miércoles, 7 de diciembre de 2011

El argumento del "imperialista" o del "agente de la CIA"


Pablo Picasso, Stalin




Decía Stalin que los comunistas están hechos de otro material que el resto de los mortales. Esta aristocrática concepción no impidió, sin embargo, al Guía liquidar en los procesos de Moscú -y en la represión que los precedió y sucedió- a la inmensa mayoría de los protagonistas bolcheviques de la revolución de octubre. Todos ellos fueron eliminados física y moralmente como traidores a la revolución, "perros rabiosos", "víboras lúbricas" y un largo etcétera de descalificaciones políticas y personales. Peor aún, algunos de los reos de estos monstruosos e imaginarios delitos llegaron a pedir a Stalin un justo y merecido castigo, considerando que aceptar la más dura pena por su traición -real o ficticia, poco importaba- era hacer un último servicio al partido y a la revolución. El Partido era portador de la verdad sobre una supuesta "dialéctica de la historia" y sobre la función en ella de un proletariado que el propio Partido representaba y unificaba. Lo que afirmara el Partido no podía en ningún modo ser falso, pues derivaba de un saber sobre la esencia misma que se desplegaba en la historia. Como sostenía el peor Bertolt Brecht: "el partido siempre tiene razón" (Die Partei hat's immer recht), como la Iglesia y como su cabeza visible, el Papa, y por los mismos motivos. Tanto el Partido para un comunista staliniano como la Iglesia para un católico de estricto cumplimiento son infalibles en su magisterio, no porque simplemente conozcan la verdad, sino porque la encarnan: son la verdad hecha historia. Tal es el misterio de la economía de la salvación. Quien se oponga al Partido o a la Iglesia no puede sencillamente equivocarse, sino que se niega culpablemente a aceptar la verdad. No existe ni puede existir interlocutor discrepante e inocente: el partido o la iglesia saben por qué se da esa discrepancia y saben que nunca es inocente, sino fruto de una voluntad perversa. En el mejor de los casos, a quien expresa una opinión diferente se le puede invitar a reconsiderar su postura y a aceptar la verdad oficial, en otros, se le pone en manos del "brazo secular" cuando de él se dispone.

Ninguna concepción de la historia que considere que esta tiene una finalidad puede evitar caer en estos esquemas. Si todo lo que ocurre en la historia universal es despliegue de una esencia que puede ser, según los gustos, la Idea, la divinidad que se autorrevela a través de las distintas mediaciones del acontecer natural y humano o la propia humanidad que se realiza como tal y supera las diferentes formas de alienación, nada ocurre que no tenga un sentido, que no se inscriba a favor o en contra de la finalidad histórica. Todo lo que acontece es bueno o es malo: nada es neutro, nada carece de sentido. Ni la historia ni la realidad tienen ningún agujero. Para una visión universalista y plenista de este tipo, todo adversario intelectual es un enemigo de la verdad y todo enemigo político un criminal. El finalismo, la idea de que el mundo y todo lo que en él acontece ha sido creado para un fin, no admite, como mostraba Spinoza en el apéndice a la primera parte de la Ética, que nada escape a su lógica delirante y supersticiosa. Desde este punto de vista no hay nada aleatorio, todo obedece al principio de razón suficiente: "nihil sine ratione", nada [acontece] sin razón.

La postura antes descrita tiene muy perversos efectos sobre la discusión racional. El primero de todos y el más nocivo es que rechaza la posibilidad del error. En primer lugar del error propio, pues quien defiende la teleología universal posee un "argumento" infalible e irrefutable. En segundo lugar, del error ajeno, pues el partidario de la teleología universal pretende tener la clave de lo que el otro afirma y conocer la motivación profunda que le mueve a sostenerlo. Aún menos pensable es que ambos interlocutores se equivoquen, pues la verdad existe necesariamente y está encarnada n el representante del Bien y, por consiguiente, el mal y el engaño en todo lo que no se someta al Bien. Negar la posibilidad del error propio y ajeno es sostener que se puede conocer el motivo de lo que el otro afirma, porque ese otro en todos sus actos, incluidos los actos de elocución realiza -al igual que uno mismo- una determinada esencia. Así si el partido o la iglesia son repectivamente la representación del proletariado y la expresión de su conciencia de clase o el mismísimo cuerpo místico de Cristo, los argumentos de quien se opone a esas poderosas instituciones no tienen ningún valor. O bien están ya incluidos en la doctrina y, en realidad, coinciden con ella o son perfectamente carentes de verdad, vacíos y afirmados con intención malvada. 

