miércoles, 18 de febrero de 2015

Lo que nos dijo Manolis Glezos


(Gracias a Kristien Pottie por las fotos de Manolis Glezos y a Richard MacAlevey por la traducción al inglés de este texto. English version here.)

Es un honor poder tener cerca a un monumento de la historia de Europa. Ese honor me fue concedido recientemente con ocasión de una charla sobre la deuda y las políticas de Syriza y Podemos en esta y otras cuestiones relacionadas con la recuperación de la democracia. Compartí, en efecto, mesa y charla con Manolis Glezos y con Eric Toussaint. Manolis Glezos tiene hoy 94 años y es el diputado con más edad del Parlamento Europeo. También es uno de los más activos, de los que más en serio se toman su cometido. Manolis es diputado de Syriza en el Parlamento Europeo. Nunca fue un militante dócil y siempre discutió las medidas de la dirección de Syriza que no le parecían bien, desde su gigantesco sentido común que bebe de la experiencia del mundo rural, de la vida militante, pero también de una sólida formación científica en mineralogía. Este hombre sabe lo que es un pueblo -fue alcalde del suyo en la isla de Naxos- y sabe también lo que es un mineral: nos enseñó muestras de mármol y de esmeril de su isla. Nos mostró también, en una fabulosa parábola la fuerza de la diversidad que tomaba como ejemplo el esmeril, una piedra oscura, compuesta de 30 minerales, que parecería por ello mismo frágil, pero que es más dura y resistente que el diamante. La arrojó con fuerza al suelo y esa mezcla tan diversa no sufrió el más mínimo rasguño.



Manolis es célebre en Grecia por una hazaña: en plena ocupación nazi, cuando los alemanes ocupaban dificultosamente su país, oponiéndose a una constante resistencia cívica y militar del pueblo griego, subió a la Acrópolis y quitó de su cima la bandera de la cruz gamada sustituyéndola por la griega. Una hazaña tras la cual solo quedaba integrarse en la guerrilla del ELAS (Ejército Popular de Liberación Nacional (ELAS, en griego Ελληνικός Λαϊκός Απελευθερωτικός Στρατός). Este ejército popular liberaría Grecia por sus propios medios derrotando la máquina de guerra de Hitler. Son muchos los ejemplos de dignidad de esa época. Entre otros muchos, las redes de solidaridad frente a la catástrofe económica creada por nazis y colaboracionistas griegos. Todo el mundo recuerda los más de 100.000 muertos por hambre del año 1941, cuando la Alemania nazi cobró a Grecia un impuesto forzoso bajo la forma paradójica de un "préstamo de ocupación" por el cual el pueblo griego debía financiar su propia sumisión y explotación. La resistencia fue generalizada y tuvo tonos épicos, como esas manifestaciones en Atenas que desafiaban al ejército nazi y que se saldaban con decenas de muertos, pero que no dejaban de repetirse por ello, como la solidaridad material para repartir la escasa comida disponible. Como la autoorganización popular (poder popular, λαοκρατία) que gobernaba las amplias zonas liberadas bajo la coordinación del Gobierno de la Montaña).



Manolis es una síntesis de todo esto y, a pesar de venir de una tradición política en su origen autoritaria y stalinista, es un gran defensor de la democracia directa y del pluralismo. En su pueblo, cuando lo eligieron, alcalde les dijo a sus paisanos que le felicitaban y le expresaban su confianza: "ahora no mando yo, ahora os toca a vosotros decidir." La gente se retraía intimidada, no tenía costumbre de estas cosas: desde la guerra y aquella lejana experiencia de autoorganización en la resistencia, no había vuelto a haber nada parecido. Había que volver a aprender a asumir una responsabilidad ciudadana de manera directa. Es lo que ocurrió con ocasión de un primer pequeño conflicto relacionado con el cementerio del pueblo. Según informes de los técnicos del ayuntamiento, el cementerio, que se encontraba muy cerca del centro, estaba también demasiado cerca de las fuentes de agua que alimentaban al pueblo y podía contaminarlas, por lo cual recomendaban que se trasladase a un punto más alejado. Manolis se lo planteó así a la asamblea de los vecinos, pero en ella, una mujer le dijo: "si alejáis el cementerio del pueblo, ya no podré ver a mi marido todas las mañanas desde mi ventana". Otros vecinos estuvieron de acuerdo con la viuda y se acordó que no se moviera el cementerio de donde estaba. Esto obligó a buscar otras fuentes de agua, pero el principio de la decisión popular, frente a la opinión del alcalde y de los técnicos, había prevalecido. Desde entonces, a pesar de la timidez inicial, fue una práctica normal. Mirándome a la cara y cogiéndome suavemente de la solapa de mi chaqueta, me dijo Manolis con firmeza: "Os llamáis Podemos, pero tenéis que preguntaros ¿Qué podéis?. Sin el pueblo y su participación directa no se puede nada." Manolis nos señaló una tarea importante.



