La criminología básica nos enseña que, cada vez que empezamos a investigar un delito, debemos preguntarnos por sus circunstancias y motivos y, muy en particular, por quién es su beneficiario. Tratándose del supuesto "pucherazo" del 26J que distrae la atención de mucha gente de debates infinitamente más necesarios cabe preguntarse a quién beneficia, o en la fórmula latina clásica: "cui prodest?" Últimamente cunde por las redes sociales en ambientes de simpatizantes de Podemos, el rumor de que el 26J, la pérdida de votos de Unidos Podemos se debió a un fraude electoral que hizo desaparecer 1.200.000 votos.
Pues bien, si recurrimos al principio de ciencia policial y derecho penal antes mencionado sorprende que, puestos a hacer un pucherazo, este no se haga de manera que satisfaga la ambición de su presunto autor. Si este es el PP, es raro que no se haya otorgado a sí mismo una buena mayoría absoluta, al menos -para disimular un poco- con el apoyo de Ciudadanos. No tiene sentido un fraude brutal para ni siquiera conseguir una mayoría de gobierno. Algo tan arriesgado no aventaja demasiado al autor del delito...
Por otra parte, se habla de la empresa Indra como agente de todos estos males. Ciertamente, a esta empresa se le adjudicó el contrato público del recuento informático de las elecciones de manera más que discutible, pero esto no significa que haya habido fraude: existen mecanismos de comprobación de los datos en todas las fases del proceso de recuento y, si bien pueden existir fallos o pequeños fraudes, es casi imposible un fraude masivo. Por otra parte, se da el dato curioso de que la empresa Indra es la que organizó el recuento de votos en varias elecciones venezolanas bajo la presidencia de...Hugo Chávez, y es sabido el cuidado exquisito que pusieron los gobiernos de Chávez en que las elecciones fueran absolutamente impecables y recibieran el aval de ONGs de transparencia electoral como la Fundación Carter.
Debe, pues descartarse el fraude casi completamente: no es enteramente imposible, pero casi. Para explicar la baja de Unidos Podemos respecto de la suma de resultados de sus organizaciones componentes en las elecciones de diciembre, hay que acudir a otros factores que, precisamente, la teoría de la conspiración termina invisibilizando. Las teorías de la conspiración parecen corresponder a un hondo pesimismo histórico, pero en comparación con la realidad son más bien optimistas. Considerar que el problema de la explotación, o de las guerras obedece a una conspiración de unos cuantos malvados significa pensar que, sin esta conspiración el orden social vigente sería maravilloso y estaría libre de explotación y de guerras. En el caso que aquí nos interesa, atribuir el fracaso -relativo- de UNidos Podemos a un pucherazo significa que no habría motivos internos a la propia coalición y a su campaña electoral, a su estrategia y a su cultura política para que algo así ocurriera. No han podido fallar "los nuestros", nuestros líderes clarividentes, sino que el proceloso enemigo político ha orquestado en la oscuridad un tremendo fraude.
La preocupación por el fraude, es sintomática de deficiencias internas graves a cierto tipo de política, corresponde a una cultura política de la pasividad y la obediencia, una cultura política supersticiosa en la que los ciudadanos atribuyen todo lo que acontece a la acción de poderes extraños e insondables. Esta cultura o incultura política que no es ajena a la pasividad política que cierta estrategia ha imbuido en la gente, una pasividad que acostumbra a los simpatizantes y electores a ver todo lo bueno como obra de unos genios virtuosos y todo lo malo como obra de unos genios malvados, nunca como su propia obra, nunca como su propia responsabilidad. Hasta el punto de que estos simpatizantes y electores, en el colmo de su pasividad de espectador televisivo, de Homer Simpson de la política, ya ni siquiera acuden a las urnas para votar por la opción que prefieren. Esperan que les traigan la compra o la pizza a casa. Debe corregirse rápidamente ese rumbo nefasto so pena de hacer caer las esperanzadoras opciones de cambio surgidas a raíz del 15M en la insignificancia.
Es de agradecer que la dirección de Podemos haya empezado a reaccionar contra esos rumores que ridiculizan y deslegitiman a sus autores, pero sería muy necesario que la organización volviese a la lógica de empoderamiento incial que, a través de los círculos, permitió a decenas de miles de personas tener un inicio de actividad política tras décadas de partitocracia. La actuación política directa de los ciudadanos es la mejor escuela de racionalidad política, el mejor remedio contra la superstición.