De ahí que el argumento fundamental en este contexto mental no se refiera nunca al contenido, al enunciado de lo que dice el otro, sino a su persona y a las características de esa persona como encarnación de un principio, como portadora de una esencia. Los argumentos que la tradición filosófica conoce como "argumentum ad hominem" (argumento dirigido al hombre) o "argumentum ad personam" (dirigido a la persona) son de uso constante, descartándose los argumentos ad rem, esto es los dirigidos a la cosa de que habla el interlocutor. El argumentum ad hominem consiste en rebatir una afirmación mediante una referencia a las características de quien lo afirma. Puede ser "ad personam": "Si afirmas que no hay empleo, es por que eres un vago", o "Si afirmas que el estalinismo es un régimen despótico es porque eres un agente del imperialismo" o "a concessis", esto es a partir de lo que supuestamente se tiene que conceder si se afirman determinadas cosas: "Si defiendes el comunismo estás defendiendo los campos de concentración". Ciertamente, hay casos en que el argumento ad hominem no es sofístico y es un argumento válido, por ejemplo cuando se utiliza para mostrar la contradicción de lo presentemente afirmado por una persona con los principios otrora defendidos; por ejemplo "¿Cómo puedes defender los recortes en gasto social si siempre has sido socialdemócrata?". En otros, sin embargo, no lo es, pues la característica o la posición anterior de la persona que se intenta refutar se inventa en interés de la propia refutación. Así, por ejemplo, el propio régimen soviético staliniano que no dudó en pactar con Hitler para repartirse Polonia, no dudó en atacar a la oposición comunista de izquierda tildándola de "hitlerotrotskista", llegando a proposiciones del tipo "Si te opones al pacto germano-soviético es porque eres un agente de Hitler".

Esta línea argumental ha tenido un éxito notable en el marco de la lógica bipolar de la guerra fría en la cual estalinistas y maccarthistas se valieron abundantemente de ella. Si el anticomunista senador Maccarthy acusaba sistemáticamente de comunistas a quienes cuestionasen la política del gobierno de los Estados UNidos, del otro lado del telón, los soviéticos y sus aliados del campo "antiimperialista" tildaban de "agentes imperialistas" o "de la CIA" a quienes no comulgasen con la línea oficial del PCUS. Hoy, tras algunos años en relativo desuso, vemos florecer de nuevo el argumento ad hominem bajo las forma del argumento « del imperialista » o el del argumento « del agente de la CIA » en algunos sectores de la izquierda. Así, en la delicada coyuntura de las revoluciones árabes y la complejísima situación de Libia, hay quien ha considerado mucho más urgente defender la causa de los tiranos y descalificar a quienes dan su apoyo a estos procesos, que intentar analizar el papel de esos tiranos postcoloniales y las causas de las revoluciones en curso. La cuestión es ciertamente compleja, pero ningún amigo de la libertad, ningún comunista, puede engañarse cuando los pueblos o sectores importantes de ellos se alzan contra regímenes liberticidas y abiertamente cómplices del imperialismo como los de Ben Alí, Mubarak o Gadafi. Y, sin embargo, es eso lo que ha ocurrido en muchos casos: en lugar de analizar una coyuntura sumamente peligrosa para el imperialismo para intervenir en ella, la izquierda teleológica y bipolar ha preferido mostrar desconfianza hacia los pueblos rebeldes y confiar en los tiranos. 