Al final de su intervención, Manolis contó una anécdota que es una auténtica parábola de la situación actual de Grecia. En una ocasión, durante el periodo semidictatorial que siguió a la guerra civil griega, lo llevaron preso los gendarmes. Se escapó una primera vez del calabozo y volvieron a detenerlo. Esta vez, para darle un escarmiento a él y a los demás presos comunistas, hicieron saber a todos que en la celda donde estaba encerrado Manolis habría un guardia apuntándole con un arma noche y día y él estaría de rodillas con las manos esposadas a la espalda. Así hicieron. Mientras un primer guardia apuntaba a Manolis, este le dirigió la palabra con calma: "Tú -le dijo- tienes un arma y yo estoy desarmado. Tú me estás apuntando y yo estoy aquí con las manos esposadas. Supongo que crees que tú eres libre y que yo soy prisionero, pero te equivocas." El guardia manifestó sorpresa ante esa declaración y Manolis le aclaró: "Tú está aquí porque recibes órdenes de tus superiores, pero yo no recibo órdenes de nadie. Yo soy libre y tú está sometido." Esto dio lugar a una larga conversación entre los dos. Cuando llegó el turno del guardia siguiente, el primero le dijo que esperase un momento, porque tenía que terminar la conversación. Llega por fin, algo sorprendido, el segundo guardia y apunta a nuestro hombre con la pistola. Manolis empieza una explicación sobre las esposas que tiene puestas. Le explica en detalle de qué metales están hechas, cómo se han fundido estos y qué piezas componen las esposas. Mientras tanto, las va manipulando hasta que consigue quitárselas. Le dice al guardia que tiene sueño y que no puede dormir con las esposas puestas: se las entrega y le dice: "yo tengo sueño y me voy a dormir, si quieres disparar, dispara...". El segundo guardia no disparó y depués de un tiempo, terminaron liberando a Manolis. Al cabo de muchos años, Manolis estaba en Atenas caminando por la calle y vio venir hacia él a una persona que lo saludaba de lejos. El desconocido le dijo: "Igual te has olvidado de mí, pero yo sé quién eres tú: tú eres el hombre que un día me dijo que yo era esclavo cuando me creía libre y gracias al cual soy hoy un hombre libre." El antiguo preso y el antiguo carcelero se dieron un fuerte abrazo.


Los antiguos decían de la Grecia dominada por los romanos: "Graecia capta ferum captorem cepit" (la Grecia cautiva venció a su fiero conquistador.)  La anécdota de Glezos va exactamente en este sentido: la dignidad, la sabiduría y la calma de gente digna y lúcida como Manolis Glezos, como Alexis Tsipras o Yanis Varoufakis, que todo el mundo considera presos, en manos de sus fieros e ilegítimos acreedores, está volviendo a demostrar en las actuales negociaciones con los socios europeos y las instituciones de la UE quién es la persona libre y quién el esclavo.

martes, 17 de febrero de 2015

Paradojas del populismo


Paradojas del populismo

Uno de los problemas del discurso populista es que, desde su interior, no es posible situar socialmente a ningún movimiento que use este lenguaje. Podría decirse con Wittgenstein que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". La lógica del significante y del pueblo recurre explícitamente a una universalidad abstracta de la que esta no puede salir para particularizarse como posición en el orden social. Para el populismo, en términos de Mao Zedong: "dos se concilian en Uno". Fuera del Uno no hay un verdadero Otro, sino un residuo, un "casi nada", un 1% o una casta, cuando no se trata de realidades por definición invisibles como la conspiración financiera o la "sinarquía" cara al general Perón y al mariscal Pétain.

Hay que abandonar el terreno del discurso y del significante vacío para poder situar políticamente, frente a otras fuerzas, a cada movimiento populista, para poder pensar cómo "uno se divide en dos" en el caso de un pueblo o de una sociedad. De ahí los tremendos vaivenes internos de cada uno de estos movimientos, su profunda inestabilidad y su vacío teórico fundamental que los hace derivar hacia la propaganda o la retórica. Propaganda y retórica no son males en sí mismas: son necesidades de toda política hegemónica, pero en el discurso populista, huérfano de teoría social pues se asienta en la tesis de una absoluta autonomía de lo político, suplen el momento de la teoría, que queda reducida, en el mejor de los casos, a un discurso esotérico de sociología política. Hay así dos populismos: uno de ellos, que podemos llamar "metódico", es una característica general de la política, de toda política, consistente en la necesidad de que -en términos de Gramsci- "todo interés particular se defienda en nombre de lo universal"; el otro es el populismo "sustancial", no meramente metódico, que toma realmente como base de sus planteamientos la representación de las múltiples demandas de la sociedad mediante un significante vacío sin exterior.

