lunes, 9 de noviembre de 2009
El comunismo ha derribado el muro de Berlín
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo."
Bertolt Brecht
Cuentan que hace veinte años cayó un muro infame que separaba las dos partes de un país. Cuentan que ese muro fue erigido por los defensores de una idea totalitaria que llamaban "comunismo". Cuentan que el muro servía para que la población no se escapara al otro lado, a la Alemania capitalista donde imperaban la democracia representativa y una economía social de mercado. Y, sin embargo, lo que había del lado socialista no era sino un reflejo degradado del capitalismo: una sociedad de consumo algo cochambrosa donde había supermercados, pero no siempre había gran cosa, circulaban automóviles por las calles, pero su motor era de motocicleta y sus carrocerías de algo que no se parecía demasiado al metal. El gobierno era tan democrático que se identificaba automáticamente y a priori con las mayorías sociales. Todo eso funcionaba bajo la dirección autoritaria y paternalista de un Partido Socialista Unificado que alguna vez en los años 50, según nos cuenta Bertolt Brecht, tuvo la tentación de disolver al pueblo antes que disolver su gobierno. El poder de ese partido y de su régimen, al igual que el del PCUS en la URSS se basaba en un pretendido saber sobre la historia y sobre la realidad. Jacques Lacan reconocía en este poder que pretende ser enteramente un saber el pedante "discurso de la universidad". El partido como "intelectual colectivo" sabía la verdad de un presente que la población se limitaba a vivir o sufrir. Die Partei hat es immer Recht. El Partido siempre tiene razón, porque es quien representa la avanzadilla extrema del progreso histórico al ser la vanguardia del proletariado. El socialismo se impone así a la población con la evidencia que, según los fisiócratas, debería guiar todos los actos del soberano. Más que como una opción política, se presenta como una verdad científica. Quien no esté de acuerdo se equivoca o se engaña o engaña a los demás y se convierte en un enemigo objetivo del Estado de los trabajadores. Como todo dispositivo experimental el socialismo de Europa del Este requería aislarse del entorno. El muro fue parte del mecanismo de producción de verdad propio del socialismo. Como en un laboratorio o en una clínica, era prioritario impedir la contaminación.
El muro del socialismo es así lo contrario del comunismo, de ese "fantasma que recorre Europa" del que nos hablaban Marx y Engels y que causaba legítimo espanto a burguesías, tronos y gobiernos. En la República Democrática Alemana y en la Europa del Este quien tenía miedo era fundamentalmente el régimen que gobernaba en nombre de los trabajadores, expropiándolos en su propio nombre de su capacidad de decisión y de sus medios de producción, expropiándolos de su riqueza y mermando su capacidad productiva. El socialismo con su propiedad estatal es tan expropiador de los bienes colectivos como el propio liberalismo con su propiedad privada obligatoria. Los poderes del capital pusieron siempre barreras contra el comunismo, pues lo veían como una indomable fuerza de libertad capaz de difundirse por doquier, pues el comunismo no es sino la fuerza de lo común. El poder que levantó el muro de Berlín, nada tiene que ver con el comunismo. Ese poder del socialismo de Estado tenía que protegerse: tenía miedo, tanto miedo que fichó a casi toda la población e instauró un régimen universal de delación. Tanto miedo que sólo supo imitar al Estado y al capitalismo.
Hace veinte años que desapareció el muro bajo el impulso de una población que ya no creía en el poder de la pequeña burguesía inculta y autoritaria del Partido. Una pequeña burguesía cuya mediocridad sólo es comparable a la del franquismo. "Gestión autoritaria de la vida cotidiana" es lo que vió Rossana Rossanda en el franquismo; es también lo que había en la República Democrática Alemana. Un régimen de orden que tenía miedo a su propia población y al mundo exterior.
La caída del muro se ha convertido, sin embargo en una fecha emblemática de un pretendido fin del comunismo. Con el muro se habría acabado toda alternativa al capitalismo. Y, sin embargo, por mucho que los dirigentes occidentales y los "nuevos" dirigentes de la Europa del Este celebren juntos la caída del muro, son ellos ahora quienes tienen miedo. Ha desaparecido un muro y son ahora los pretendidos vencedores del comunismo quienes de Palestina a Ceuta, de la frontera sur de los Estados Unidos al Sáhara Occidental, y en cualquier barrio periférico de las grandes ciudades elevan muros sin cuento. Muros de piedra o de cemento, muros electrónicos, muros de papeles o incluso flotas enteras para impedir el libre movimiento de individuos y poblaciones, muros legales que son las leyes de excepción permanente. Ya no basta un sólo muro. Para defender el capital se han alzado y siguen alzándose cada día muros de todo tipo.