Esta paradoja no es nueva y descansa en la escasa ilustración materialista de la izquierda y en la facilidad en que se deja deslizar por la cuesta religiosa y supersticiosa de las filosofías de la historia. Así, partiendo de una lógica bipolar, han llegado a confundir el propio contenido de una revolución socialista con el de un régimen despótico o una dictadura soberana con carácter vitalicio. Ciertamente, la historia de las revoluciones nos enseña que ha sido necesario a todos los regímenes revolucionarios nacientes tomar algunas medidas dictatoriales para establecerse y protegerse en los primeros momentos o incluso en períodos más largos. Esto no significa en modo alguno que la esencia del régimen revolucionario sea la dictadura y la carencia de libertades, sino que estas medidas restrictivas se hacen a menudo necesarias por condiciones exteriores al propio proceso, el cual no tiene ningún sentido si no es un proceso de liberación. Ahora bien, partiendo de la obvia constación de esta necesidad histórica exterior, la izquierda bipolar ha hecho de la dictadura una seña de identidad del propio socialismo. Si la revolución debe tomar formas dictatoriales, toda forma dictatorial, todo despotismo son expresiones genuinas de la revolución. De este modo regímenes infames como el de Gadafi y el de Al Assad tienen cabida en ese campo "antiimperialista" que da también acogida al despotismo casi surrealista de Corea del Norte. Inversamente, quienes nos oponemos a esos regímenes liberticidas en los que no queda un solo comunista vivo, somos para los bipolares, automáticamente "agentes de la CIA".

Sirva de ilustración de lo dicho un reciente artículo de Fernando Casares publicado en  Kaos en la Red dedicado a la denuncia y estigmatización de la posición de Izquierda Anticapitalista y de algunos intelectuales entre los que se encuentran mi amigo Santiago Alba Rico y Gilbert Achcar en favor de la insurrección libia contra Gadafi. Lo que en este ejemplar artículo queda excluido de entrada es el error propio y ajeno. Como generosamente el autor del artículo les había dado a los partidarios de esta postura la posibilidad de retractarse y estos no lo hicieron, afirma desengañado: "Pero a todo esto, cabía una pregunta. ¿Y si se equivocaron en su visión de la realidad y sus acontecimientos? Esto tendría una clara respuesta si existiese de su parte una autocrítica y algún tipo de rectificación sobre esta cuestión, sobre todo después de 7 meses. Nada de eso existió. Pero lo que es peor aún, confirmado la sentencia de Anaxágoras (la primera vez eres tú el culpable, la segunda lo soy yo), tienen hoy la misma posición intervencionista con la cuestión Siria." Podemos decir que en eso el autor no se equivoca, pues el sector que critica, sin leer con la suficiente atención, mantiene respecto de Siria la misma postura: la de apoyar la rebelión contra la tiranía y condenar toda intervención exterior. Poco vale, sin embargo lo que realmente se diga o deje de decir, pues fuera de la Iglesia, no hay salvación. 

De la mano de esta definición de dónde está la verdad y dónde el engaño, no puede Fernando Casares sino inferir que oscuros intereses movían y mueven a quienes discreparon y discrepan de él, así como de la doctrina y de la enseñanza de esclarecidos dirigentes: "No sería nada extraño cruzar vínculos entre esta agrupación de "izquierdas", varios intelectuales como Santiago Alba Rico y Gilbert Achcar, la Hermandad Musulmana, IHH, la Turquía de Erdogan y un sector internacionalista del frente pro palestino y antisionista. Desde luego, a juzgar por sus posicionamientos en el nuevo tablero geopolítico de la zona, no sería descabellado definirlos como una disidencia fabricada desde algunos centros del poder global a fin de taponar el verdadero avance de una izquierda auténtica antiimperialista y antisionista. ¿Alquien, acaso, podría creer en la ingenuidad de algunos de ellos? Es posible que algunos lo sean, pero no es posible que lo sean todos, y menos sus referentes intelectuales y ciertos dirigentes de la agrupación." Ya hay, en efecto, algunos blogs y páginas de Internet, cada una más grotesca que la otra, dedicados a "cruzar vínculos". Menos mal que no estamos en la Barcelona del 37 y no disponen del NKVD. Si nuestros "compañeros" bipolares no dieran risa por su rabiosa impotencia ante una historia que los desborda en el mundo árabe y hasta en la más cercana Puerta del Sol, darían miedo.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Leído en voz alta en un piso de estudiantes, te transmito los comentarios:

