Participa en un círculo Podemos o crea uno nuevo |
No es costumbre de este blog prodigar consejos de ningún tipo ni, en general, utilizar un lenguaje exhortativo. Siempre hemos preferido, por método, el análisis a la inmediata toma de partido. Esta vez será la excepción. Esta vez me permito pedir algo a los lectores a dos días de las elecciones europeas. Es que, como decía el Gato con Botas en el cuento del mismo nombre, "hay cosas que solo ocurren cuando uno se ocupa de ellas": hay acontecimientos que exigen de nosotros nuestra participación activa para llegar a producirse. Maquiavelo hacía, al referirse a la acción política una distinción entre las condiciones objetivas aleatorias que denominaba "Fortuna" y las condiciones subjetivas, no menos aleatorias que denominaba "virtù", es decir el conjunto de características subjetivas que permite realizar un determinado proyecto político. Fortuna y virtù forman un par indisociable, de tal modo que la "virtù" se manifiesta exclusivamente en su capacidad de "seducir" a la Fortuna y hacerla favorable.
Podemos tuvo inicialmente poca Fortuna pues carecía de los medios que tienen generosamente a disposición las grandes opciones políticas internas al régimen español: dinero, acceso a los grandes medios de comunicación y, sobre todo, presencia institucional, pues la presencia en las instituciones es de por sí una parte de poder que confiere una especie de prima de legitimidad. Sin embargo, hicieron los promotores del proyecto y, después de ellos, miles de personas, una apuesta muy fuerte: convertir la indignación en cambio político. Este cambio lo operamos primero dentro de nosotros mismos. Muchos fuimos más o menos activos en el 15M y vimos en esa fecha y ese movimiento un auténtico despertar a una nueva práctica de la política. Eramos reacios a todo tipo de representación y muchos seguimos siendo muy escépticos ante ella. Sin embargo, tres años después del 15M, muchos comprendimos que nada ocurriría, que el 15M no llegaría a consolidar su potencia si no logramos desalojar del poder a un régimen que nos es cada vez más hostil. Para ello había dos opciones teóricas y una sola real. Teóricamente era posible pensar en una insurrección o en una victoria electoral. Los intentos de insurrección pacífica contra el régimen fracasaron estrepitosamente, pues se encontraron frente a una aparato represivo tan brutal como rodado y eficaz; y podemos felicitarnos de que nadie se haya planteado en vista de ello la perspectiva de una insurrección minoritaria y violenta. Esta última hipótesis es la que el régimen acaricia desde hace años y tenemos que privarlo de ella. Quedan las urnas. Pero cuando las urnas se destinan a acabar con un régimen deben tener la potencia de una verdadera insurrección, como ocurrió en Latinoamérica.
Nos encontramos así ante no una sino dos paradojas. En primer lugar, ante la necesidad de hacer que un movimiento social que se caracteriza por su fuerte rechazo a la representación produzca efectos en la esfera representativa y en las instituciones, en otros términos, "representar lo no representable", representar el "no nos representan" destituyente. A esto se suma la necesidad de ir más allá del 15M, de movilizar el apoyo de las mayorías sociales golpeadas por la gestión de la crisis pero que no votaban o votaban por inercia a las opciones del bipartidismo o sus satélites. La segunda paradoja era la necesidad de hacer que una auténtica insurrección contra el régimen tomara la vía de un desbordamiento por las urnas evitando un enfrentamiento en la calle que debe darse por perdido de entrada ante la inmensa desproporción de fuerzas entre la población movilizable y el Estado con más policías por habitante de Europa. Nos encontrábamos hace cinco meses, cuando nació Podemos, ante un imposible, ante una tarea cuyos términos eran paradójicos y para la cual carecíamos de medios materiales. Si nada hubiese cambiado, estábamos condenados a la inexistencia o, lo que en política es peor, a la insignificancia. La Fortuna nos daba la espalda.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar cuando empezamos a existir. El primer elemento aglutinador fueron sin duda las intervenciones en la televisión de Pablo Iglesias Turrión, que representó un auténtico "clinamen" lucreciano, esa desviación mínima de un solo átomo que desencadena los torbellinos que crean cuerpos y mundos induciendo encuentros inesperados. Esos encuentros se produjeron: Pablo y los compañeros de la Tuerka y otras personas conocidas, intelectuales, artistas, activistas sociales, convergieron con un pequeño partido político, Izquierda Anticapitalista y se plantearon poner en marcha el proyecto cuyo perfil inicial se dibuja en el manifiesto "Mover ficha". Siguió la constitución rápida de centenares de círculos y el trabajo de debate y elaboración de un programa electoral. Después se organizaron las elecciones primarias que contaron con una amplia participación. Mientras tanto, la presentación pública de cada círculo se convertía en un acontecimiento político importante a escala local. Llegó la campaña de las europeas y, con una furgoneta y un local central costeados mediante crowdfunding y unos 60.000 euros de fondos obtenidos del mismo modo, hemos logrado estar muy presentes en todos los puntos del país, hacer conocer nuestra organización y nuestros candidatos. El esfuerzo ha sido titánico, sobre todo el de portavoces y candidatos y demás responsables de campaña, pero también el de los círculos. Todos nosotros somos gente que tiene su trabajo y vive solo de él y hace política robándole el tiempo al ocio y al descanso. Se trata de que lo sigamos siendo, se trata de desbancar a una clase política y sustituirla por la más amplia participación de los ciudadanos.
El valor, la audacia, la potencia, la virtù, están supliendo con creces unas condiciones objetivas inicialmente poco favorables y han conseguido que estemos ya muy presentes en la campaña y la sociedad de este país a través de la imagen de nuestros candidatos y de los centenares de círculos que los apoyamos. Dentro de Podemos no estamos todos de acuerdo en todo, ni hace falta, pero sí tenemos algo muy claro:entre todos vamos a cambiar un país y una Europa que se han hecho invivibles. Necesitamos vuestro apoyo, necesitaremos también converger con las demás fuerzas democráticas que hoy se oponen al pillaje del país a través de la deuda ilegítima, que luchan contra la austeridad, el recorte de derechos, el secuestro de la democracia por una clase política profesional. Antes de lo que puede ser la sorpresa electoral del domingo, tenemos motivos para estar satisfechos de nuestra jovencísima y ágil organización y de la imposible y tan necesaria movilización social y política que ha hecho realidad. Hemos demostrado ya que, aun en las circunstancias más desfavorables, el que las personas actuemos cambia las cosas, hace de la negra losa de las condiciones objetivas desfavorables un conjunto de circunstancias que es posible manejar para cambiarlo todo. Nuestra pasividad era parte del problema, nuestra acción es parte de la solución. Necesitamos sacudirnos el fatalismo, la idea miserable y tristísima de que no contamos y que todo seguirá siempre igual. Este 25 de mayo, en las europeas, puedes contribuir con tu voto a un proyecto que ya ha empezado a hacer realidad lo que nadie consideraba posible. Vota Podemos, participa en los círculos existentes o constituye uno y, sobre todo, actúa en los movimientos sociales, participa en la resistencia. Podemos.