mil y hasta 900 mil euros/año, cosa que para el Sr. Marrón está al alcance de la voluntad de cualquier currante que se lo proponga, a pesar de que esas prebendas las hayan conseguido mediante la extorsión tomando como rehenes a los ciudadanos durante 30 años de Estados de Alarma declarados unilateralmente en los aeropuertos, y a los que impedían coercitivamente la libre circulación, que es un derecho fundamental recogido en el artículo 19 de la Constitución Española. En fin, el Sr. Brown aboga por la defensa de los Señores Feudales del Control Aéreo, desde su novedosa concepción “revolucionaria” de la clase trabajadora.

Julio Cabrera dijo...

Otra puntual aclaración:
Sepa el Sr. Marrón que los bienes económicos no son infinitos, de ahí que la Economía como ciencia se ocupe de la asignación de recursos escasos, limitados y en ningún caso infinitos. Por tal motivo si unos ganan mucho siempre será a costa de otros, a los que se detrae de sus limitadas rentas, vía tasas aeroportuarias, por ejemplo, la cuota parte que satisfaga las avariciosas e insaciables exigencias de los controladores aéreos, abusando de su poder de extorsión a toda la sociedad al tener en sus manos la llave de la despensa. De ahí que su tesis resulte tan cómica como la de un "revolucionario" de su escuela, al que le oí decir en una campaña electoral que él acabaría con la pobreza repartiendo entre el pueblo el dinero del Banco de España. Usted le emula cuando cree que todos los trabajadores de a pie, si fueran tan "aguerridos" como los controladores o secuestradores aéreos, alcanzarían niveles salariales para colmatar con chalets La Moraleja.

Iohannesmaurus dijo...

El Sr. Cabrera -y no hago juegos de palabras estúpidos con su nombre o pseudónimo- ignora probablemente, entre otras muchas cosas, en qué sentido se está produciendo últimamente la transferencia de riqueza. No creo que quepa aspirar a un chalé en la Moraleja, pero con un sueldo decente, servicios de sanidad gratuitos y universales, un excelente sistema educativo y un buen sistema de pensiones, así como, por supuesto, con la dignidad política de no vivir en una dictadura de los poderes financieros, sino en una democracia, muchos nos conformaríamos.

Cuando el gobierno arremete contra los controladores aéreos no lo hace por acabar con sus privilegios supuestos o reales, sino para ensayar una ofensiva generalizada contra los derechos de todos los trabajadores. Por lo demás, además de recomendarles un mínimo de respeto y urbanidad, les aconsejaría a Vd así como a la Sra. Claudia Roja que se informasen un poco sobre las condiciones de trabajo reales de los controladores y su supuesto "feudalismo". Lo único real son los buenos sueldos, lo demás es intoxicación.
Sobre el artículo de Albiac sólo diré que su conclusión es sencillamente absurda.

Julio Cabrera dijo...

Sr. Brown: Sin juegos de palabras a sabiendas de que mi apellido es Cabrera, y del me siento humildemente satisfecho porque lo fue también de mi padre, mi abuelo, bisabuelo..., y no me apetece disfrazarlo. Conozco muy bien, y mucho mejor que usted, cuales son y han sido las condiciones de trabajo de los controladores aéreos, así que le recomiendo que sea usted el que se tome la molestia de informarse adecuadamente. Sólo me resta, en vista de que no responde ni a una sola de las cuestiones de fondo planteadas, salvo con un enigmático "en qué sentido se está produciendo últimamente la transferencia de riqueza", recordar a Jorge Luis Borges para decirle: "esto señor, es una digresión; espero su argumento”

Carlos CM dijo...

Como yo no soy “oudeis”, yo sí me permito juegos de palabras: “el señor Cabrera se cabrea”…Curioso que pida argumentos siempre el que menos valora los argumentos -y nunca los da-. Curiosa la pose de indignación del que ha empezado a burlarse primero (y ello a pesar de la exquisitez de JB, que no se burla de su “Cabrera” sino que le sugiere, si bien con ironía, también con cordialidad, un poco de simple educación y buenos modos).

