jueves, 27 de enero de 2011

Los comunes: el chorizo de pago de Serrat y "toda la vieja mierda"


"Cuando descargas mp3, te estás descargando comunismo"



"also mit der Notdurft auch der Streit um das Notwendige wieder beginnen und  die ganze alte Scheiße sich herstellen müßte"
(Marx-Engels, Die Deutsche Ideologie)
(con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se restablecería necesariamente toda la vieja mierda)
(Marx-Engels, La Ideología Alemana)
"Yo he pasado por delante de una charcutería -ha puesto como ejemplo-, he agarrado un chorizo y me lo he llevado, de forma que el charcutero me ha dicho 'oiga, que hay que pagarlo', yo le he contestado 'pues usted perdone, ¿qué le debo? [...] Me parece que con los artistas tendría que pasar lo mismo, y no sé por qué se producen situaciones tan confusas y difusas sobre la propiedad intelectual; lo ignoro, pero yo, hasta la fecha, tengo que pagar por todo lo que uso y consumo". 
Joan Manuel Serrat (Público, 26 de enero de 2011)

1.
Son interesantes las últimas declaraciones de Joan Manuel Serrat sobre la propiedad intelectual. Afirma en sustancia que la única posición éticamente aceptable es pagar por lo que se consume. Apela al sentido común y sostiene que en una charcutería, si intenta llevarse un chorizo sin pagar, el dueño de la tienda le recordará más o menos amablemente lo que tiene que hacer para llevárselo. Todo el mundo entiende lo que quiere decir el famoso cantante español. Lo entiende porque se reconoce inmediatamente en sus palabras. Serrat no intenta demostrar nada con su apólogo del charcutero, al menos no intenta hacerlo mediante una argumentación; se limita a decir que "todo el mundo sabe" y que "tú también sabes" que para consumir hay que pagar. La evidencia funciona no sólo en la medida en que la palabra que la expresa alude a determinados hechos, sino, sobre todo, en cuanto esa palabra se dirige a alguien, lo interpela como alguien que "también sabe" y forma parte de la comunidad de los que saben "lo que todos sabemos". Serrat no es el primer agente de esa interpelación, tan repetida desde nuestra infancia y tan anclada en nuestras prácticas y nuestros miedos y esperanzas de sujetos de mercado, que nos resulta universal: "todos lo sabemos", "nadie lo negará". Tan universal nos resulta que puede parecernos incluso una directa aplicación de un principio de la razón, en concreto, del principio universal del derecho que Kant formulaba así: "Es justa toda acción que por sí o por su máxima, no es un obstáculo a la conformidad de la libertad del arbitrio de todos con la libertad de cada uno según leyes universales". Si me llevo un chorizo sin pagar, estoy realizando una acción que por sí se opone a la libertad del arbitrio (o la manifestación fenoménica de la libertad) del carnicero, pues la libertad de este se expresa como propiedad sobre una cosa, en este caso, un embutido. Por eso, cuando nos propone, o más bien impone, Serrat su argumento charcutero en favor de la propiedad privada (intelectual)  y consultamos con nosotros mismos sobre su validez, sólo podemos asentir.

2.
Efectivamente, para Kant, la idea de una libertad que no se pueda expresar como tal mediante la propiedad de una cosa es contradictoria: "Es posible que yo tenga como mío todo objeto exterior de mi arbitrio. Es decir, que una máxima según la cual, si hiciera ley, un objeto del arbitrio debería ser objetivamente sin dueño (res nullius) sería injusta. [...] la libertad se privaría por si misma del uso de su arbitrio, respecto de un objeto de este arbitrio, declarando fuera de todo uso posible algunos objetos útiles. Es decir, que los anularía en cierto modo bajo el punto de vista práctico y los convertiría en res nullius, aun cuando el arbitrio en el uso de las cosas está formalmente conforme con la libertad exterior de todos según leyes generales".(Immanuel Kant, Metafísica de las costumbres, Principios metafísicos del derecho, Derecho privado, capítulo 1). Una libertad sin objetos para su arbitrio se haría, por consiguiente, enteramente invisible en el mundo. Es interesante en la reflexión de Kant que nunca se concibe la posibilidad del disfrute o utilización colectiva de una res communis sin mediación del mismo poder de Estado que protege la propiedad privada y que transforma lo común en público. Sólo son concebibles pues la propiedad privada y la pública (estatal), pero ambas se basan en la negación de lo común. La idea de un bien común de libre acceso para todos resulta inconcebible desde esta elevación a principio universal de las condiciones del mercado capitalista. No sólo Kant, el conjunto de la tradición jurídica sostiene este planteamiento. No sólo los filósofos lo hacen, sino, a diario, el propio derecho. Las categorías del derecho, reproducen a los sujetos del mercado como sujetos de derecho. Los términos, los significantes del derecho, sólo cobran significación en la práctica social del mercado. En tanto que cosas, los significantes jurídicos (sujeto libre, cosa, contrato, obligación, propiedad...) producen efectos específicos: la constitución de un determinado tipo de sujeto que se reconoce libre y conscientemente en el discurso jurídico y que, por ello, puede participar en el mercado como agente libre y consciente de sus intereses y derechos. Como sujeto de derecho y como individuo sujetado por el discurso jurídico soy también agente de mercado. En otros términos, como sostiene Louis Althusser, el aparato ideolígico de Estado jurídico, con su discurso y sus instituciones específicos es el elemento fundamental en la constitución y la reproducción de la relación mercantil, con la particularidad de que el discurso jurídico es el que más cerca se encuentra de la "realidad" del mercado.

3.
Existe, sin embargo, un más allá del derecho, algo que el derecho no puede integrar en sus categorías y siempre debe dejar fuera. En ese más allá figuran la violencia y los comunes. La violencia es la violencia de la expropiación, desde la violencia terrorista de los propietarios que dio lugar a la acumulación originaria de capital hasta la expropiación permanente que se confunde con el proceso de trabajo y con la explotación; pero es también la otra violencia, la que resiste a la expropiación y a la sujeción. Es una violencia que el derecho sitúa necesariamente en su exterior pues no puede en ningún caso expresarse en términos de un acuerdo entre voluntades libres. Lo otro que el derecho deja de lado es el objeto que la violencia expropiadora arrebata a la multitud : los comunes. Sólo en un contexto de expropiación privada/pública de los comunes puede mantenerse la lógica del mercado y del derecho como estructura fundamental de las relaciones sociales. 