1) no utilizas argumentos adhominem i persona, evocando la alargada sombra del estalinismo, que nada tiene que ver con personas que manifiestan su disconformidad en la caracterización de un levantamiento popular masivo - posición defendida por el Secretariado Unificado?- ?

2) Sin perjuicio de esta consideración, entendemos que la caracterización que se hace de los levantamientos en Libia, Siria, ... en contextos políticos significativamente diferentes como Barhein, , todos iguales como "populares", puede dar pie a equívocos, no? Dónde está aquí el análisis materialista.

3) Esto no implica que ninguna de las partes que sostieene el análisis en un contexto político y social del que claramente nos llega información muy sesgada y parcia sea un adlátere del capitalismo o faccioso, no?

Teniendo que extremar la prudencia y la humildad, en aras de no tener que sonrojarnos ante un error mayúsculo.

Los sirios están pidiendo que los bombardee la OTAN? de verdad?

En conclusión, después de la conversación, humildad en el acierto y generosidad o respeto en el desacierto. No es cualquier cosa, está juego la solidaridad de clase internacionalista y la militancia cotidiana en contextos occidentales.

(seguramente no eres el más adecuado para recibir este comentario, pero hemos pensado que te seríaa interesante recibir feedback).

Salud!

Pau, Guillem i Anna.

Mordechaj dijo...

Por continuar con la discusión, desearía hacer mención a algunas suposiciones tendentes a la confusión y referidas a las teleologías (Lo coloco en partes porque no me deja en una. Pido disculpas):

1) El uso de argumentos teleológicos no implica el uso de argumentos providencialistas. La diferencia suele estar, efectivamente y como indicas, en su alcance o extensión. La Providencia se suele asociar a una extensión tal que abarca toda la Historia de la Humanidad, que coincide con la historia de la Salvación, por emplear términos técnicos a los que aludes implícitamente (al hablar de la Iglesia). Aquí la diferencia es intensiva, de sentido, no de alcance. Teleología Totalitaria no es Providencia, tal y como la entiende el defensor del Cristianismo, por ejemplo.

2)No toda Teleología Histórica (total) es Providencia. Ten presente que, como bien explicas, la Teleología Histórica hace necesarios los pasos en la misma, pues es lo que ha de llegar lo que justifica y explica lo anteriormente acaecido. La Providencia cristiana, por ejemplo, no. Por qué? Porque no es necesaria. Hay una cosa a la que no renunciará el defensor de la Providencia: la libertad de acción del individuo. Por ejemplo, tenemos a los teólogos de la Liberación en este sentido.

3) La inclusión de la libertad en todo el entramado 'argumentativo' implica ciertas diferencias. Lo trágico del 'teléologo totalitario' es que sustituyendo la Providencia divina por una Antropología en la que el Hombre toma presumiblemente las riendas de la Historia, luego le arrebata a éste la libertad.

Mordechaj dijo...

(Parte 2)


4) La Teleología Totalitaria es determinista. La Providencia no. Es curioso, precisamente, que en la Alemania del XVIII fuera este el argumento que los teólogos reaccionarios emplearon para echar de la Universidad de Halle a Wolff...figura ilustrada y precedente de las filosofías deterministas de la Historia. 'Usted Herr Wolff es un determinista'. Y se lo decían los teólogos!