Pero a pesar de los muros, como en la muralla china de Kafka, mucho antes de que termine la improbable construcción del muro definitivo contra los bárbaros, los bárbaros ya acampan en el centro de Pequín. El fantasma ya no está encerrado en su ruinosa fortaleza "socialista", el comunismo está hoy libre y recorre zonas importantes del mundo. Es incluso la base de la producción capitalista: la cooperación directa entre los trabajadores, su capacidad de comunicación y autoorganización son el fundamento de la productividad y de la riqueza. Hoy ni el capital ni el Estado son capaces de organizar la producción. Sólo el comunismo puede hacerlo. Producir hoy es construir los medios productivos comunes y poder acceder libremente a ellos. La explotación capitalista desprovista de cualquier función organizativa vuelve así al modelo feudal: el capital ya no organiza la producción y se apropia del plusvalor, no ya como beneficio sino como renta (financiera). El capitalismo es ya "Ancien régime", antiguo régimen que convive con el nuevo tercer estado.
El comunismo no está fuera del capitalismo, sino en su propio interior. Las imágenes del socialismo y de la Guerra Fría que presentaban el comunismo como algo exterior y ajeno al capitalismo servían de bálsamo para las angustias de todas las burguesías. El comunismo estaba allá, detrás del muro, se decían. Y, sin embargo, del otro lado no había sino el fantasma del fantasma: una ridícula parodia del capitalismo orquestada por un Estado despótico. El comunismo, como fuerza productiva estaba desplegándose potentemente en el Oeste...y en el Este, desde los años 60 (Praga, Varsovia, antes Budapest, luego París, Europa occidental, los Estados Unidos...) siendo la fecha emblemática el mayo del 68 que Sarkozy se ha prometido enterrar. Un comunismo insospechado, sin banderas rojas ni cánticos, sin partido, pero capaz de reconocerse con bastante facilidad en la tradición revolucionaria, un comunismo de los comunes, de las externalidades sociales indispensables a la producción en el postfordismo. Un comunismo que ha derribado el muro de Berlín y promete derribar todos los demás.
martes, 13 de octubre de 2009
Libro de John Brown: "La dominación liberal"
Podéis obtener más datos y leer la introducción del libro en pdf en la dirección siguiente:
http://tierradenadieediciones.com/tierradenadie/?p=183
viernes, 9 de octubre de 2009
Premio Nobel al bombardeo humanitario y al golpe democrático
"Antichristus:
Ista predixerunt mei predicatores/viri mei nominis et iuris cultores
Hec mea gloria quam diu predixerunt/qua fruentur mecum quicumque meruerunt
Post eorum casum quos vanitas illusit/PAX et SECURITAS universa conclusit"
Ludus de Antichristo ca 1160
(Esto predijeron mis predicadores/hombres que cultiman mi nombre y mi derecho
Esta gloria mía que ha mucho predijeron/de la que conmigo disfrutan quienes la merecieron,
Tras la caída de quienes burló la vanidad/ha establecido la PAZ y la JUSTICIA universales)
Acaba de saltar -como se dice- la noticia: Barack Obama recibirá el premio Nobel de la Paz. Viene así a unirse a la lista de galardonados que incluye algunos turbios personajes o genocidas declarados como Kissinger o Menahem Begin. El mérito del presidente norteamericano: haber dado un nuevo impulso a la diplomacia en las relaciones internacionales y haber sostenido el maltrecho sistema de las Naciones Unidas.
Para quien crea aún que las Naciones Unidas son un instrumento de paz, baste recordar las sanciones de esta organización sufridas por Iraq y que dieron como resultado más de un millón de muertos entre la población civil por falta de suministros médicos y sanitarios fundamentales como el cloro para depurar el agua, medicamentos y material quirúrgico esenciales. La catástrofe social y sanitaria se vio complementada por los bombardeos casi diarios de Iraq con bombas de uranio empobrecido. Los iraquíes no lo olvidaron y, poco después de la invasión americana que sellaba la destrucción de su país, trataron la sede de las Naciones Unidas como un objetivo de guerra.