En otro contexto -comunista- el libre acceso de todos a los comunes productivos y a la riqueza común haría pensable lo que tanto le cuesta concebir a Serrat -y a nosotros mismos, en cuanto seguimos siendo sujetos constituidos por el discurso jurídico y por la ideología jurídica. Sería perfectamente lógico tomar sin pagar el pan y el chorizo que se desee en una sociedad que hubiera desarrollado libremente sus fuerzas productivas. Marx y Engels consideran el desarrollo de las fuerzas productivas que desemboca en una sociedad de la abundancia como una condición indispensable y una consecuencia necesaria del comunismo: "este desarrollo de las fuerzas productivas (que entraña ya, al mismo tiempo, una existencia empírica dada en un plano histórico-universal, y no en la existencia puramente local de los hombres) constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella sólo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la porquería anterior ("die ganze alte Scheisse")" (Ideología Alemana, Feuerbach, II, 5). Se trata aquí de una abundancia y de una riqueza que no tiene ya la cualidad de una "gran acumulación de mercancías", sino de una gran capacidad de producir valores de uso. En tales condiciones, posiblemente no hubiera ninguna dificultad para que Serrat se llevase a casa su chorizo y su pan sin tener que pagarlos (lo que sería imposible, en cambio, es que lo hiciera pagando), tampoco para que las obras de los artistas y de los escritores se difundieran gratis sin que estos tuviesen como tienen ahora más afán de enriquecerse que de desarrollar y difundir sus propias obras. No creo que Homero ni Hesiodo, ni Mozart tuvieran esa visión mercantil de su propia obra; eso no les impidió producirla ni supuso ningún obstáculo para que su fama llegara hasta nosotros. También es probable que un charcutero que no se vea impulsado por el afán de beneficio haga mejores chorizos. 

4.
La tragedia de los comunes es que existen ya y son la base de una economía capitalista parasitaria y gracias a ellos la abundancia, incluso una mejor abundancia es posible. Estamos hoy a diario confrontados a formas intensas y difusas de cooperación e intercambio perfectamente gratuito sobre las cuales cae la red del control capitalista: imposición de la relación salarial, del valor, de la rentabilidad financiera y de toda la vieja mierda. Los comunes son hoy  ese bien que buscaba Spinoza al principio de su Tratado de la Reforma del Entendimiento: "un objeto que fuese un bien verdadero, de suyo comunicable [sui communicabile], y mediante el cual el alma, renunciando a cualquier otro, puediese verse afectada en exclusiva, un bien cuyo descubrimiento y posesión diesen como fruto una eternidad de alegría continua y suprema." Para Spinoza se trata del conocimiento de la naturaleza y de Dios, conocimiento compartido y comunicable que constituye lo común y produce a Dios mismo como res communis." Nada de mística: se trata sólo de la potencia de lo común sin ninguna trascendencia. Algo que nada tiene que ver con operaciones de compraventa: ya se ve que tampoco Spinoza vivió de sus derechos de autor.

viernes, 21 de enero de 2011

Túnez, la revolución tan cerca...




Por fin, una revolución. Fiel a la paradójica constante, la revolución tunecina se ha producido allí donde menos cabía esperarla. A las revoluciones, les ocurre como al sujeto según Lacan, que están donde no se piensa, y sólo se pueden pensar donde no están. La revolución es lo aleatorio e irrepresentable: el límite a toda concepción científica de la historia, el límite interno y estructuralmente necesario del propio marxismo como teoría de la historia. La revolución rusa se hizo según Gramsci "contra el Capital", la revolución tunecina se ha hecho contra Friedman y contra Hayek, contra el conjunto de la doctrina neoliberal. La dictadura tunecina parecía estable, la población pasiva y resignada, incluso los resultados económicos eran los mejores del sur del Mediterráneo, con un PIB per cápita que dobla el de Marruecos y supera en un 30% al de la vecina Argelia. El entorno internacional del régimen de Ben Alí no podía ser más amable con los gobernantes del "país de la sonrisa" o "el país del jazmín", como lo llamaba la propaganda turística. Todo iba bien según la letanía del régimen, en el mejor de los mundos sin libertad.

Todo iba bien..("kullu shi bi jair" decían constantemente la televisión y la prensa del régimen, émulos modernos del Pangloss de Voltaire), pero ciertamente no para todos, pues el reparto de la riqueza era cada vez más desigual a medida que se completaba el programa de liberalización promovido por el FMI. Túnez era el alumno predilecto del FMI; como lo prueba la satisfacción del presidente del FMI Dominique Strauss Kahn tras su visita a Túnez en 2008: "la economía tunecina, -afirmó- va bien … la politica económica seguida es sana y pienso que es un buen ejemplo a seguir por muchos países que son países emergentes… En Túnez, las cosas seguirán funcionando correctamente».  Para ello podía contarse con el terrible gendarme del capital que era Zine el Abidine Ben Alí. Ni oposición, ni sindicatos molestos, ni organizaciones independientes de ningún tipo: según la ley de asociaciones de Ben Alí, ninguna asociación podía negarse a aceptar a ninguna persona que deseare inscribirse en ella, con el resultado de que el partido prácticamente único se infiltraba en todas las asociaciones y acababa controlándolas...La despolitización general era así compatible con una floración de miles de ONG controladas por el régimen. Túnez se convirtió de este modo en un paraíso postmoderno de la gobernanza, de la participación controlada de la "sociedad civil" en las tareas de gobierno. Túnez no era sólo un régimen árabe personalista y exótico: en cierto modo, era la realización de la utopía de la gobernanza neoliberal, una Cuba del neoliberalismo autoritario. El régimen se presentaba a sí mismo como una tecnocracia que encarnaba el fin neoliberal de la historia y los gobiernos occidentales lo aplaudían o, en el mejor de los casos, ignoraban la brutal opresión que ejercía sobre el pueblo tunecino. Mientras tanto, el clan presidencial no paraba de acumular riquezas mediante una práctica de la corrupción y un perfecto control mafioso de la economía.


Todo cambió rápidamente cuando toda una categoría social vio reflejada su deseperación en la inmolación por fuego del joven Bouazizi. Bouazizi era uno más entre los centenares de miles de jóvenes tunecinos que habían estudiado, habían alcanzado incluso titulaciones de nivel universitario, creyendo en las promesas desarrollistas del gobierno, y tuvieron que enfrentarse a la realidad del desempleo y del trabajo precario. Con una licenciatura universitaria, Bouazizi se ganaba la vida vendiendo frutas y verduras sin la necesaria autorización legal y un día fue multado e insultado por una agente de policía. Eso bastó para que decidiera inmolarse en público mediante un fuego que ya no se apagaría. Esta masa de jóvenes licenciados en paro que Bouazizi representaba es una de las categorías sociales que más se han movilizado contra los regímenes del Magreb y, en general del norte de África. Tienen la suficiente formación para politizarse coherentemente y no caer en las garras de los aparatos ideológico-políticos islamistas y al mismo tiempo, han podido experimentar por sí mismos los límites del neoliberalismo autoritario. Son una categoría social que corresponde al nuevo proletariado precario y/o cognitivo que conocemos también en Europa y que protagonizó los movimientos antiglobalización, las grandes huelgas metropilitanas francesas de 1995 y 2010 y las movilizaciones estudiantiles masivas contra Bolonia en Italia y Gran Bretaña. En esto, Túnez tampoco es un país exótico, ni lejano: está más cerca de París o de Londres que de Riad..