5) La analogía entre Iglesia y Estalinismo es constante. Creo que falla y, como toda analogía que falla, podría ser calificada de demagógica: vamos, que se queda en la forma y no tiene contenido sino retórico. La Iglesia comete errores al parecer. De vez en cuando salen y hacen como que los reconocen. Ojo, esto no lo haría jamás un régimen totalitario bajo tu descripción. Casos recientes son la retractación de Galileo (Ciencia), la supresión de eso que se llamaba Infierno (en la Doctrina de la Fe), e, incluso, hemos visto en cosa de doce meses al bueno de Benedicto saltarse a la torera la prohibición total del uso del preservativo -2009-2010-(Política Pastoral, le llaman). Como no son equiparables entonces al Padrecito, la analogía no existe.

6) La doctrina ex cathedra que hace infalible en teoría al Papa depende de dos cosas. Primera, no es anterior al 1870. Concilio Vaticano I, al parecer. Esto hace que los desmanes de la Iglesia, por ejemplo, inquisitoriales, sean independientes del dogmatismo papal. Caso clave? Espanha. 1874 todavía veía a la Inquisición en estas tierras. Luego...comparativamente una cosa es independiente de la otra. Se puede dar Inquisición con o sin Infalibilidad. Por qué? Porque el brazo ejecutivo es distinto al doctrinario. Segundo punto respecto a esto, la doctrina de la infalibilidad atanhe supuestamente sólo a artículos definitorios de la fe. Se votó incluso en un cónclave de obispos, y no implica la 'inerrabilidad' del Papa -al menos por definición según establece la Iglesia-. Esto ya luego podemos dudarlo. Se circunscribe además políticamente a un pequenho estado llamado Vaticano. Políticamente digo. Los que viven dentro de este estado lo han decidido por su cuenta y riesgo. Los fieles también suelen decidirse a cumplir o no con el Papa por su cuenta y riesgo. La Guardia Vaticana no viene a llevarte de la oreja si se saltan alguna admonición.

7) Realizas al menos una contradicción en los términos y una definición non sequitur. La primera: si en la Teleología Totalitaria la persona queda subsumida en la idea, y ésta es, de hecho, asimilada sea cual sea su naturaleza -si está errada, el Partido sabrá asimilarla igualmente- entonces, cómo puede la persona ser objeto del argumento ad hominem? Entiendo por dónde vas, pero vas a tener que separar la teoría de la práctica. En teoría, el individuo es sus ideas. No es una persona. Orwell lo retrata de manera exquisita. La segunda, la definición non sequitur: 'ningún amigo de la libertad, ningún comunista'. Habría que resenhar que hay 'amigos de la libertad' que no son comunistas. O al menos, los ha habido. Nada que ver con el liberalismo económico. En ese caso, el intento de definición o igualación de términos es peligrosamente simplificador. Peligrosamente.

8) Una cuestión: Son todas las revoluciones árabes laicas? Pretenden serlo? Estoy de acuerdo contigo en que la Religión, a través de la idea de Providencia -creo yo- facilita las doctrinas teleológicas. En ese caso, una revolución que no sea laica incluirá tesis teleológicas y dogma. Las revoluciones árabes tienen una relación clara en determinados casos con el Islam. Nada que ver con otros casos revolucionarios que se declararon a la larga ateos incluso.



Gracias mil por tu exposición. Tiene mucha miga y da para el debate, cosa que siempre es de agradecer.

Iohannesmaurus dijo...