Sobre este discurso resulta imposible concebir y aún más desarrollar un partido orgánico que corresponda a la articulación en un marco antagónico de los diversos sectores sociales que constituyen un bloque histórico, esto es la expresión histórica efectiva de la lucha de clases. Para ello, ha de ser posible pensar la pluralidad, pero ello es imposible, pues la entrada en régimen populista significa la asunción de una universalidad abstracta, sin posible vuelta atrás: solo existen el Pueblo, la Gente, el Sobernao, la Patria...y no sus divisiones, sus rupturas internas, sus costuras y articulaciones. Existe la sustancia sin relación efectiva ni externa ni interna. El populismo "sustancial" piensa el poder como sustancia trascendente a la pluralidad social, como un soberano trascendente que representa y abole la multitud, a la manera de Hobbes. Mucho de lo que sostiene Laclau es, de hecho, una versión postmoderna del más rancio hobbesianismo. Desde el "significante vacío" es desde donde puede afirmarse coherentemente con Hobbes que el pueblo "es" el soberano que lo representa y actúa en su nombre. En los términos algo brutales de Hobbes: "The King is the people", el rey es el pueblo, y, por consiguiente, fuera de la representación monárquica (o de cualquier otra configuración del soberano) el pueblo no es, ni actúa.

Si Gramsci se apoya en Maquiavelo, Laclau se apropia a Gramsci a través de esta lógica hobbesiana de la representación que pretende abolir ese espacio de lo múltiple y del encuentro, ese horizonte de la guerra, que Maquiavelo designa con el nombre de Fortuna. Solo queda, tras la ilusión de haber domeñado la Fortuna, una soberanía que se afirma como imperio de la virtù del Príncipe en una desafortunada caricatura monista y trascendente del planteamiento profundamente pluralista y lucreciano de Maquiavelo. Una vez expulsado lo plural del pueblo representado, no cabe dentro de él articulación real de fuerzas, ni fuera de él antagonismo que no sea abstracto. Gramsci y Maquiavelo, con su profundo sentido de la complejidad y la coyuntura, permitirían inmunizar al discurso populista contra su tentación sustancialista, convirtiéndolo en simple método, en lenguaje general de la política. El materialismo político cumple la función que cumplían en la Odisea los marineros de Ulises, quienes para evitar que su capitán sucumbiera a los cantos de las sirenas, lo ataron al mástil de su barco. En una política democrática sensata, lo plural debe retener a lo Uno, impedir que caiga en el universal vacío donde todas las mutaciones teratológicas son posibles.

Personalmente, hace muchos años pude asistir a la transformación de Falange Auténtica en un partido de izquierda inspirado por el peronismo montonero. También ha habido izquierdas patrióticas como UCE que derivaron por vía populista del carrillismo a cierto cuasi-fascismo. De momento, el anclaje de Podemos en los movimientos sociales y la memoria genética del 15M cualifican suficientemente su populismo desde fuera para que este pueda situarse en un marco antagónico del lado de la democracia radical, pero estos factores son necesariamente exteriores al discurso y no pueden, como se ve, incluirse en él. Por el contrario, han de ser objeto de una permanente denegación a fin de preservar la universalidad abstracta que requiere el rigor del discurso populista. Conclusión teórica: o se es populista o se es coherente en la teoría. Conclusión práctica: es necesario mantener vivo un exterior del discurso populista que sea capaz de situarlo del lado de los movimientos sociales. Hay que atar a Ulises al mástil

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Es tan idiota Schäuble?



¿Es tan idiota Schäuble?

Akis Gavriilidis

El señor Wolfgang Schäuble declaró según parece en la radio alemana lo siguiente: "lo siento por el pueblo griego, pues su gobierno se comporta de manera irresponsable". 
La declaración es problemática desde el punto de vista del protocolo diplomático e incluso de la buena educación elemental. Aquí me centraré solo en otro punto de ella: la poco habitual apelación a una pasión (la pasión triste por excelencia, la compasión) cuando se trata de hablar de política. 
La declaración, sin duda, es retórica. El señor ministro no quiere seguramente darnos a conocer su delicada situación, sino reñir a los malos alumnos para que regrsen de inmediato al buen camino.
Precisamente esto nos muestra el grado de su impotencia y lo poco informado que está sobre esta fase de enfrentamiento y sobre la táctica del adversario que tiene enfrente. 
Esta incompresión se refleja también en la  supuesta exigencia del gobierno alemán de que aparten a Yanis Varoufakis de estas negociaciones porque «confusión en el Eurogrupo».
En realidad no acierto a explicarme exactamente cómo estas personas no pueden comprender que precisamente por eso está Varoufakis allí, pues esto es lo que busca: crear confusión.
En cualquier manual puede verse que un principio elemental de la estrategia es no dejar al adversario hacerse una imagen clara del lugar que ocupas, o mejor estar a la vez en varios puntos, de modo que no le dejes al adversario rodearte.  
Al dar a conocer su malestar y su confusión, la Sra: Merkel y el Sr. Schäuble no solo envían un mensaje tranquilizador a la parte griega en el sentido de que su esfuerzo está dando resultado, sino que incluso promueven y amplifican aún más este éxito al caer de lleno en la trampa sin sospecharlo y permitir al adversario utilizar sus propias fuerzas.  
Una posible explicación es que están tan cegados y arrastrados por sus prejuicios, que ni siquiera se pueden imaginar que otro pueda pensar y actuar de manera distinta de lo que ellos mismos consideran "responsable". 
Otra explicación es que no sean tan gilipollas, que comprendan que están siendo utilizados, pero tengan en este momento otras prioridades (por ejemplo en el frente interno alemán), de modo que no les molesta tanto que aumente el prestigio de Tsipras en Grecia y en el resto de Europa o que piensen también que, de momento, les va bien dejar que la desconstrucción siga avanzando un poco más para después apropiársela de manera más eficaz y ser ellos quienes rían los últimos. 
Cualquiera que sea la razón, sin embargo, el hecho es que hacen exactamente lo que se esperaba que hiciesen en el marco del guión de la parte griega. 