La revolución estalló tras la muerte de Bouazizi, que desató una insurrección generalizada de la juventud y de gran parte de la población urbana. Surgió sin que nadie la esperara, mostrando que detrás de la aparentemente invencible fortaleza del régimen, se ocultaba una inmensa debilidad. Es algo que conocemos desde la antigüedad y que Jenofonte nos recordaba en su diálogo Hierón, donde nos muestra a un tirano siempre solitario que "deambula por su propio país como en territorio enemigo", que debe liquidar a las personas valientes, hábiles y justas y asociarse en cambio a los criminales, pues "Los criminales les inspiran confianza pues temen éstos, al igual que los tiranos, ser encarcelados si las ciudades recuperan un día la libertad.." La pasión de la tiranía es el miedo, miedo del tirano y miedo al tirano. Una vez desaparece el miedo, como hemos visto en Túnez, el castillo de naipes de la tiranía se derrumba. Sólo una pasión más fuerte que el miedo al tirano, la indignación, pudo determinar el fin de la sujeción, el rechazo de la condición de súbdito. Indignatio est odium erga aliquem qui alteri malefecit, la indignación es, conforme a la definición que da de este afecto la Etica de Spinoza "un odio hacia quien hizo mal a otro". La indignación deriva directamente de la emulación de los afectos que caracteriza al ser humano como individuo cuya identidad depende siempre del otro. La indignación es contagiosa: primero uno se indigna por el mal hecho a otro y se rebela contra quien lo hizo, si la rebelión es reprimida, la represión aumentará el número de sujetos indignados, sin que el proceso tenga otro límite que la caída del tirano o del régimen tiránico. Para que esto ocurra es necesario que la indignación sea más fuerte que el temor, lo cual requiere una fuerte identificación con la víctima de la injusticia, como ocurrió en Túnez. La indignación es la pasión revolucionaria y constituyente. Es una forma de odio, pero un odio basado en la identificación y en una solidaridad imaginaria con el otro que puede ser la base de solidaridades reales y de un nuevo orden político. 


Por este motivo, los regímenes de dictadura del capital en que vivimos fomentan la desidentificación del ciudadano medio con sus víctimas, desarrollando el miedo a quienes el poder nos representa como diferentes. El propio Ben Alí habló en un primer momento de un complot urdido desde el extranjero, y aquí mismo, en Europa, el fascismo avanza haciendo creer que los extranjeros son la causa de la liquidación del bienestar social exigida por las políticas neoliberales o que los gitanos son responsables de la inseguridad. También en la otra orilla del Mediterráneo tendremos que perder el miedo, el miedo a los otros, el miedo al poder que nos protege de los otros.... y de nosotros mismos, si no queremos volver a perder la libertad y la dignidad en un nuevo fascismo.

martes, 28 de diciembre de 2010

Por un 2011 autorizado por la lógica y prohibido por la policía



(En 2011 se cumplen los 140 años de la Comuna de París)

"Creo que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos"
J.L. Borges
"Les mauvais jours finiront"
("Los días malos se acabarán", de la canción La semaine sanglante)

¡Feliz año 2011 a todos los lectores y amigos del blog!  Un 2011 en que podamos seguir quitándonos de encima la losa del capitalismo, de las clases, del Estado, del sexismo, del racismo, del colonialismo y demás porquerías que, como dijo K. Marx, están "autorizadas por la policia y vedadas por la lógica", y tengamos la fuerza de hacer realidad cotidiana un mundo vivible.
¡Hasta la victoria siempre!

(Una recomendación musical para el año nuevo: la Internacional en swing por Tony Babino)

John Brown

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sobre el experimento de Milgram





1.
El experimento de Milgram es un clásico experimento de psicología destinado a demostrar en condiciones .
experimentales algo que la experiencia de los totalitarismos dejó claro desde un punto de vista empírico: que hombres y mujeres comunes, obedeciendo a una autoridad que consideran legítima, pueden convertirse en ejecutores voluntarios de torturas o genocidios. El experimento original consistía en seleccionar a diversas personas para un experimento de lmaboratorio en el que tendrían que aplicar como "profesores" una nueva técnica de enseñanza consistente en hacer preguntas a un "alumno" (en realidad un actor) atado a una especie de silla eléctrica. Si el "alumno" respondía correctamente, no pasaba nada, pero si se equivocaba, recibía, primero una descarga eléctrica aplicada por el "profesor". La intensidad de la descarga aumentaba a cada nuevo error, hasta llegar a una dosis potencialmente mortal de 450 voltios. El actor, que no recibía ninguna descarga, fingía el dolor mediante expresiones faciales y gritos sumamente realistas. Mientras tanto, los psicólogos que organizaban el experimento (la autoridad legítima) incitaban a los profesores a seguir adelante, en interés de la ciencia ("el experimento tiene que seguir"). El resultado estadístico fue que 65% de las personas sometidas al experimiento llegaron a los 450 voltios. Años después, ya en el siglo XXI, el experimento se repitió bajo la forma de un falso concurso televisivo: el porcentaje de personas capaces de ir hasta el límite fue aún mayor: 85%.

2.
El experimento de Milgram es a la vez revelador y peligroso. Por un lado nos muestra que la bestialidad no es algo externo a la civilización ni al individuo "normal" como pretendía, por ejemplo, Aristóteles en el capítulo VII de la Ética a Nicómaco, donde afirmaba que "la bestialidad es rara en el hombre. Sobre todo se encuentra entre los bárbaros, pero en ciertos casos surge, sea a consecuencia de una enfermedad, sea por una tara." Aristóteles intenta así expulsar la bestialidad de la ciudad (los bárbaros) y del individuo sano y en pleno uso de sus facultades. El psicoanálisis mostrará, sin embargo, que, frente a este ideal aristotélico de completud y perfección del ser humano y de la ciudad, los individuos y las sociedades reales están íntimamente divididos y que hasta los individuos más sanos y las sociedades más civilizadas albergan una parte importante de bestialidad. Para Freud, en un texto como ¿Por qué la guerra?, su famosa respuesta al pacifismo huma,nista de Einstein,  la bestialidad es un elemento de la humanidad, incluso de aquella parte de la especie humana que desde siglos pretende representar a la Humanidad. 

El experimento tiene, sin embargo otra ambición: pretende sentar una tesis no psicoanalítica sino psicológica o antropológica, pues su objetivo es mostrar o demostrar que todos nosotros somos en potencia unas bestias nazis. Que cualquiera puede, siguiendo las reglas de un juego mortal y bajo la autoridad de quien lo organiza, enviar a otra persona  una descarga eléctrica crecientemente dolorosa y que podría causar su muerte. En sí misma, esta conclusión no es falsa y parece coincidir con la de Freud en sus pavorosos escritos sobre la guerra o sobre las masas, pero existe una importantísima diferencia entre los presupuestos y las conclusiones del experimento de Milgram y la posición freudiana. Para Freud, el lado bestial del hombre no se puede suprimir,pero la civilización logra canalizarlo hacia formas de actuación productivas, y  la propia pulsión de muerte no deja de ser un aspecto esencial de la creatividad política e incluso artística. La pulsión de muerte es, incluso, lo que nos permite romper el orden monótono de una economía regida por la articulación del principio de placer y del instrumento de este último que es el principio de realidad. La tesis freudiana sobre la pulsión de muerte es, por lo tanto, sumamente ambivalente: no es ni puede ser la base de ningún “pesimismo antropológico”, de ninguna afirmación de que todos, en el fondo, somos nazis. No es ni puede ser la base de una antropología: no es una teoría sobre la esencia del hombre, sino sobre la falla que necesariamente atraviesa todo intento de formular una teoría de este tipo. Por ello mismo, sobre la tesis de la pulsión de muerte no puede fundarse un Estado encargado de hacer que los hombres rediman un supuesto pecado original de bestialidad. La pulsión de muerte, que sirve de fundamento a la bestialidad humana no es un vicio que se pueda corregir, sino un dato permanente de la condición humana. Existen así  formas de organización social que favorecen un despliegue destructivo de la bestialidad humana. Son aquellas que fomentan el goce inmediato y sin barreras directamente asociado a la pulsión de muerte y sin mediación simbólica con el otro.. El capitalismo neoliberal es una de ellas, pues llama constantemente a los sujetos a un goce sin limitaciones: desde un punto de vista neoliberal, todo lo que se pueda convertir en mercancía y ser objeto de una transacción consentida por las partes es legítimo. El militarismo y el nacionalsocialismo son otras modalidades de esa "suelta" de la bestia humana, cuyo marco no es una aplicación rigurosa de la ley del mercado, tal como ya la propugnaban Kant y el marqués de Sade,  sino unas estrictas condiciones de obediencia y disciplina.