Las Naciones Unidas también han legitimado -a costa de una flagrante violación de su propia Carta- la invasión y ocupación de Afganistán que Barack Obama perpetúa. Los ataques diarios contra la población civil afgana suman ya miles de víctimas. Todo esto se combina además con una singular instauración de la democracia en la que la OTAN, bajo mandato de las Naciones Unidas, puso en el poder a Hamid Karzai, personaje tan grotesco en el vestir -luciendo sus prendas de corte orientalista "clean" que nadie jamás vistió por aquellas latitudes- como corrupto en su actuación política. El masivo fraude electoral en las últimas elecciones que revalidaron en su cargo a Karzai fue tapado por las Naciones Unidas, la UE, la OTAN y Obama. Occidente en Afganistán no reacciona de la misma manera que en Irán y no ha tenido la brillante idea de organizar allí una de esas revoluciones de colores que le permiten acabar con gobiernos o regímenes molestos.
Es que la de Afganistán es la guerra colonial de los progres, como la de Iraq fue la de los "conservadores". Desde el principio fue saludada por destacados progresistas como una indispensable y bienvenida actuación contra el obscurantismo de los talibanes y hubo incluso quien consideró que tenía objetivos "feministas" como la liberación de la mujer afgana de los férreos lazos de la variante local del patriarcado. Habrá aún quien recuerde las declaraciones de la vicepresidenta de Attac, Susan George a la radio estatal sueca en las que afirmaba explícitamente su apoyo a la guerra y al propio George W. Bush en nombre de la liberación de la mujer y de la lucha contra el integrismo: "Me equivoqué cuando critiqué los bombardeos americanos sobre Afganistán (...) Valía la pena lleverlos a cabo para desembarazrse de los Talibán...Me gustaría darle las gracias a George Bush. Ha demostrado que era posible alcanzar a los terroristas y su recursos." Svenska Dagbladet, Estocolmo, citado por "Courrier international" (n° 585, 17-23 de enero de 2002).
En Honduras también se está ilustrando Obama por su defensa muy peculiar de la democracia, haciendo todo lo posible mediante su doble juego para que el gobierno golpista llegue hasta las próximas elecciones sin restablecer formalmente en su cargo al presidente Zelaya. Toda una labor de duplicidad que permite seguir siendo progre sin dejar de apoyar un golpe de Estado.
Del mismo modo, y volviendo a Irán, también parece Obama estar preparando un posible ataque contra Irán, tan injustificado como el ataque contra Iraq de su predecesor, pero, esta vez sí, con todas las bendiciones de las Naciones Unidas. La campaña de intoxicación de la "opinión pública", esto es del conjunto de las opiniones privadas de los individuos atomizados sometidos a los medios de propaganda/comunicación, puede que resulte aún más convincente.
La gran diferencia entre Obama y Bush es que Obama bombardea en nombre de la paz y da golpes de Estado condenando a posteriori a sus ejecutores. En ello cumple la recomendación de Maquiavelo. También parece seguir otra recomendación del mismo Florentino cuando este afirmaba: "Siendo siempre necesario que un príncipe sepa usar bien la condición de bestia, debe entre las bestias elegir la zorra y el león, porque el león no se defiende de los ardides y la zorra no se defiende de los lobos. Hay que ser por consiguiente zorra y conocer los ardides y león para amedrentar a los lobos." (Maquiavelo, El Príncipe, XVIII). El premio Nobel de la paz premia este año a la zorra astuta que sabe ocultar su naturaleza de león. ¿Dónde está aquí la paz?
jueves, 2 de julio de 2009
La Europa franquista
Francisco Franco
A quienes venimos defendiendo desde hace tiempo la esencial identidad entre las formas excepcionales y las normales del Estado capitalista no nos sorprende la última sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo contra Herri Batasuna/Batasuna (HB) . Tampoco nos extraña que esa resolución político-judicial se nos presente en un texto "original" francés que abunda en hispanismos (a título de ejemplo, el uso del término "compromis" que en la sentencia traduce el español "compromiso"-con el sentido de "comprometerse a algo"- cuando este término suele traducirse en los contextos de que aquí se trata por "engagement"). Además, su tufillo estilístico e ideológico y el que más de la mitad del texto se limite a reproducir la argumentación del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional españoles permiten sospechar que su redacción se ha confiado a algún representante de la justicia española. Los argumentos de la izquierda abertzale son simplemente ignorados en su sustancia o si acaso son rechazados mediante meras citas de pasadas resoluciones españolas.