martes, 27 de enero de 2015

Syriza: el otro proyecto europeo

(Artículo publicado en Tinta Libre)









Altiero Spinelli, junto a otros comunistas y antifascistas italianos desterrados en Ventotene


La victoria de Syriza en las elecciones griegas del 25 de enero marca un antes y un después en la historia del país y en la de Europa. En la historia griega, es la primera victoria de un partido de la izquierda histórica, de la izquierda que alrededor del KKE (partido comunista) resistió al nazismo y lo derrotó, habiéndose convertido durante ese proceso de resistencia en un fuerte partido nacional con raíces en todo el país. 

La victoria del Frente de Liberación Nacional (EAM) y de su ejército guerrillero (ELAS) contra el ocupante hitleriano y los colaboracionistas griegos fue frustrada por una segunda ocupación inglesa con apoyo norteamericano destinada a impedir una victoria electoral de la izquierda. La nueva ocupación y la nueva colaboración de las clases dominantes griegas culminaron en una guerra civil ganada por estas. 

Durante más de sesenta años esa guerra civil, téoricamente acabada en 1949, prosiguió, como afirma nuestro amigo el escritor Akis Gavriilidis “por otros medios”: un Estado no democrático puntuado de violencia paraestatal y con un breve episodio de dictadura militar abierta representado por la Junta (sic: en español) de los coroneles. La reconstitución de un juego democrático representativo en Grecia tras la caída de la Junta coincide con la oleada de democratización del sur de Europa de mediados y finales de los 70. Sin embargo, esto no conduce a una recuperación de la democracia, sino a la subordinación de esta a losimperativos económicos, que se expresan cada vez más en clave neoliberal. 

Tras la dictadura llegó el cinismo del “It's the economy, stupid!”. Este cinismo, unido a la incorporación al nuevo poder democrático de unaélite “de izquierda” representada por el PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico), condujo a una variante particularmente nepotista del régimen neoliberal en la que se configuró una auténtica casta bipartidista entre el partido de la derecha, Nea Dimokratia (Nueva democracia o nueva república) y la izquierda personalista y clientelista del PASOK. 

Durante el período de fuerte enriquecimiento del país debido a lainversión masiva en Grecia de capitales excedentes alemanes(finales de los 90 a 2008), esta élite política gestionó el reparto de la riqueza. La amenaza de unas clases populares y de un movimiento comunista potente parecía enteramente descartada: Grecia se había convertido en un país relativamente rico y desarrollado cuya población ya no emigraba y que, incluso, acogía inmigrantes. El partido comunista, por su parte, se había convertido en un Parque Jurásico del estalinismo, una curiosidad, no una fuerza real. Las clases dominantes consiguieron así, por medios no violentos, que la política siguiera no siendo un problema. 

Todo esto, evidentemente, tuvo su coste. La historia superficial se combina con la de una Grecia subterránea en el exilio interior o exterior,una Grecia vencida y humillada por la otra, pero que conserva la memoria del gran momento de dignidad que fue la victoria sobre el nazismo e incluso la de experiencias de autoorganización popular en la zonas liberadas que el Gobierno de la Montaña gestionó durante la guerra de liberación. 