Estimado Mordechai:
Te agradezco mucho tus útiles puntualizaciones sobre la diferencia entre una concepción teleológica de la historia auténticamente religiosa y las exclusivamente inmanentistas. La "oikonomia", como proceso de salvación del hombre en la historia y la naturaleza y de revelación de la esencia divina parte de la libertad del hombre como capacidad para el bien y para el mal. Es, sin embargo, un determinismo en última instancia, porque la salvación es necesaria y ha sido revelada al creyente. Pero sólo en última instancia, pues el determinismo sólo se realiza en el fin de los tiempos. La ventaja de la "oikonomia" cristiana respecto del determinismo staliniano es que en la primera no suele haber nunca una coincidencia absoluta entre la historia humana y sus instituciones y la esencia divina, lo que deja un margen a la libertad. La Iglesia, al menos en esa posición mayoritaria (de la que disentirían De Maistre, Donoso Cortés o Carl Schmitt) no es comparable al partido, pues el cuerpo místico de Cristo es la figuración de una ausencia (como lo son los iconos, las imágenes de la virgen y de los santos), la paradójica "presencia de una ausencia". Por el contrario, el Partido stalinano se sitúa fuera de la lógica de la "oikonomia" y hace imágenes de lo presente: el icono de Stalin, a diferencia del de Jesucristo, apunta a una presencia compacta. El Partido, como representante de la actualidad de la historia humana, niega toda incompletud del mundo, toda libertad, toda política. En eso, tendría que haberlo precisado, sí que se parece a las posiciones del integrismo católico que he citado, aunque ciertamente difiere de la doctrina soteriológica de los Padres de la Iglesia que sí deja un lugar a la libertad. Aún así, no puedo no reconocer en una libertad "para el bien y para el mal" una clarísima expresión del delirio teleológico a que se refiere Spinoza. Tal vez una concepción del mundo basada en el sujeto y los fines sea la que conduce, por un lado al determinismo y por otro a una teoría de la libertad como arbitrio. No comparto ninguna de las dos posiciones.

En el punto 7, no entiendo cómo formulas la contradictio in terminis en que dices que incurro. Tampoco afirmo -guárdeme Dios- que sólo haya una tradición de la libertad que se ha denominado comunista. Por desgracia muchos enemigos acérrimos de la libertad se han autodenominado "comunistas" o "cristianos". LO que digo es que el comunismo deja de serlo y pasa a ser teoría del Polizeistaat cuando se aleja de una formulación de la libertad como potencia de la multitud (no fuerza de las masas) y libre acceso no propietario a los comunes. Sobre esto último, San Francisco y el propio Jesucristo tienen más que enseñarnos que muchos marxistas.
Tampoco he afirmado nunca que las revoluciones árabes sean exclusivamente laicas, aunque su móvil inicial, la lucha por la libertad y la dignidad civil frente a infames tiranías, sí lo es. De todas formas, como sabes, el laicismo se lo debemos a la tradición cristiana y tiene muchas más dificultades para llegar a formularse y practicarse en otras civilizaciones.

Iohannesmaurus dijo...

A pau, Guillem i Anna
Gracias por vuestro interés. Intentaré responder brvemente a vuestros tres puntos.
1) El argumento sería ad hominem si no explicara qué hay de común entre la teología política stalinista y los razonamientos, precisamente ad hominem, con que se intenta descalificar a algunas personas por lo que son. Aquí hago lo contrario: analizo la forma del razonamiento y llego a la conclusión de que coincide en parte con una concepción teleológica de la historia de la que es buen exponente el stalinismo.
Yo no tengo que ver con el Secretariado Unificado ni con ningún partido, pero si el SU de la IVa Internacional afirma que las revueltas árabes son masivas, significa que sigue teniendo ojos en la cara. Buena noticia.
2) Todas las insurrecciones árabes no son iguales, pero nombradme una sola que no vaya dirigida contra un régimen despótico.
3) Los sirios no están pidiendo que los bombardee la OTAN, pero sí piden solidaridad frente a un régimen criminal que, por cierto, ha asesinado a lo largo de su historia a tantos palestinos como el régimen colonial israelí, por no hablar de sus propios nacionales. Siria también participó en la primera Guerra del Golfo contra Iraq.

Si la solidaridad de clase internacionalista y la militancia cotidiana en contextos occidentales exige defender o mostrar comprensión hacia regímenes despóticos como el de Al Assad o el de Gadafi y descalificar las insurrecciones populares en el mundo árabe, que no cuenten ni con mi solidaridad ni con militancia. No entiendo cómo una parte de la izquierda puede mantener respecto de las revueltas árabes la misma postura de desprecio clasista y racista de la oligarquía venezolana frente al caracazo.
Un altre cop em podeu escriure en català, que així ho podré practicar.
Salut i llibertat!