Dos elementos resultan aquí capitales. Cuando argumenta el Tribunal de Derechos Humanos (TDH) en contra del recurso de Herri Batasuna/Batasuna lo hace afirmando que el Estado Español no ha conculcado mediante la disolución de esta organización ningún derecho fundamental pues es legítimo que el Estado Español defienda como marco exclusivo del ejercicio de la democracia y de las libertades su propio ordenamiento constitucional, el cual contempla entre otros aspectos la forma monárquica del Estado y su carácter unitario e indisoluble. De este modo, los pretendidos derechos humanos son los de cada ordenamiento constitucional "democrático" y no cabe que tengan la más mínima transcendencia respesto de este. Se trata de unos derechos humanos sin función constituyente alguna. El magistrado europeo, y por supuesto el español, habrían eliminado con gusto la famosa declaración de derechos del hombre y del ciudadano que sirve de preámbulo a la constitución revolucionaria francesa de 1789. Nada de poder constituyente para los titulares de los derechos humanos y ciudadanos, sólo la constitución. Tal es la sima en que se sitúa el pensamiento jurídico y político en la Europa postpolítica y neoliberal de Zapatero, Sarkozy, Berlusconi y otros partidarios de José Manuel Barroso.
Por otra parte, y siguiendo con estricta fidelidad la jurisprudencia española, la aplicación a las organizaciones de la izquierda abertzale ilegalizadas de la metonimia ilimitada característica del discurso antiterrorista se considera motivo suficiente para su prohibición. Organizaciones y personas se contagian y contaminan unas a otras mediante el más ligero contacto, lo que ha conducido a que se ilegalizaran y persiguieran con saña en el marco del sumario 18/98 organizaciones de defensa y promoción del euskera, grupos juveniles e incluso organizaciones independentistas que promueven formas de resistencia pacífica. Quien no condene a ETA por considerar que ETA es sólo un elemento dentro de un conflicto político en el que existen otras violencias y opresiones, en particular la del propio Estado Español, es inmediatamente identificado con esta organización. Frente a HB, se esgrime, por ejemplo, el hecho de que una organización que recibe el apoyo de la izquierda abertzale como Gestoras proamnistía figure en la lista de organizaciones terroristas de la UE. Cuando se sabe que esta lista es el mero resultado de la declaración de cada uno de los gobiernos de la UE, sin que la propia UE haya efectuado ningún tipo de comprobación previa, resulta cuanto menos chocante este tipo de "prueba". La lógica de la amalgama que ya está presente en la legislación antiterrorista y en el concepto antijurídico de "terrorismo" adquiere de esta manera, merced a la sentencia del TDH "credenciales democráticas". La ley de partidos queda así reconocida como una norma respetuosa de las libertades. Cabe preguntarse después de esto en qué consisten esas "libertades"
La legitimación de una norma orientada a la prohibición de formaciones políticas por el hecho de no apoyar -sin por ello desobedecer- un ordenamiento político y constitucional determinado constituye un precedente sumamente peligroso para las libertades y garantías en Europa. Supone, en particular la condena de toda organización que sitúe su actuación en un marco de antagonismo y que reconozca la situación "normal" como un momento de guerra civil. Toda organización marxista consecuente debería reconocer esta simple evidencia de la política materialista y se vería por consiguiente expuesta a una inmediata ilegalización. En países de "nuestro entorno" como Turquía, ya ocurre esto y se acusa de terrorismo a toda persona relacionada de un modo u otro con la organización comunista DKHCP o con cualquier otro partido que "promueva la lucha de clases". Parecería motivo de risa el que un hecho social indisociable de la mera existencia de las sociedades de clases pudiera "promoverse"; es como si, en otro orden de cosas, pudieran promoverse la ley de la gravedad o las órbitas de los planetas. Todos esto tendría hasta gracia si no fuera por los miles de presos políticos del régimen turco o porque, en esta Europa occidental modelo de libertades, una parte de la magistratura belga sigue ya esta doctrina en el caso Bahar Kimyongür que próximamente se fallará en Bruselas.
La apenas disfrazada dictadura militar turca y la España transfranquista -alegre y faldicorta como la quería Jose Antonio Primo de Rivera y con cunetas bien rellenas de cadáveres como la quiso Franco- sirven hoy de modelo a la legislación europea en materia de libertades fundamentales. En una famosa entrevista concedida al periodista Emilio Romero, el general Franco le recomendó lo siguiente para vivir tranquilo: "haga como yo, no se meta en política". Fascinante anticipación la del vetusto dictador: había descubierto la gobernanza neoliberal con más de una década de antelación. Ese sistema de "gestión autoritaria de lo cotidiano", ese "régimen sin tesis" que, según Rossana Rossanda era el franquismo, a diferencia del mucho más politizado y "revolucionario" régimen de Mussolini, permitió a España acercarse a una Europa que estaba haciéndose neoliberal y renunciaba ya desde mediados de los años 70 a cualquier pretensión democrática efectiva. Sólo faltaba para ello que Franco se muriera para que lo pudiera sustituir el sucesor por él nombrado y que se dieran algunos retoques "constitucionales" a un régimen que ya en los años 50 supo transmutarse en "democracia orgánica". Junto con un poco de sana alegria y de relajación en las costumbres, algo de costo y mucha heroina canalizada por vías muy oficiales, sin olvidar la marginación represiva del último foco de resistencia al régimen y su reforma -Euskal Herria, of course- se consiguió hacer de la dictadura franquista una democracia ejemplar. Como se solía decir en el franquismo con salerosa expresión hoy corroborada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: "en Europa nos miran con envidia".