Tanto en el campo como en la ciudad, el poder popular (laokratia) funcionó como un elemento básico de la resistencia, dándose la paradoja de que bajo el gobierno de un frente político dominado por un partido comunista estaliniano se diesen auténticas experiencias de autogestión. También se crearon, sobre todo en el medio urbano, redes horizontales de resistencia económica frente a la ocupación y al gobierno colaboracionista que ya en los años 40 empobreció el país hasta el límite extremo -en el invierno del 41 hubo decenas de miles de muertes por hambre- en nombre del pago de una “deuda de ocupación” (sic) a Alemania. Mientras la población -caso único en Europa- se manifestaba en las calles de Atenas y las grandes ciudades bajo las balas del ocupante, se producía un desafío más subterráneo al poder de este y de sus aliados griegos: la constitución de una red de solidaridad que daba de comera centenares de miles de personas. La política, en esos durísimos años 40 era también una lucha por la vida: en eso consistió su principal radicalidad.
Aprendiendo de Manolis Glezos, un protagonista de esta heroica y sabia resistencia. JB junto a él en una charla reciente en Bruselas.


Esa tradición de radicalidad del sentido común, de revuelta de la vida contra el poder que la destruye, ha llegado hasta hoy, por conductos subterráneos. Primero se manifestó en la explosión de indignación y la insurrección que sucedió al asesinato por la policía de un joven de 16 años en el invierno del 2008; posteriormente, al estallar la crisis e imponerse con particular brutalidad las políticas de austeridad; ese fuego subterráneo volvió a manifestarse en 2011, en paralelo a las demás insurrecciones mundiales, árabe, española, norteamericana, con la ocupación de la plaza Syntagma y las numerosas batallas campales entre los jóvenes y la policía por ese espacio central de la capital en el que durante semanas se respiró el olor de los gases lacrimógenos y la máscara de gas fue parte del uniforme del joven acampado. 

Sobrevivir, aguantar, mutar para aguantar el gas tóxico y los palos, regresar a pesar de todo, “como las cucarachas”, decía Nelly Kambouri, una participante en la acampada de Syntagma. No tardaron en formarse con la agravación de la crisis impuesta fuertes redes de ayuda mutua y solidaridad como Solidaridad para Todos, que hoy coordina más de 1000 centros en todo el país. Sin embargo, la ocupación de las plazas, las grandes manifestaciones, los intentos insurreccionales de ocupación del parlamento se acabaron. Para acabar con una situación material y éticamente insoportable, había que derribar el régimen, había que entrar en el parlamento y cambiar la mayoría existente. La insurrección que pretendió forzar las puertas del parlamento fue sustituida por las urnas. La indignación se hizo para una mayoría impulso democrático. Llegó así el momento de Syriza

La principal característica de Syriza, que la diferencia de otras fuerzas de izquierda radical nacidas de la descomposición del comunismo histórico, es su gran capacidad de adaptación a la realidad y de escucha de los movimientos sociales. Syriza mejor que nadie integró la voz de las calles, y aun teniendo una estructura de partido, incorpora elementos propios de un movimiento social horizontal en su organización y en sus mecanismos decisorios. La tensión representación-horizontalidad existe y no es una debilidad, sino una fuerza. 

Syriza es hoy el partido de las “cucarachas de Syntagma”, pero también el legítimo heredero de la resistencia y el antifascismo, de la resistencia política y de la resistencia material. Testimonio de ello es que un porcentaje del sueldo de los cargos electos de Syriza se destina a apoyar a las redes de solidaridad, y que las distintas administraciones locales y regionales de Syriza dan a estas un importante apoyo logístico.

Syriza no solo ha roto con ese siglo XX en el que las clases dominantes griegas hicieron todo lo posible para que jamás levantase la cabeza –y aún menos gobernase– ninguna formación política heredera de la izquierda histórica, también ha roto con el inmovilismo político y económico del consenso neoliberal que ha paralizado hasta ahora el proceso de constitución europea. Syriza ha efectuado una fuerteapuesta europea. No se hace ilusiones respecto de una “salida nacional” de la crisis, fuera del euro y de la UE. Esas ilusiones quedan para la extrema derecha nazi y para el búnquer estalinista en que se ha convertido lo que queda del partido comunista griego (KKE). 

La radicalidad del programa de salvación ciudadana de Syriza se plantea como exigencia de sentido común a nivel europeo. Sus propuestas de reestructuración de la deuda, elaboradas por un equipo que cuenta con economistas de la talla de Miliós y Varoufakis, son propuestas europeas, no solo nacionales. Grecia ha movido ficha como miembro del club europeo y su nueva mayoría está dispuesta a impulsar un proceso de cambio continental que recupere una Europa de los derechos y de la democracia efectiva. Otras fuerzas de otros países han recibido este mensaje que, aparentemente, también se ha recibido en las más altas instancias de la UE. 

Empieza ahora un gran pulso entre las poblaciones europeas golpeadas por las crisis y la instancia cuasi-federal europea. Ambos actores saben que estamos en el mismo barco y que es necesario salir de unas políticas económicas y sociales que son causa de depresión económica así como del desprestigio popular que sufre la construcción europea. La constitución europea de Giscard fracasó y fue rechazada en Francia y en los Países Bajos porque consagraba en su texto el orden neoliberal. 