3.
El experimento de Milgram tiene como presupuesto inicial la separación de los individuos y su fusión en la masa. Lo que se funde en una masa homogénea es un individuo al que el poder (neo)liberal llama a gozar y a superar todo límite al goce, lo que, de paso nos muestra que la masa y el individuo distan de ser términos opuestos. Se trata, en el experimento de poner entre paréntesis todas las relaciones horizontales de cooperación basadas en lo común y sustituirlas a la hora de entender la articulación social por el mandato de un amo que impulsa a gozar. El goce, que se nos presenta como una libertad, es, sin embargo, el más exigente de los imperativos, aquél que, como explica Lacan, hace del imperativo categórico kantiano algo todavía muy condicionado y "patológico", en comparación con el imperativo sádico. En este goce sin límites al que se nos invita, está siempre implícita la posibilidad de matar. No tenemos mejor ni más próximo ejemplo de ello que las últimas guerras televisadas en las que hemos podido contemplar desde nuestros sofás los bombardeos de Iraq y e Afganistán como un acontecimiento casi festivo. Como afirmaba el comentarista de la CNN en la primera guerra del Golfo, cuando Bagdad se encontraba sometida a un salvaje bombardeo: “Bagdad brilla como un árbol de Navidad” (like a Christmas tree). Las imágenes de matanzas  en Iraq o Afganistán difundidas por la leal oposición al régimen que constituye Wikileaks sirven exáctamente para lo mismo. La fascinación por la imagen en el neoliberalismo guerrero es el equivalente de la censura de toda imagen del exterminio durante el nazismo. El negacionismo no es, como se dice, un fenómeno neonazi, sino algo ya inscrito en la propia práctica del nazismo, el cual se presentaba ante el pueblo alemán como un régimen biopolítico bondadoso que fomentaba la prosperidad del pueblo alemán (Volkswagen autopistas, seguridad social) y ocultaba la violencia brutal del exterminio y de la represión.

Era fundamental para el nazismo que no se supiera nada de Auschwitz, aunque nadie ignorase que, bajo el velo del silencio oficial, "algo" estaba pasando. Hoy, ocurre lo mismo, pero al revés: hoy se trata de que se vea todo o casi todo (se ocultaron los cadáveres de la víctimas del 11 de septiembre y de los soldados americanos muertos en Iraq y Afganistán), pues mediante la imagen se hace comulgar a los ciudadanos consumidores en la bestialidad del poder. El velo de silencio sobre Auschwitz se sustituye por la falsa transparencia de la pantalla de televisión, que permite contemplar el horror que perpetran “los nuestros” e incluso disfrutar de él inmunizándonos del dolor que para los otros supone. La televisión produce así un reparto racista de la realidad, en el sentido que Michel Foucault da al concepto de racismo. De un lado están las vidas protegidas por el régimen biopolítico, de otro las vidas que no merecen vivir de los bárbaros y las razas “inferiores” que purgan su "bestialidad". El reparto constitutivo del racismo se consiguió durante el colonialismo gracias a las grandes distancias entre las metrópolis europeas y un exótico Ultramar. El nazismo, que introdujo peligrosamente en Europa la bestialidad del colonialismo durante la ocupación de la Europa Oriental y el exterminio de los judíos, recurrió, al no poder contar ya con la distancia,  al silencio oficial y a una amplia cadena de silencios cómplices, a un “no querer saber “ de masas. 

4.
Hoy, lo que antes se conseguía con el silencio nazi o con la distancia de las matanzas coloniales, se opera a través de las pantallas de televisión e Internet que permiten una "democratización" del genocidio, pues cada uno puede cómodamente hacerse partícipe de él como espectador. Del mismo modo que los actos políticos del parlamento y del gobierno que representan nuestra voluntad son, como sostiene Hobbes, los nuestros, los actos de violencia y de genocidio de nuestros gobiernos son también oficialmente nuestros y, por consiguiente, se nos embarca a todos a través de la televisión y del parlamento en los cazabombarderos que exterminan a miles de personas en los nuevos espacios coloniales de Iraq o Afganistán. Los alemanes, durante la segunda guerra mundial y la Shoah no veían nada, pero suponían que estaba ocurriendo "algo" no muy defiinido y que más valía no determinar . Nosotros, hoy, lo vemos todo: las peores bestialidades del poder no se ocultan, sino que se proclaman y reivindican abiertamente siguiendo el modelo israelí de "comunicación" que no duda en reivindivar la muerte de niños y de personas desarmadas como un acto de defensa. El nazismo protegía la "dignidad" del poder ocultando sistemáticamente sus crímenes, aunque Hitler proclamaba abiertamente sus objetivos genocidas; el neoliberalismo  exhibe sus crímenes sin pudor, pero pretende ocultar una razón profunda que los justifica. Claramente, hemos entrado en otro régimen de legitimación del Estado y de su violencia en el cual el velo más opaco y el mayor enemigo de la verdad es la propia transparencia.

El experimento de Milgram es sumamente interesante y, sin embargo, es como dijimos, peligroso: por un lado, es cierto que lo realizamos todos los días ante ese laboratorio conductista permanente que es la televisión (e Internet), pero no es cierto que represente una verdad antropológica con validez universal. La bestia que hay en nosotros puede salir a la luz y expresarse como tal con crueldad sádica y rabia destructiva o , cuando su energía no se centra en obedecer al imperativo de goce individual y logra canalizarse políticamente a través de la palabra y de la construcción de lo común a partir de lo común, ser el resorte de la producción de lo nuevo. El régimen actual centrado en el imperativo de goce es contrario al deseo y muy particularmente al de sociedad y de política. Juega directamente con la dimensión oscura del animal hablante, aquella que, precisamente, no se expresa en el lenguaje. Es posible, sin embargo, que una sociedad se base no en el goce inmediato y tendencialmente destructivo propio de nuestra civilización inmunitaria, sino en el deseo, en la demanda dirigida al otro singular o colectivo a través del lenguaje; en otros términos en lo que la lengua latina denominaba communitas, ese intercambio recíproco constitutivo del vínculo social.

martes, 21 de diciembre de 2010

Wikileaks: Υπάρχει κάποιο – αισχρό – μυστικό της εξουσίας;