viernes, 26 de junio de 2009
La "condena" del terrorismo o la amistad obligatoria
("El enemigo es nuestra propia pregunta hecha cuerpo")
Theodor Däubler
Se acusa hoy a Alfonso Sastre en medios de la derecha de la derecha así como del centro de la derecha y de la izquierda de la derecha españolas de ser un secuaz de ETA, incluso de haber proferido en un reciente artículo publicado en Gara , al menos de forma indirecta "amenazas" en nombre de no se sabe quién contra tampoco se sabe quién. Las "amenazas" en cuestión consisten en afirmar:
1. que en el País Vasco existe un conflicto político que opone a una parte considerable de la población de este país al Estado Español y a sus autoridades (gobierno y leal oposición)
2. que la manera en que los distintos partidos del régimen español vienen tratando este conflicto es sumamente violenta y agresiva, pues trata sencillamente de ignorar el conflicto eliminando a un enemigo político tachado de criminal y terrorista
3. que, de persistir el régimen español y sus representantes en esa actitud, el futuro sólo podrá estar hecho de violencia y dolor para todos
4. que la única vía de salida del conflicto vasco es una solución negociada que reconozca el derecho democrático de autodeterminación del pueblo vasco.
Lo que Sastre afirmaba en su artículo de Gara es considerado por los portavoces del régimen español como una amenaza, en la medida en que la perspectiva de estos últimos sobre la cuestión vasca se ve enteramente ofuscada por el pseudoconcepto de "terrorismo". Gracias a esta categoría político-penal, no sólo la violencia política de un pequeño sector independentista, sino la aspiración ampliamente mayoritaria a la autodeterminación que existe enttre la población vasca terminan reducidas a actividad criminal o, cuando menos a complicidad o tolerancia respecto de esta actividad. De este modo, una posición política que reúne tras de sí elección tras elección a la gran mayoría de los vascos, se convierte en una reivindicación que sólo puede expresarse de manera tímida y vergonzante...para no hacer el juego a los terroristas. ¿Y si lo que realmente hiciera el juego a los "terroristas" no fuese la propia despolitización y criminalización del manifiesto antagonismo político que enfrenta a la mayoría de los vascos con el Estado Español? Sastre se ha atrevido a indicarlo: por ello han caído sobre él las iras de políticos y periodistas del régimen.
La posición de Sastre, a este respecto, no es distinta de la defendida por el sector mayoritario de la izquierda independentista. La inmensa mayoría de los integrantes de ese sector político ilegalizado y perseguido con manifiesto menosprecio de las libertades y garantías propias del Estado de derecho, se opone a la violencia como medio de resolución del conflicto. Sin embargo también se niega a "condenar" la actividad armada de ETA, incluso los actos moralmente más reprobables como el asesinato a sangre fría de personas desarmadas. Lamentan, sin duda, los efectos de esta violencia y el dolor que causa, pero no la "condenan". Esto no significa que padezcan ningún trastorno bipolar de la personalidad, sino que la propia idea de "condena" como ha explicado con gran acierto Carlo Frabetti en los numerosos textos que ha dedicado a esta cuestión es una idea confusa en la que se entremezclan elementos morales, judiciales y políticos.
Respecto de esta confusión vale la pena hacer algunas precisiones. En primer lugar, una "condena" es esencialmente una de las conclusiones posibles de un juicio. El juicio suele ser una decisión entre los términos de un binomio de valores. Existe así un juicio estético que dirime entre lo bello y lo feo, un juicio moral cuyos términos esenciales son lo bueno y lo malo, un juicio jurídico que decide entre lo justo y lo injusto y el juicio pronunciado por la justicia penal que decide sobre la legalidad o la punibilidad de un hecho. En todos estos casos puede existir una condena o una censura de lo feo, lo malo, lo injusto o lo ilegal.