Hoy, el cuestionamiento de la constitución material europea por parte de Syriza y de los demás nuevos actores europeos tal vez constituya el impulso necesario para una nueva etapa de la construcción europeaque corresponda al proyecto democrático y social expresado por Altiero Spinelli y otros padres fundadores en el Manifiesto de Ventotene (1944), ese manifiesto europeista escrito por desterrados del fascismo que sirvió de inspiración a la resistencia italiana. En él ya se afirmaba unaconcepción del socialismo enteramente dominada por la democracia y no tanto por los conceptos de Estado y de soberanía: "El principio verdaderamente fundamental del socialismo -afirmaba el Manifiesto- es aquel según el cual las fuerzas económicas no deben dominar a los hombres, sino ser sometidas, guiadas, controladas por el hombre, del modo más racional hasta que las grandes masas dejen de ser víctimas".

Los vencedores de las elecciones griegas de ayer no están repitiendo otra cosa tanto a escala nacional como europea. Se trata de recuperar la democracia como conjunción de la radicalidad y del sentido común.
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martes, 13 de enero de 2015

Optimismo de la teoría de la conspiración

Pensar con Thierry Meyssan y otros que la matanza de Charlie Hebdo y los acontecimientos subsiguientes son el resultado de una conspiración de oscuros servicios secretos es ser demasiado optimista. Nada de eso es necesario, porque la realidad es mucho peor. Los teóricos de la conspiración creen que este régimen es criminal porque un pequeño grupo de malvados conspira para perpetrar horrendos crímenes y bastaría con desenmascararlos y neutralizarlos para que el orden existente fuese democrático, libre y justo. Desgraciadamente, el poder actual no necesita conspiraciones ni miente demasiado: suele decir la verdad. Es difícil concebir peor crimen que el embargo y la guerra contra Iraq, que costaron más de un millón de muertos y destruyeron un país, hoy sumido en la guerra civil, y sin embargo, esto se tramó ante el público: en los parlamentos y en las Naciones Unidas con la más completa impunidad. Igualmente, las políticas de la Troika que arruinan a los países del Sur de Europa y empobrecen a las clases populares en el resto de la Unión Europea, también se han tramado con luz y taquígrafos, sin ocultar absolutamente nada.

Esto es así porque el problema no es que se violen las normas que rigen este sistema en lo político o en lo económico, sino que sigan aplicándose. El capitalismo actual, de hegemonía financiera, juega abiertamente con el riesgo para las poblaciones, mientras los Estados protegen de todo riesgo a los bancos y grupos financieros. Las potencias capitalistas juegan con fuego  en el plano geopolítico y organizan grupos como los Talibanes o el Estado Islámico que siembran el terror entre sus enemigos de un momento, pero luego vuelven sus armas contra las propias poblaciones de Europa y Estados Unidos. El poder actual no garantiza, como hacía el Estado soberano clásico, la seguridad, sino que gestiona el riego permanentemente. Eso sí, procura que el riesgo lo asuman sobre todo las poblaciones y no los gobernantes ni los demás integrantes del bloque de poder político financiero de las actuales deudocracias. El peligro no es algo que deba tender a eliminarse, sino algo con lo que se juega: tal es el origen del apoyo incondicional a Israel y a los grupos islamistas fundamentalistas más desquiciados, a sabiendas de las posibles consecuencias a nivel mundial de una política en la que la apuesta por el riesgo sustituye a cualquier forma de responsabilidad. Se crea el desorden y la inseguridad, se mantiene incluso el caos hasta que termina produciéndose algún "trágico acontecimiento" y el propio poder causante del desorden, vuelve a ofrecernos seguridad a cambio de una limitación de nuestras libertades y una mayor obediencia.

Sostenía Montesquieu que no se puede nunca comprar la paz, pues el mismo a quien se la compras te la volverá a vender tras haber creado de nuevo una situación de guerra. Frente al tipo de poder hoy imperante, no se puede comprar la paz y la seguridad con obediencia y aceptando limitaciones de nuestras libertades. La única posibilidad sensata de tener paz y seguridad es desobedecerle y derrocarlo. Mientras siga dominando la casta, la inseguridad y la denominada "amenaza terrorista" no serán ningún accidente, ni siquiera el resultado de esas benditas conspiraciones con las que sueñan algunas almas ingenuas que se creen maquiavélicas. Monstruosidades como el atentado contra Charlie Hebdo o en general contra la población civil se inscriben en el funcionamiento normal de una sociedad de control que asume el peligro físico y la violencia contra sus propias poblaciones como modo normal de gobierno. Y es que esta lógica de la inseguridad es una estructura fundamental del régimen que no vacila en crear zonas de catástrofe social financieramente inducida como España o Grecia o situaciones de violencia o de guerra civil enquistadas como en Iraq o en Siria.