(Traducción griega del artículo de este blog titulado" Wikileaks: ¿Existe un -obsceno- secreto del poder?" publicada en Nomadicuniversality)
Μετάφραση: Αλεξάνδρα Ζαβού, με τη βοήθεια του Άκη Γαβριηλίδη και του ίδιου του συγγραφέα. Πρώτη δημοσίευση στα ισπανικά: 01.12.2010, στο http://iohannesmaurus.blogspot.com/2010/12/wikileaks-existe-un-obsceno-secreto-del.html
Η τελευταία μεγάλη διαρροή τού Wikileaks μας παρουσιάστηκε από τα mainstream μέσα επικοινωνίας ως ένα γεγονός δίχως προηγούμενο, με σοβαρές επιπτώσεις για τη διεθνή πολιτική, δηλαδή για τις διπλωματικές σχέσεις των ΗΠΑ με τους ‘συμμάχους’ τους. Ο Υπ. Εσωτερικών των ΗΠΑ δεν δίστασε να την αποκαλέσει “επίθεση ενάντια στη διεθνή κοινότητα”, ενώ στο Αμερικανικό Κονγκρέσσο ακούστηκαν φωνές που αποκαλούν τον Τζούλιαν Ασάντζ και τα άλλα μέλη του προσωπικού τού Wikileaks “τρομοκράτες”. Επιπλέον, πολλές προοδευτικές φωνές γρήγορα συνεχάρησαν το Wikileaks για την συμβολή του στη “διαφάνεια” και στην υπηρεσία της “δημοκρατίας”. Εντούτοις, δίνοντας προσοχή στο τι ακριβώς μας σερβίρεται στο πιάτο από τις εφημερίδες, για παράδειγμα δημοσιεύματα στην ισπανική εφημερίδα El Pais τις δύο τελευταίες μέρες του Νοέμβρη, βλέπουμε ότι τα υποτιθέμενα μυστικά που θα ταράξουν τα θεμέλια της παγκόσμιας τάξης δεν είναι και τόσο ζημιογόνα, και τα περισσότερα είναι γνωστά εδώ και πολύ καιρό.
Το βουνό, όπως λέει το παραμύθι, γέννησε ένα ποντίκι. “Ανακαλύπτουμε” τώρα ότι ο Μπερλουσκόνι οργανώνει όργια ή προσλαμβάνει πόρνες, ή ότι ο Σαρκοζί είναι αλαζονικός, ή ο Πούτιν αυταρχικός, ή ακόμα – ποιός να το είχε φανταστεί; – ότι οι Ισπανικές αρχές μπλόκαραν την έρευνα γύρω από Αμερικανικά εγκλήματα πολέμου που αφορούσαν Ισπανούς πολίτες. Σε λίγο, χάρη στο Wikileaks, θα ανακαλύψουμε ότι υπάρχει μια έκταση νερού, της οποίας το μυστικό όνομα είναι “Μεσόγειος”, που χωρίζει την Αφρική από την Ευρώπη. Το περιεχόμενο των διαρροών θυμίζει το αστείο του Γάλλου συγγραφέα Regis Hauser ο οποίος ανακάλυψε με μεγάλη έκπληξη ότι “κάτω από τα ρούχα τους όλες οι γυναίκες είναι γυμνές”. Μέγα σκάνδαλο! Κάτι φοβερά άσεμνο επιτέλους αποκαλύπτεται μέσα από το βλέμμα του ηδονοβλεψία! Το να γδύνει κανείς γυναίκες με το λόγο ή με το βλέμμα σημαίνει να προϋποθέτει ότι κάτω από τα ρούχα θα βρει το πολύτιμο (και σκοτεινό) αντικείμενο του πόθου, την ίδια την αιτία της επιθυμίας. Παρομοίως, αυτοί που εγκωμιάζουν τα κατορθώματα του Ασάντζ και του Wikileaks, προϋποθέτουν ότι υπάρχει μια αλήθεια της εξουσίας κάτω από τα μυστικά που ξεσκεπάζουν. Σ’ αυτό, συγκλίνουν, ίσως χωρίς να το ξέρουν, με μια παλιά παράδοση ευρωπαϊκής πολιτικής σκέψης που έθεσε την πηγή της εξουσίας στα “arcana imperii” (απόρρητα της εξουσίας), δηλαδή σε κάποιες μυστηριώδεις και μυστικές αρχές της “λογικής του κράτους” που δεν αναγνωρίζουν ούτε ηθικές αρχές ούτε την ικανότητα κατανόησης του πληθυσμού. Οι πραγματικές αρχές της διακυβέρνησης μας παρουσιάζονται ως “arcana”, ως οι κρυφές, και πιθανώς ανήθικες και βίαιες αρχές μιας εξουσίας της οποίας η επίσημη νομιμοποίηση παριστάνει, εντούτοις, ότι είναι νομικά, ηθικά ή θεολογικά “καλή”.
2. Η πολιτική θεωρία των arcana βρίσκει τόσο την αντίστιξή της όσο και το “αντικαθεστωτικό” συμπλήρωμά της στις θεωρίες συνομωσίας. Οι θεωρίες αυτές μπορούν να εκφραστούν τόσο από τη δεξιά όσο και από την αριστερά, αλλά το βασικό τους σχήμα είναι η πλήρης μονοτονία. Ανάμεσα σ’ αυτές τις θεωρίες βρίσκει κανείς μεταξύ άλλων: τη συνομωσία των Ιησουιτών ενάντια στις ευρωπαϊκές μοναρχίες, τη συνομωσία των Εβραίων που “αποκαλύφθηκε” από τη δημοσίευση – στην πραγματικότητα πλαστογράφηση – των λεγόμενων “Πρωτόκολλων των Σοφών της Σιών” από τη μυστική αστυνομία του Τσάρου και που “ξανααποκαλύφθηκε” από τους Ναζί, οι οποίοι επανεξέδωσαν το διαβόητο εγχειρίδιο μαζί με πληθώρα αντι-σημιτικών κειμένων, τη “συναρχία” την οποία τόσο η κυβέρνηση του Vichy όσο και ο Περονικός λαϊκισμός θεωρούσαν τον πιο επικίνδυνο εχθρό τους, την Εβραϊκή-Μασονική συνομωσία του στρατηγού Franco, ή, για να αναφέρουμε και κάποιες από την “Αριστερά”, το “ψέμα” για την 11η Σεπτεμβρίου, τη συνομωσία της Bilderberg, τη συνομωσία του χρηματοπιστωτικού καπιταλισμού εναντίων του “καλού” παραγωγικού κεφαλαίου. Ο Umberto Eco έγραψε ένα αστείο βιβλίο γύρω από τις συνομωσίες,  “Το εκκρεμές του Φουκώ”, που θα άξιζε να το ξαναδιαβάσουμε σήμερα. Η δομή όλων αυτών των “θεωριών” είναι πάντα η ίδια: υπάρχει μια μικρή ή μεγάλη ομάδα ανθρώπων (μια θρησκεία, μια σέκτα, μια φυλή, μια μυστική αδελφότητα) που συνέχεια συνωμοτεί για να αρπάξει την παγκόσμια εξουσία και για το σκοπό αυτό, αδιαφορώντας για ηθικές αρχές, μυστικά χειρίζεται τους μοχλούς της νόμιμης και επίσημης εξουσίας. Οι υποστηρικτές αυτών των “θεωριών” συχνά ισχυρίζονται ότι ξέρουν αυτά τα “μυστικά” και ότι “δεν παραπλανούνται”. Αυτή ήταν η περίπτωση του Χίτλερ, ο οποίος ισχυριζόταν ότι “γνώριζε” το εβραϊκό σχέδιο να αρπάξουν την εξουσία, και οργάνωσε μια πραγματική συνομωσία για να το ανακόψει, μια συνομωσία της οποίας η ορατή δομή ήταν το Εθνικό Σοσιαλιστικό Κόμμα, ένα Κόμμα γνωστό για την έντεχνη χρήση της διπλής γλώσσας και του “αληθούς ψεύδους”, αλλά και για την αυστηρή μυστικότητα στη λήψη αποφάσεων. Ο Χίτλερ ισχυρίστηκε ότι αποκάλυψε αυτά που κρύβονταν πίσω από την εξουσία, ότι ανακάλυψε πως η εξουσία δεν είναι τίποτα άλλο παρά μια βρώμικη συνομωσία με στόχο την παραπλάνηση και κυριαρχία πάνω στο λαό, και έδρασε ανάλογα.