Ahora bien, cuando las autoridades españolas exigen que se "condene" a ETA, ¿qué están pidiendo? Desde luego, como bien señala Frabetti, no un juicio moral, pues a nadie que no sea un monstruo se le escapa la maldad moral de toda violencia contra personas indefensas, ya se trate de los bombardeos de aldeas afganas que apoya y financia el gobierno de Zapatero, del asesinato de centenares de miles de iraquíes mediante embargos, invasiones, bombardeos, etc., o del asesinato mediante un tiro en la nuca de un concejal de pueblo. La izquierda independentista vasca viene lamentando sistemáticamente el dolor causado por la violencia derivada de un conflicto político que el régimen español no quiere -ni puede- reconocer como tal. La condena reclamada tampoco puede ser estética, pues nadie ve belleza en este tipo de actos. En cuanto a la condena jurídica o judicial, tiene por característica que sólo pueden pronunciarla los órganos estatales competentes para ello. Por exclusión, lo que se pide es una "condena política", esto es, un oxímoro.
La política, tanto para Aristóteles como para Carl Schmitt, implica antagonismo, supone la designación de un otro "enemigo". Ese otro enemigo no se caracteriza por ninguna particularidad moral, estética ni jurídica que le haga acceder a la condición de enemigo. El enemigo no es enemigo porque sea ni malo, ni feo, ni criminal. El enemigo lo es sencillamente porque no es amigo, porque pone en peligro la cohesión y la propia existencia del modo de vida vigente en una sociedad de amigos. Amigo y enemigo son los dos elementos del binomio político. La consideración del antagonismo como esencia de la política no supone necesariamente una violencia en acto, pero sí un horizonte donde la violencia, e incluso la guerra son una posibilidad permanente. Una sociedad enteramente pacificada, de la que hubiera desaparecido toda posibilidad de violencia sería por consiguiente una sociedad sin política.
Las sociedades en que vivimos, sometidas a la gobernanza neoliberal y a la pretendida "autorregulación" del mercado, pretenden haber superado la violencia mediante el consenso y la tolerancia. Por ello mismo, toda realidad que plantee un desafío a su modo de existencia no es vista como enemiga, sino como criminal o patológica. El independentismo vasco en el Estado Español o el comunismo en cualquier Estado neoliberal son realidades de este tipo. De ahí que se exija a quien desee tener una existencia pública una condena política de ese enemigo que, por no reconocerlo como tal, denominan "terrorista". El terrorista es, en efecto, lo que queda del enemigo cuando la gobernanza neoliberal ha liquidado la política sustituyendo el antagonismo y la decisión por la gestión de cosas y personas, lo que los clásicos denominaban en los siglos XVII y XVIII "policía", "police" o "Polizei".
Lo que pretenden los responsables y portavoces del Estado Español transfranquista es que, por ese gesto de condena que reclaman, se proclame una inquebrantable amistad hacia su régimen cuyas cunetas y conciencias rebosan de cadáveres, sin por ello designar a ETA y al independentismo vasco radical como enemigos, sino tan sólo como criminales, malos, feos e injustos. Esta "condena" es, efectivamente un oxímoro, pues pretende establecer una relación política de amistad, ignorando cualquier horizonte de enemistad o antagonismo. Se instaura así una utopía postpolítica de la "amistad" obligatoria. Y si alguien se atreve a oponerse a esta amistad obligatoria, si se presenta abiertamente como enemigo, no se le combatirá como tal, mediante una lucha política, sino que se procurará eliminarlo como criminal, canalla o en la terminología de Rosa Díez, "garrapata" que en términos de Iturgáiz habría que "fumigar". Con razón dice Alfonso Sastre que de esta manera sólo pueden volver tiempos de dolor y sufrimiento para todos.