Es significativo también ver alguna crítica que muestra su impotencia al poner la buena construcción del discurso como prueba de sospecha…Me refiero a esta no menos curiosa declaración de “Maldito”: “El presunto análisis de Juan Marrón no deja de ser un frustrado intento. Y hasta él debiera de saberlo si no fuera porque el aprendizaje de esa semántica le ha llevado tantos años que resulta muy complicado tirarla a la basura”

El lenguaje es, en efecto, un aprendizaje costoso…y nos debemos resistir a tirarlo a la basura, como quisieran algunos poderosos. Quizás lleguen los tiempos en que se persiga al obstinado que quiera ser riguroso en su uso. Hablo de un rigor intelectual, claro, no un rigor digamos militar. De ese pensamiento riguroso se obtiene la mayor libertad, como decía Paul Valery. Agradezco a “oudeis” su valiosa aportación.

Cordialmente.

Julio Cabrera dijo...

Todos los días sale a la calle alguien como un tal Carlos CM para demostrarnos a todos que aún en el siglo XXI ejerce vocacionalmente el oficio de bufón, y como los bufones, Carlos CM no tiene apellido del que sentirse ni tan siquiera medianamente satisfecho. Pero como se dice de los ignorantes, Carlos CM es un gran atrevido y por ello intenta ridículamente, sin conseguirlo, hacer un juego "intelectual" ¡y dos huevos duros!, con un apellido que está muy por encima de la única y maltrecha neurona que él recibió como herencia de sus ancestros. No me oculto detrás de un seudónimo para obnubilar al personal, pero sólo los indocumentados confunden el juego de palabras hecho con un seudónimo, con lo que él trata de hacer desde su torpeza, sin lograrlo, con un apellido real.

Al "desapellidado" Carlos, su torpe ceguera le hace ver "pose de indignación" en mi contrarréplica a John Brown, lo que prueba lo de su única neurona en estado decrépito. ¿Sabrá leer el "desapedillado" Carlos? No lo parece, y de ahí que lea indignación donde simplemente se reclama a John Brown que aclare las cuestiones que le habían sido planteadas.

Y la conclusión hecha por Carlo CM es de auténtica traca, es el colofón del más ridículo bufón, que arranca con un galimatías entre el lenguaje y su costoso aprendizaje, adobado de heroica resistencia a tirarlo a la basura como quieren los poderosos, le añade unas gotas de rigor intelectual (cosa imposible en un desneuronado como él), pero sin rigor militar, sin enterarse aún este famélico neuronal de la conocida reflexión "¿cómo puede llamarse a algo inteligencia militar sin insultar a la inteligencia?", o lo que es lo mismo, intelectualmente el rigor militar está descontado, y Carlos CM sin enterarse, y termina la cocción emplatando a Paul Valery, en un batiburrillo propio de Cantinflas.

Iohannesmaurus dijo...

A CM y J. Cabrera: Agradezco a CM haber tomado mi defensa, pero no necesito que nadie me defienda. Les ruego tengan en cuenta que este blog no está destinado a los intercambios de insultos, sino al intercambio de ideas, incluso fuertemente discrepantes. Si quieren batirse en duelo por el honor que asocian a determinados significantes antroponímicos, elijan las armas y determinen la tapia de cementerio más apropiada para ambos.

He publicado en este mismo blog un mensaje con aclaraciones conceptuales acerca de algunas cuestiones que aquí han salido a colación. Si tienen algo que decir al respecto, tengan la bondad de intervenir.

Los próximos mensajes cuyo único contenido sean fuertes dosis de adrenalina y testosterona serán suprimidos sin previo aviso.

John Brown

Carlos CM dijo...

Dirigido a JB: le pido disculpas por mi intervención, que ha ocasionado algo distinto del cruce de ideas... De hecho, de mi parte no tengo inconveniente alguno en que suprima tanto mi intervención como, lógicamente, la respuesta que ha suscitado.

Cordialmente.