3. Οι θεωρίες συνομωσίας με τις υποτιθέμενες “ανακαλύψεις” ή “αποκαλύψεις” τους, συγκαλύπτουν, εντούτοις, κάτι ουσιαστικό. Τελικά, αυτοί που πιστεύουν ότι η εξουσία  βασίζεται σε μυστικές συνομωσίες συναγωνίζονται σε έμπνευση και αισιοδοξία αυτούς που πιστεύουν ότι η εξουσία είναι νομιμοποιημένη, ηθική ή νόμιμη. Και οι δύο πλευρές τελικά μοιράζονται την ίδια προβληματική: θεωρούν ότι η εξουσία σε μια ταξική κοινωνία θα μπορούσε να είναι δίκαιη και έννομη αν δεν χειραγωγούνταν από κακούς συνωμότες, και ότι απλά η αποκάλυψη και ήττα της συνομωσίας θα αποκαθιστούσε μια τάξη που βασίζεται στην νομιμότητα και τα δικαιώματα. Η ουτοπία του κράτους δικαίου (rule of law) είναι ο τελικός ορίζοντας και των δύο θέσεων. Χάρη σ’ αυτή την ουτοπία, η ύπαρξη της ταξικής κοινωνίας και του ανταγωνισμού κρύβονται κάτω από την αμφίεση της ηθικής και νομικής “αδικίας” ή “παραβίασης”.
Αυτή η ταυτότητα φαινομενικά αντίθετων απλοϊκών και καχύποπτων θέσεων αντανακλά έναν θεμελιώδη μηχανισμό της νεωτερικής εξουσίας. Η εξουσία του νεωτερικού κράτους επιβάλλει στους υπηκόους του μια αντιφατική προϋπόθεση: από τη μια θέλει τους ανθρώπους να πιστέψουν την επίσημή του νομιμοποίηση με νομικούς όρους, ή στη βάση ηθικών ή θρησκευτικών κανόνων, αλλά από την άλλη, πάντα διατηρεί για τον εαυτό του μια κρυμμένη διάσταση, μια διάσταση μυστικότητας που υποτίθεται ότι διασφαλίζει την δυνατότητα του ηγεμόνα να παίρνει αποφάσεις. Κατά έναν τρόπο, η εξουσία δεν κρύβει κανονικά αυτό που θέλει να κρύψει, αφού ανοιχτά εκθέτει και διακηρύσσει το γεγονός ότι κρύβει “κάτι”. Ο ηγεμόνας δεν είναι μόνο αυτός που φτιάχνει το νόμο και εύτακτα υποτάσσεται σ’ αυτόν, αλλά επίσης – και, σύμφωνα με τον Carl Schmitt, κυρίως – αυτός που βάσει του κυρίαρχου δικαιώματός του μπορεί δικαιολογημένα και ακόμα και νόμιμα να αναστείλει τους νόμους, να θέσει εαυτόν εκτός νόμου, βάσει του ίδιου του νόμου. Αυτό είναι το παράδοξο της έκτακτης ανάγκης. Το μυστικό ως προϋπόθεση των πρακτικών διακυβέρνησης, καταξιωμένο και ακόμα και ενταγμένο στο νόμο, επιτρέπει να αρθρωθεί η απαίτηση νομικής νομιμότητας με την ανάγκη της διακυβέρνησης να δρα εκτός νόμου. Είναι ως τέτοιο ένας αναγκαίος μηχανισμός της κυρίαρχης εξαίρεσης.
Αυτό ήταν τουλάχιστον το επίσημο δόγμα που δικαιολογούσε τα κρατικά μυστικά. Η πολιτική λοιπόν απέκτησε στο σύγχρονο κράτος μια μυστηριώδη και σχεδόν μαγική διάσταση. Τα πραξικοπήματα (coups d’ etat) (βλ. Gabriel Naude, 1600-1653) εμφανίζονται ως παράνομες και απρόβλεπτες πράξεις του ίδιου του ηγεμόνα για να αποκαταστήσει την πολιτική τάξη ή για να εδραιώσει μια καινούγια τάξη. Αυτές οι ιδιαίτερες πολιτικές πράξεις μοιάζουν με τις θαυματουργές πράξεις του Θεού στη φύση. Σε έναν φυσικό κόσμο όπου τα θαύματα και τα παράδοξα αποκλείστηκαν από τη φύση με την ηγεμονία της γαλιλαιικής φυσικής και των καρτεσιανών μετεξελίξεών της, παρέμεινε κάποιο περιθώριο για θαύματα, όχι στη φύση αλλά στην πολιτική. Η πίστη στα θαύματα άλλαξε τόπο, αλλά δεν έγινε λιγότερο φαντασιακή. Το ζήτημα στο δόγμα των “arcana imperii” ή γενικά στις θεωρίες της κυριαρχίας είναι η ίδια η δυνατότητα να αφαιρέσεις τον Κυρίαρχο από την κοινή τάξη της φύσης και, σχεδόν, από την ίδια την ανθρώπινη φύση. Δεν είναι τυχαία σύμπτωση ότι οι πρώτες νεωτερικές διατυπώσεις της πολιτικής οικονομίας από τον Montchrestien και, μετέπειτα, από τους Φυσιοκράτες, ανήκουν στην ίδια περίοδο κατά την οποία δημιουργήθηκε και σχηματίστηκε το απολυταρχικό ευρωπαϊκό κράτος, εφόσον το τελικό ζήτημα στην πολιτική οικονομία είναι σαφώς η διάκριση ενός “οικονομικού” χώρου όπου η κοινωνική ρύθμιση παρουσιάζεται ως φυσική και απλά απαιτεί από τον ηγεμόνα να τον αφήσει να λειτουργεί ελεύθερος κάτω από τους δικούς του “φυσικούς” νόμους, και ενός άλλου χώρου, του χώρου της πολιτικής καθαυτής, ο οποίος δεν εξαρτάται πια από τη φυσική αναγκαιότητα, εφόσον διέπεται από την απόλυτη απόφαση του ηγεμόνα. Το μυστικό σ’ αυτό το πλαίσιο, είναι ένας θεατρικός μηχανισμός που σκηνοθετεί την υποτιθέμενη “υπερφυσική” ουσία της κυρίαρχης εξουσίας που υποτίθεται ότι είναι ικανή για την απόλυτη απόφαση. Με μια έννοια, είναι ένα θεολογικό-πολιτικό εργαλείο που γεννά, πέρα από τις δεδομένες κοινωνικές σχέσεις, την αναγκαία ψευδαίσθηση ενός κυρίαρχου κράτους. Πιστεύοντας στο μυστικό του κράτους, δεχόμενοι την αναγκαιότητά του, σημαίνει να κλείνουμε τα μάτια στη βία της εξουσίας, γιατί μόνο με αυτό τον τρόπο είναι δυνατό να πιστέψουμε σε μια εξουσία με νόμιμη βάση και σε μια αυτο-θεμελιωνόμενη τάξη του νόμου. Αυτό δεν διαφέρει από τον τρόπο με τον οποίο οι θεοδικίες, επικαλούμενες τις ανεξερεύνητες βουλές του Θεού και τους ανεξιχνίαστους σκοπούς του, συμφιλίωναν την καλοσύνη και παντοδυναμία του Δημιουργού με την ύπαρξη του κακού.