miércoles, 24 de junio de 2009
Hasta la victoria, a veces (artículo de Youkali)
Una reivindicación materialista del fracaso
(acerca de la Conferencia de Londres (13-15 de marzo de 2009) sobre la Idea de comunismo)
por Juan Domingo Sánchez Estop
http://www.youkali.net/Youkali7-7c3-JuanDomingoSanchez.pdf
miércoles, 17 de junio de 2009
Berlusconi, el « Papi » de la horda
Berlusconi, el « Papi » de la horda
John Brown
« ...marchó a Capri, gustándole mucho esta isla porque solamente era abordable por un lado y por entrada muy estrecha, haciéndola inaccesible por los otros, escarpadas rocas inmensamente altas y el abismo de los mares. » (Suetonio, Tiberio, II, XL)
Las imágenes de Villa Certosa, la mansión sarda de Silvio Berlusconi, que ha publicado El País y que ha reproducido en su sitio web el diario « La Repubblica » no escandalizan por lo más obvio. A estas alturas la exhibición de cuerpos de chicas y de algún político corrupto de Europa del Este tal y como Dios los trajo al mundo no es en sí llamativa: sólo puede llamar a escándalo a algún legionario de Cristo o a algún cura irlandés que prefieren cosas más « picantes ». Tiene razón Berlusconi cuando afirma que son « inocentes ». Sin embargo, su contextualización política ya lo es algo menos, pues se sabe que entre las fotos aparece también según Il Manifesto algún soldado de uniforme encargado de velar por la seguridad de la mansión. Además, la organización de las fiestas privadas del primer ministro italiano, contó con importantes medios públicos: aviones oficiales, escoltas, vuelos de una compañía privada propiedad de Berlusconi convertidos por decreto en vuelos « de Estado ». La mansión sarda del dueño de Italia es el lugar donde quien ostenta el poder excepcional, el poder ilimitado que puede incluso cambiar la ley penal para quedar impune, recibe el homenaje de chicas jóvenes que lo llaman afectuosamente « Papi ». En esto se aprecia algún parecido con Mussolini, quien recibía en el Palacio de Venecia visitas patriótico-sexuales de numerosas damas fascistas. Lo que llaman por ahí el erotismo del poder...Sin embargo, hay que remontarse al pasado histórico y aun al mítico para entender la dimensión de las imágenes que tan generosamente nos prodigan y publicitan jueces, políticos y periodistas, funcionarios todos ellos del Espectáculo.
Llama la atención la fidelidad del montaje de Berlusconi a guiones bastante clásicos. Su pequeño paraíso sardo tiene mucho que ver con el del emperador Tiberio. El palacio de Tiberio se encontraba también según nos refiere Suetonio en las Vidas de los Doce Césares en una isla, en este caso Capri, que el emperador eligió por la dificultad de acceder a ella. El espectáculo del poder se manifestaba también en este caso por la exhibición de sus peculiares aficiones sexuales: « En su retiro de Capri tenía una habitación destinada a sus desórdenes más secretos, guarnecida de lechos en derredor. Allí un grupo elegido de muchachas y de jóvenes disolutos, reunidos de todas partes, y algunos que habían inventado monstruosos placeres, y a los que llamaba sus maestros de voluptuosidad (spintrias), formaban entre sí triple cadena, y entrelazados de esta manera se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus lánguidos deseos. Tenía además diferentes camaras diversamente arregladas para estos placeres, adornadas con cuadros y bajo relieves lascivos, y llenas de libros de Elephantidis, con objeto de tener en la acción modelos que imitar. Gracias a él, los bosques y las selvas no eran más que asilos consagrados a Venus, y veíase a la entrada de las grutas y en los huecos de las rocas la juventud de ambos sexos mezclada en actitud voluptuosa, con trajes de ninfas y silvanos. Así es que el pueblo, jugando con el nombre de la isla, daba a Tiberio el de Caprineum. ». La apropiación masiva de objetos sexuales de uno y otro género ignoraba también las barreras de edad: « Se dice que llevó la obscenidad más lejos aun, y hasta excesos tan difíciles de creer como de referir. Dícese que había enseñado a niños de tierna edad, a los que llamaba sus pececillos, a que jugasen entre sus piernas en el baño, excitándole con la lengua y los dientes ». Decadencia, corrupción, atributos del Imperio que contratan con la « virtud » y la austeridad republicana.