Anónimo dijo...

Supongo que si lo unico que lees es la prensa alineada, llegas a formarte una opinion errada como la tuya. Refiriendome explicitamente al caso libio, siento decirte que ni gadafi era el terrible dictador que te han vendido, ni el pueblo libio ha formado parte del movimiento que ha acabado asesinandolo. A poco que te informes, te daras cuenta de cual era el verdadero nivel de vida del pueblo libio y de quienes formaban el movimiento rebelde. No se que es mas ridiculo, si la tremenda introduccion que te marcas para acabar justificando tu apoyo a la accion llevada a cabo o el creerte que el pueblo libio se ha alzado valiente y espontaneamente para derrocar al dictador que le martirizo durante 40 años. Gadafi, por unos y otros motivos, se habia vuelto peligroso para los intereses del imperio, lo mismo que en su dia paso con sadam o noriega. El resto es historia, y sino ahi tienes la declaracion de H. Clinton:"llegamos, vimos y el murio". Ahi deja bien claro quien ha eliminado el regimen de gadafi. El que no lo vea, no es que sea ciego, es que no quiere ver.

Iohannesmaurus dijo...

A Anónimo (último mensaje):
Es no sé si triste o divertido comprobar que los mismos argumentos que se utilizaban para defender el régimen de Franco sirvan ahora para defender el de Gadafi. Exactamente igual que usted los franquistas decían que Franco no era el terrible dictador que te han vendido" y que bastaba para convencerse de que aquello no era una dictadura comprobar los indudables avances económicos obtenidos con Franco: "de la alpargata al seiscientos". Muchos, como usted afirma respecto de Libia, decían a propósito del régimen del sanguinario tirano español que no se sentían en una dictadura, porque "podían hacer lo que querían". No dudo que en bastantes casos fuera cierto, pues cuando se liquida físicamente a la oposición y se intimida al conjunto de la población durante varios decenios, se suele obtener un importante consenso y la mayoría suele querer lo que quiere en el marco del régimen, sin preguntarse si existe la posibilidad de lgo distinto. Los muertos no protestaban, ni en la Libia de Gadafi, ni en la España de Franco.

En cuanto al pueblo libio, existen umerosísimas imásgenes de manifestaciones contra el régimen con amplio seguimiento de la población, no sólo en Bengasi. También hay numerosos testimonios de periodistas independientes que muestran la realidad de los shabab libios y de la sociedad que los apoyaba contra Gadafi y que, probablemente, los apoye de nuevo contra el régimen libio actual. Sobre los bombardeos de la OTAN le ruego lea los artículos anteriores sobre Libia de este blog cuyo autor siempre se ha expresado contra esa muerte industrial y anónima que se expresa en los campos de exterminio o los bombardeos humanitarios.

Gadafi, por lo demás, se había vuelto peligroso para los intereses de un Imperio al que servía fielmente estos últimos años, porque había en su país una revuelta popular incontrolada. La "ayuda" de la OTAN sirvió para secuestrarla y hacer que la representase un gobierno de oportunistas, transgadafistas, islamistas y agentes extranjeros. Sepa, de todas formas que ni en Libia, ni en Egipto, la revolución ha terminado.

Me temo que usted no aprecia el valor de la libertad porque le resulta más cómodo y seguro enrocarse en una postura ideológica supuestamente "antiimperialista" y le parece muy trangresor identificar a déspotas manifiestos con dirigentes revolucionarios genuinos, a Gadafi con el Che o con Fidel. De seguir las cosas como están por Europa, tendrá usted ocasión de conocer en sus propias carnes los efectos de regímenes despóticos que nada tienen que ver con el "antiimperialismo" y menos aún con el socialismo.

CarlosCM dijo...