4. Η μυστικότητα του κράτους μοιάζει να είναι μια αναγκαιότητα για τη λειτουργία της εξουσίας. Εντούτοις, οι διαρροές του Wikileaks αποκαλύπτουν κάτι πολύ πιο σημαντικό από το εμφανές τους περιεχόμενο: τον κρίσιμο ρόλο που παίζει η πίστη στο κρατικό μυστικό για τους ίδιους τους μηχανισμούς και τις ιδεολογικές παραδοχές που υποκρύπτει η ιδέα της κυριαρχίας. Το μυστικό, αν χρησιμοποιήσουμε τους όρους που εισήγαγε ο Λουί Αλτουσέρ, θα ήταν θεμελιώδης συνιστώσα της ιδεολογίας του κράτους. Απ΄ τη στιγμή που η εισβολή στο Αφγανιστάν αποφασίστηκε από τον ΟΗΕ κατά κατάφωρη παραβίαση του Καταστατικού Χάρτη του Οργανισμού, ή η εισβολή στο Ιράκ ανοιχτά αποφασίστηκε από το Κονγκρέσσο των ΗΠΑ και την αμερικανική κυβέρνηση, ή, για να μην το ξεχνάμε, από το προεδρικό συμβούλιο του Χοσέ Μαρία Αθνάρ, από τη στιγμή που η κυβέρνηση των ΗΠΑ νομιμοποίησε τα βασανιστήρια και σκανδαλωδώς ενέκρινε τη Σιωνιστική εγκατάσταση στην Παλαιστίνη, υπάρχει κάτι “χειρότερο” να κρύψει κανείς; Όλες αυτές οι πράξεις είναι σοβαρά εγκλήματα: και οι δύο εισβολές που αναφέρθηκαν είναι πράξεις “επιθετικού πολέμου”, πράξεις παρόμοιες με αυτές που οδήγησαν του ηγέτες των Ναζί στις αγχόνες της Νυρεμβέργης. Όσο για τα βασανιστήρια, είναι έγκλημα που διώκεται ποινικά διεθνώς και επιφέρει αυστηρές ποινές. Οι παραπάνω πράξεις εκτελέστηκαν κάτω από πλήρη δημοσιότητα και, χάρη στην ικανότατη δράση του σημερινού καπιταλιστικού ιδεολογικού μηχανισμού του κράτους, των ΜΜΕ, έχουν παραμείνει μέχρι στιγμής ατιμώρητες. Στο ίδιο μοτίβο, ο Μπερλουσκόνι ανοιχτά άλλαξε τους νόμους της χώρας του μέσω της κοινοβουλευτικής πλειοψηφίας του για να αποφύγει την κάθειρξη, κ.ο.κ.
Κανένας δεν κρύβεται, τίποτα δεν είναι κρυφό. Ο Μπερλουσκόνι καυχιέται για τις παραδόπιστες σεξουαλικές του “κατακτήσεις”, ο Bush για τα εγκλήματα πολέμου του, ο Αθνάρ για την εμπλοκή του σ’ αυτό που το Δικαστήριο της Νυρεμβέργης περιέγραψε το “μεγαλύτερο όλων των εγκλημάτων” … Αυτό που είναι πράγματι εντυπωσιακό είναι ότι, από τη στιγμή που το πέπλο της σιωπής έπεσε και η γύμνια μιας ανοιχτά γυμνιστικής και επιδειξιομανούς εξουσίας αποκαλύφθηκε μέσω των διαρροών τού Wikileaks, ακολούθησε το ίδιο το σκάνδαλο. Πράγματι, το πραγματικό αντικείμενο του σκανδάλου δεν είναι οι εγληματικές πράξεις των ηγεμόνων, αλλά η βαθύτατα ανατρεπτική ανακάλυψη ότι οι κυρίαρχοι δεν έχουν πια τίποτα να κρύψουν. Μαζί με το φύλο συκής της μυστικότητας πέφτει και μια σημαντική διάσταση της νομιμοποίησης της σύγχρονης εξουσίας, η ιδέα ότι υπάρχει μια κρυμμένη και απόρρητη διάσταση της εξουσίας που προσιδιάζει στους ηγεμόνες και είναι άσχετη προς τις ζωές των κοινών θνητών. Η εξουσία δεν είναι πλέον μια κρυμμένη τέχνη που βασίζεται στην απόκρυψη (arcana). Γι’ αυτό είναι απαραίτητο να επιβληθεί, με κάθε δυνατό μέσο, όχι μόνο η ψευδαίσθηση της μυστικότητας αλλά και η εξωτερική μορφή αυτής της ψευδαίσθησης. Αυτό είναι κάτι που η εξουσία το κάνει ήδη με άλλα μέσα, μέσω των ορατών και αόρατων τειχών των παγκοσμιοποιημένων εθνών-κρατών, τόσο στα εξωτερικά τους σύνορα όσο και στο εσωτερικό της επικράτειάς τους. Αυτά τα τείχη δεν σταματούν και πολλά, αλλά, μάλλον, κρύβουν την τεράστια παρακμή της κυριαρχίας που έχουν βιώσει τα κράτη. Σύμφωνα με τη Ουέντι Μπράουν, είναι κάτι περισσότερο από ένας μηχανισμός καταστολής, είναι ένα στοιχείο πλήρους μυστικοποίησης. Έτσι όπως το πέπλο των γυναικών για τους Μουσουλμάνους φονταμενταλιστές  κρύβει μόνο την πιο τρομακτική από όλες τις αλήθειες: ότι δεν υπάρχουν και πολλά να κρύψει κανείς, ή μάλλον, ότι το αίτιο (the cause) της επιθυμίας μπορεί να υπάρξει ως τέτοιο μόνο όταν κρύβεται, έτσι και οι ηγεμόνες του ύστερου καπιταλισμού παντρεύουν τις δημόσιες και διαβόητες πράξεις τους με την επιβολή ενός πέπλου μυστικότητας πάνω τους που εμφανίζει τέτοιες πράξεις ως διεπόμενες από κρυφές αιτίες. Κατ’ αυτό τον τρόπο, το καθημερινό έγκλημα και η διαφθορά μπορούν να νομιμοποιούνται ως κάτι βαθύ, υψηλό (sublime), άξιο να γίνει σεβαστό ή ακόμα και επιθυμητό από τα υποκείμενα (subjects).
5. Ενάντια στη μυστικοποίηση που εκπροσωπεί αυτή η αναγέννηση του κρατικού μυστικού, μια αυστηρή υλιστική προσέγγιση οφείλει να αρνηθεί στην εξουσία κάθε θεολογικό ή υψηλό χαρακτήρα, και να αναγνωρίσει στο μυστικό ή στα τείχη, όχι μόνο τα μέσα για την επιβολή του νόμου, αλλά πραγματικούς ιδεολογικούς μηχανισμούς. Για όποιον θέλει να δράσει ενάντια στον καπιταλισμό και στους εθνικούς ή αυτοκρατορικούς κρατικούς μηχανισμούς, είναι αναγκαίο να αποδομήσει την υποτιθέμενη συνοχή του κράτους και της κυριαρχίας που υποστηρίζεται από τη μυστικότητα και το υποτιθέμενο μυστήριό της, και να αναγνωρίσει αποτελεσματικά την πραγματικότητα της εξουσίας ως ένα κινητό και ευέλικτο δίκτυο αλληλοσχετιζόμενων εξουσιών όπου δεν υπάρχει κάποιος παντοδύναμος ηγεμόνας που κυβερνά τα ανίκανα υποκείμενα, αλλά μια δύναμη (potentia) του πλήθους που ήδη πάντοτε αντιστέκεται σε μια εξουσία (potestas) που αγωνίζεται να υπερισχύσει. Για να κατανοήσει κανείς τις σχέσεις εξουσίας που συγκροτούν την κοινωνική και πολιτική ηγεμονική εξουσία και για να καθορίσει το βαθμό της αποτελεσματικής ισχύος των πιθανών αντιστάσεων, δεν είναι αρκετό να αποκαλύψει έναν όγκο φαινομενικά εξωφρενικών λεπτομερειών : η πραγματικότητα της εξουσίας δεν έγκειται σε κάποια δεδομένα, αλλά στους μοναδικούς συσχετισμούς εξουσίας που καθορίζουν μια δεδομένη συγκυρία. Για να το καθορίσουμε αυτό και να εκμεταλλευτούμε δεδομένα όπως αυτά που διαρρέει το Wikileaks, και αμέτρητα άλλα δεδομένα που ποτέ δεν κρύβονταν, δεν μπορούμε και δεν πρέπει να στηριζόμαστε σε αποκαλύψεις, αλλά μόνο στην πιο μακρόσυρτη εργασία της θεωρητικής και πολιτικής παραγωγής κατάλληλων εννοιών.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Wikileaks: Is there an -obscene- secret of power?