Ciertamente, Berlusconi en su mansión no parece haber llegado a tanto como Tiberio, aunque juega harto complacido con los límites de la mayoría de edad de algunas de sus huéspedes. Su exhibición remite a algo bastante primitivo, a una forma extrema de animalidad del poder que períodos de honda decadencia como el nuestro ponen de manifiesto. La dimensión de excepción que hay en todo poder político, en toda política que gira en torno al concepto de soberanía, posee un doble aspecto: por un lado tiene un carácter de transcendencia teológica pues, como sostiene Thomas Hobbes, es el soberano « lugarteniente de Dios en la tierra », pero, por otro, es pura violencia animal, pura apropiación brutal de la riqueza y de los objetos sexuales. En tiempos de decadencia como los actuales, cuando el poder supuestamente democrático ha perdido toda credibilidad, más allá del automatismo de sus rituales y de la repetición de sus hueros significantes, lo que predomina en él es la bestialidad. Ahora bien, la excepcionalidad de quien ostenta el poder, su particular situación más allá de la norma que se aplica a todos los demás, corresponde según nos enseñan Freud y Lacan a la posición del único macho no castrado, el único al cual la ley no es aplicable y que según Freud posee por lo tanto a « todas las mujeres ». Freud nos habla en Tótem y Tabú de este « padre de la horda primitiva » refiriéndose a una hipótesis sobre las formas de sociedad humana más primitivas formulada por Darwin y que arrojaría indirectamente luz sobre los posibles orígenes del totemismo: « La teoría darwiniana no concede, desde luego, atención ninguna a los orígenes del totemismo. Todo lo que supone es la existencia de un padre violento y celoso, que se reserva para sí todas las hembras y expulsa a sus hijos conforme van creciendo. Este estado social primitivo no ha sido observado en parte alguna. La organización más primitiva que conocemos, y que subsiste aún en ciertas tribus, consiste en asociaciones de hombres que gozan de iguales derechos y se hallan sometidos a las limitaciones del sistema totémico, ajustándose a la herencia por línea materna. ¿Puede esta organización provenir de la postulada por la hipótesis de Darwin? Y en caso afirmativo, ¿qué camino ha seguido tal derivación? ». Existiría por consiguiente, a modo de hipótesis más o menos mítica, una fase inicial de la humanidad en la que el padre de la horda « violento y celoso » se adueña de todas las mujeres y expulsa a sus hijos. La actual barbarie capitalista se complace en la exhibición de estas escenas. Poco importa que Berlusconi haya sido « víctima » de la indiscreción de los fotógrafos -o Tiberio de la de Suetonio- la exhibición voluntaria o involuntaria de esta apropiación de « todas las mujeres » es un elemento fundamental del ritual de un poder que se sitúa más allá de toda norma. « Papi » es el Padre de la Horda.
Esta situación anterior a toda ley y a toda organización social sólo pudo ser superada según Freud por el asesinato del padre: « Basándose en la fiesta de la comida totémica, podemos dar a estas interrogaciones la respuesta siguiente: Los hermanos expulsados se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo así un fin a la existencia de la horda paterna. Unidos, emprendieron y llevaron a cabo lo que individualmente les hubiera sido imposible. Puede suponerse que lo que les inspiró el sentimiento de su superioridad fue un progreso de la civilización quizá, el disponer de un arma nueva. Tratándose de salvajes caníbales era natural que devorasen el cadáver. Además, el violento y tiránico padre constituía seguramente el modelo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la asociación fraternal, y al devorarlo se identificaban con él y se apropiaban una parte de su fuerza. La comida totémica, quizá la primera fiesta de la Humanidad, sería la reproducción conmemorativa de este acto criminal y memorable que constituyó el punto de partida de las organizaciones sociales, de las restricciones morales y de la religión. » Con todo, la situación existente tras la muerte del padre es tan ambivalente como la que precedió a este acto fundador de la civilización. El padre muerto sigue presente detrás de la ley y de las prohibiciones: la ley se funda en un más allá de la ley que no está desligado de la violencia originaria: « Para hallar verosímiles estas consecuencias haciendo abstracción de sus premisas, basta admitir que la horda fraterna rebelde abrigaba con respecto al padre aquellos mismos sentimientos contradictorios que forman el contenido ambivalente del complejo paterno en nuestros niños y en nuestros enfermos neuróticos. Odiaban al padre que tan violentamente se oponía a su necesidad de poderío y a sus exigencias sexuales, pero al mismo tiempo le amaban y admiraban. Después de haberle suprimido y haber satisfecho su odio y su deseo de identificación con él, tenían que imponerse en ellos los sentimientos cariñosos, antes violentamente dominados por los hostiles. A consecuencia de este proceso afectivo surgió el remordimiento y nació la consciencia de la culpabilidad, confundida aquí con él, y el padre muerto adquirió un poder mucho mayor del que había poseído en vida, circunstancias todas que comprobamos aún hoy en día en los destinos humanos. Lo que el padre había impedido anteriormente, por el hecho mismo de su existencia, se lo prohibieron luego los hijos a sí mismos en virtud de aquella «obediencia retrospectiva» característica de una situación psíquica que el psicoanálisis nos ha hecho familiar. » Todavía -o, más bien ya- no estamos en esta fase. « Papi » y los demás cesarillos orangutanescos del capitalismo en su fase de putrefacción parecen gozar de buena salud.