jueves, 8 de enero de 2015

Do Charlie Hebdo ao Syriza: o regime contra-ataca

(Tradução portuguesa do último post diste blog. Muito obrigado, companheiro Carlos Leite!)
A propósito do atentado de ontem contra o Charlie Hebdo, partilho um artigo sobre as caricaturas de Maomé que publiquei em Viento Sur faz agora quase 9 anos. Tudo o que nele disse continua, para mim, perfeitamente válido. Haveria apenas que acrescentar um matiz importante. Hoje, o que era um fantasma terrorista sob o qual queriam ocultar-se as resistências reais ganhou corpo. Do lado árabe-muçulmano, do lado dos colonizados, tanto nos seus próprios países de origem como no espaço colonial importado para as metrópoles, um pequeno sector assumiu como sua a imagem fantasmal do islamista-terrorista produzida pela propaganda neocolonial do Ocidente. Hoje existem realidades como o Estado Islâmico ou as diversas “franchises” da Al Qaida cuja delirante materialidade de ectoplasma não as impede de assassinar, com pretextos teológico-políticos, pessoas de todas as religiões, quer sejam yazides, cristãos do Oriente ou muçulmanas. Pouco importa que este tipo de subjectividade política delirante e desligada de qualquer processo de libertação anticolonial tenha sido criado ou financiado directamente pela CIA ou outros serviços ocidentais, como aconteceu com a Al Qaida no seu tempo, ou que tenha aparecido espontaneamente, como, segundo Aristóteles, podiam aparecer criaturas infecta dos miasmas. O que importa é que essa imagem do “mouro mau” é a própria imagem do colonizado produzida pela dominação colonial, uma imagem que, assumida pelo colonizado, reproduz ao infinito e de modo nenhum anula essa dominação. O olhar colonial cria o bárbaro, o incivilizado, justificando assim sobre o nada moral e cultural deste último um presumível direito de tutela — mais ou menos paternal ou mais ou menos violenta — dos civilizados sobre os bárbaros. Os assassinos dos jornalistas de Charlie-Hebdo são os tristes agentes dum acto de propaganda colonial pela acção.
A materialização do fantasma colonial do terrorista islâmico, do bárbaro assassino, ou, do nosso ponto de vista, a passagem ao acto daqueles que assumem, entre os colonizados, essa imagem como sua, não “confirma” o olhar colonial, antes testemunha o seu carácter brutal e delirante. O bárbaro terrorista produzido pela relação colonial existe, mas a sua existência é produto dessa relação, assim como as “raças inferiores”, cuja existência justificaria a “dolorosa necessidade” dos campos de concentração, dos guetos, da detenção penitenciária de massas, da deportação de massas ou inclusive do extermínio, são produto dos campos de concentração, dos guetos, da segregação, etc. O racismo — todo o colonialismo se baseia numa doutrina racista — cria os seus próprios objectos e justifica assim a verdade da sua doutrina. O menino judeu e andrajoso que no Kapputt de Malaparte sai dum buraco do muro do Guetto de Varsóvia é morto como “uma ratazana” pelo soldado alemão que acompanha o governador Franck e o seu convidado italiano porque as condições desumanas do guetto o reduziram a essa condição. Dois tiros e prossegue o passeio dos notáveis à volta do muro do guetto. As justificações “objectivas” do racismo são produtos duma violência racista sobre os corpos e as mentes que cria a raça inferior, assim como a relação social de escravidão criava o “escravo por natureza”. O racismo é sempre um discurso performativo, um discurso que cria os seus próprios objectos.
O mesmo deve ser dito do “terrorista islâmico”: também é um produto duma relação e dum olhar, o resultado dum cruzamento atroz de olhares. Não estão aqui em jogo nem o Islão, nem o Cristianismo, nem um suposto enfrentamento de civilizações, antes uma relação colonial que produz os seus próprios sujeitos. Isto não torna bons nem de modo nenhum justifica os assassinos torvos e obscurantistas que assassinaram ontem alguns dos melhores humoristas gráficos da Europa, antes pretende situar no seu contexto real o que ontem aconteceu, convidando-nos a sair do círculo vicioso e a nos submetermos ao ditado dum poder colonial que quer continuar a reproduzir uma fractura entre um Nós e um Eles. O beneficiário directo destes crimes não será directamente o fascismo, mas o conjunto do regime neoliberal e as suas relações neocoloniais tanto internas como externas. O primeiro a abrir a boca para se aproveitar do sangue derramado foi, não Marine Le Pen, mas o infame primeiro-ministro da Troika na Grécia, Samarás, que afirmou que este atentado é o resultado do “laxismo” em matéria de imigração proposto pelo Syriza e pelas esquerdas europeias. De certo modo, o atentado de ontem, como o dum já remoto 11 de Setembro, fala, através dos corpos dos humoristas ontem assassinados, ao conjunto das forças sociais que hoje na Europa, de forma cada vez mais potente, questionam este horror. Há que deter os assassinos, mas sobretudo há que deter a máquina que os produz.