Me parece que el ejército social creado por el capitalismo, tan poderoso, tan disciplinado, ha determinado que la Revolución, las Revoluciones se conviertan en espejo deformadísimo, no tanto del original capitalista, pero sí de su alternativo y primigenio planteamiento comunista y libertario.

JD parece admitir esta circunstancia histórica: la rebelión que busca continuidad revolucionaria (o sea, no solo ser “naciente” flor de un día) se vería forzada, dado el contexto agresivo de acoso capitalista, a “dictatorializarse” y figuras como la del partido, con su mano de hierro, el padrecito Stalin, son promocionadas ad nauseam, … y hasta aparece lo peor de Bertolt Brecht, incluyendo el famoso poema denostado por Hanna Arendt (poema que, ¡atención!, según la propia Arendt era malo …eso ya lo dice todo).

En las palabras de JB:
“Ciertamente, la historia de las revoluciones nos enseña que ha sido necesario a todos los regímenes revolucionarios nacientes tomar algunas medidas dictatoriales para establecerse y protegerse en los primeros momentos o incluso en períodos más largos”.

Sin embargo, dicho así parece tibia la situación descrita, cuando en realidad, en el caso de la Revolución rusa hubo una terrorífica guerra civil de varios años con intervención extranjera capitalista. Cuando acabó, sin que se hubiera desintegrado el estado soviético, empezó entonces su “integración”, por no llamarla “normalización”, en el “concierto de naciones”. Así, a lo largo de los años 20, la Rusia soviética va volviendo a ocupar su lugar en el viejo mundo de los intereses de clase y de Estados, recogiendo eventualmente hasta el testigo vacante de la Rusia zarista.

La abismal crisis del 29, con el colofón de la subida de Hitler al poder en 1933 fueron nefastos para extremar todas las paranoias de acoso y derribo. Así, Stalin se va afianzando en ese “desplazamiento” de la Revolución, dando aquí la URSS una respuesta al mundo dominante de los años 30, violento, agresivo y … dictatorial. Pero su posición en el concierto internacional no es de fuerza y de ataque, como el capitalismo siempre ha tratado de mostrar, sino de defensa. Stalin recuerda a los Corleone de “El Padrino”, que, para “proteger mejor a los suyos”, matan incluso a los “suyos”. Bueno, en el caso de Stalin más bien solo ordena matar a “los suyos”. Paranoica mezcla de poder e inseguridad.

De hecho, levantar el socialismo en un solo país era una apuesta a un único número, y la banca –capitalista, claro- tenía los demás (por el contrario, si cae el capitalismo en USA, solo cae USA, pero no el capitalismo). Además la “banca” capitalista dejó hacer, por no decir que “hizo venir” a unos matones: los nazis y los fascistas, para el trabajo sucio. Es decir, en los años 30 el capitalismo acaricia la idea de que Hitler pueda ser un títere muy útil de cara a un nuevo intento de desintegrar a la URSS.

Bajo este paradigma explicativo, el pacto germano-soviético se presenta bajo otra luz: Stalin está obsesionado, no con ocupar Polonia, sino en conseguir tiempo esencial para defenderse ante la magnitud de la marea nazi que se avecina.
Mientras, los capitalistas especulaban, sobre todo en Londres y New York/Washington (¡como siguen haciéndolo!, por ejemplo, ahora con las primaveras árabes) con todo este conflicto para ver qué ventaja podían sacar, pero siempre con la mira puesta en el objetivo principal de destruir la URSS, si bien es verdad que los acontecimientos de la propia guerra hicieron bascular ese objetivo a más largo plazo ante el más acuciante de controlar el “Golem” nazi que habían creado (Hitler se les había ido de las manos). Pero controlarlo, astutos capitalistas, dejando que fuera la URSS la que llevara el mayor peso de la guerra (desde el desembarco de Normadía hasta el fin de Hitler no pasa ni un año: los rusos llevaban casi cuatro, por no hablar de la trágica sangría humana).