De Charlie Hebdo a Syriza: el régimen contraataca.

(Hay que ponerle velo a Charlie Hebdo)


A propósito del atentado de ayer contra Charlie Hebdo, comparto un artículo sobre las caricaturas de Mahoma que publiqué en Viento Sur hace casi 9 años. Todo lo que se dice en él sigue siendo, para mí, perfectamente vigente. Tan solo habría que añadir un matiz importante. Hoy, lo que era un fantasma terrorista bajo el que querían ocultarse las resistencias reales, ha tomado cuerpo. Del lado árabo-musulmán, del lado de los colonizados, tanto en sus propios países de origen como en el espacio colonial importado en las metrópolis, un pequeño sector ha asumido como propia la imagen fantasmal del istamista-terrorista producida por la propaganda neocolonial de Occidente. Hoy existen realidades como el Estado Islámico o las diversas franquicias de Al Qaida cuya delirante materialidad de ectoplasma no les impide asesinar con pretextos teológico-políticos a personas de todas las religiones sean estas yezidíes, cristianos de Oriente o musulmanes. Poco importa que este tipo de subjetividad política delirante y despegado de todo genuino proceso de liberación anticolonial haya sido creado o financiado directamente por la CIA u otros servicios occidentales, como lo fuera Al Qaida en su momento o hay surgido espontáneamente como, según Aristóteles podían surgir criaturas infectas de las miasmas. Lo que importa es que esa imagen del "moro malo" es la imagen misma del colonizado producida por la dominación colonial, una imagen que, asumida por el colonizado, reproduce al infinito y no anula en modo alguno esa dominación. La mirada colonial crea al bárbaro; al incivilizado, justificando así sobre la nada moral y cultural de este último un presunto derecho de tutela -más o menos paternal o más o menos violenta- de los civilizados sobre los bárbaros. Los asesinos de los periodistas de Charlie-Hebdo son los tristes agentes de un acto de propaganda colonial por la acción.

La materialización del fantasma occidental del terrorista islámico, del bárbaro asesino, o, desde otro punto de vista, el paso al acto de quienes asumen entre los colonizados esa imagen como propia, no "confirma" la mirada colonial, sino que da fe de su carácter brutal y delirante. El bárbaro terrorista producido por la relación colonial existe, pero su existencia es la de un producto de esa relación, del mismo modo que las "razas inferiores", cuya existencia justificaría la "dolorosa necesidad" de los campos de concentración, los guetos, la detención penitenciaria masiva, la deportación en masa o incluso el exterminio, son producto de los campos de concrentración, de los guetos, de la segregación, etc. El racismo -todo colonialismo se basa en una doctrina racista- crea sus propios objetos y así justifica la verdad de su doctrina. El niño judío desnutrido y harapiento que en el Kapputt de Malaparte sale por un agujero del muro del Gueto de Varsovia es matado como "una rata" por el soldado alemán que acompaña al gobernador Frank y a su invitado italiano porque las condiciones inhumanas del guetto lo han reducido a esa condición. Un par de tiros y sigue el paseo de los notables alrededor del muro del Gueto. Las justificaciones "objetivas" del racismo son productos de una violencia racista sobre los cuerpos y las mentes que crea la raza inferior, igual que la relación social de esclavitud creaba al "esclavo por naturaleza". El racismo es siempre un discurso performativo, un discurso que crea sus propios objetos.

Lo mismo debe decirse del "terrorista islámico": también es un producto de una relación y de una mirada, el resultado de un cruce atroz de miradas. No están aquí en juego ni el Islam ni el cristianismo ni un supuesto enfrentamiento de civilizaciones, sino una relación colonial que produce sus propios sujetos. Esto ni hace buenos ni justifica en modo alguno a los asesinos torvos y oscurantistas que asesinaron ayer a algunos de los mejores humoristas gráficos de Europa, pero sí pretende enmarcar en su contexto real lo que ayer aconteció, invitándonos a salir del círculo vicioso y a no someternos al dictado de un poder colonial que quiere seguir reproduciendo una fractura entre un Nosotros y un Ellos. El beneficiario directo de estos crímenes no será directamente el fascismo, sino el conjunto del régimen neoliberal y sus relaciones neocoloniales tanto internas como externas. El primero en abrir la boca para aprovechar la sangre derramada ha sido, no Marine Le Pen, sino el infame primer ministro de la Troika en Grecia, Samarás, quien afirmó que este atentado es el resultado del "laxismo" en materia de inmigración que proponen Syriza y las izquierdas europeas. En cierto modo, el atentado de ayer, como el de un ya remoto 11 de septiembre, se dirige a través de los cuerpos de los humoristas asesinados ayer, al conjunto de las fuerzas sociales que hoy en Europa, y de forma cada vez más potente, cuestionan este horror. Hay que deterner a los asesinos, pero sobre todo hay que detener la maquinaria que los produce.