(Traducción del original en español: Wikileaks: ¿Existe un -obsceno- secreto del poder?)

Wikileaks: Is there an -obscene- secret of power?

1.
Wikileaks' last major leak was presented to us by the mainstream media as an unprecedented event with serious implications for international politics namely for the diplomatic relations of the United States with its "allies." U.S. Secretary of State has not hesitated to call it an "attack against the international community", while in the United States Congress voices have come to be heard that called Julian Assange and the other members of Wikileaks' staff « terrorists ». Moreover, many progressive voices have been quick to congratulate Wikileaks for its contribution to "transparency" and its service to "democracy." However, just paying attention to what we are served on a tray in the newspapers that have had the privilege to get the leaked information, for example in the spanish newspaper El País of the two last days of November, we see that the alleged secrets that were going to shake the very foundations of the world order are not so damaging and most of them were well known for a long time.

The mountain, as in the fable, gave birth to a mouse. We « discover » now that Berlusconi organizes orgies or hires prostitutes or that Sarkozy is arrogant or Putin authoritarian, or even -who had guessed before?- that the Spanish authorities blocked the investigation of American war crimes involving spanish nationals. We shall soon discover thanks to Wikileaks that a water extension whose secret name is "Mediterranean" separates Africa from Europe. The content of the leaks recalls the joke by the French writer Régis Hauser who discovered with a great surprise that "under their clothes, all women are naked." Great scandal! Tremendous obscenity finally unveiled through the voyeur's gaze! To undress women with the word and the gaze is to assume that under the clothes one could find the pretious (and obscene) object of desire, the very cause of desire. Similarly, those who praise the exploits of Assange and Wikileaks, assume that there is a truth of power beneath the secrets they uncover. In this, they converge, perhaps without knowing, with an old European tradition of political thought which placed the mainspring of power in the "
arcana imperii," that is in some mysterious and secret principles of the « state's reason » with no regard either for moral principles or the lower understanding of the populace. The real principles of government of the modern state are presented to us as « arcana », as the hidden, and possibly immoral and violent principles of a power whose official justification pretends, however, to be legally, morally or theologically « good ».

2.
The political theory of
arcana finds both its counterpart and its« dissident » complement in conspiracy theories, these theories can be forged from the right or from the left, but their basic scheme is one of utter monotony. Among these theories you can find i.a: the conspiracy of the Jesuits against European monarchies, the conspiracy of the Jews "discovered" by the publication -actually the faking- of the so-called « Protocols of the Elders of Zion » by the Tsarist secret police and "rediscovered" by the Nazis, who reissued the infamous pamphlet along with a plethora of anti-Semitic texts, the "synarchy" that both the Vichy regime and Peronist populism in Argentina considered their most dangerous enemy, General Franco's Jewish-Masonic conspiracy or, to quote some from the "Left", the "lie" about September 11, the Bilderberg conspiracy, the conspiracy of financial capital against the "good" productive capital. Umberto Eco wrote a funny book on conspiracies, "Foucault's Pendulum", which it would be worth rereading today. The structure of all these "theories" is always the same: there is a more or less numerous group of people (a religion, a sect, a race, a secret society) constantly plotting to seize global power and to this end, ignoring moral scruples, secretly manipulates the levers of legitimate and official power.  Proponents of these "theories" often claim that they know these "secrets" and that "they are not dupe". Such was the case of Hitler, who, claiming to "know" the Jewish plan to seize power, organized a real conspiracy to counter it, a conspiracy whose visible structure was the National Socialist Party, a party known for its masterful use of dual language and « veridic lying », but also for the strict secrecy in its decision-making. Hitler claimed to have unveiled what was hidden beneath power, to have discovered that the power is only a dirty plot to deceive and dominate people and acted accordingly.

3.
Conspiracy theories, with their alleged « discoveries » or « revelations », conceal, however something essential. In the end, those who believe that power is based on secret conspiracies compete in ingenuity and optimism with those who believe that power is legitimate, moral or legal. Both sides ultimately share the same problematic: they think that power in a class society could be fair and lawful, were it not manipulated by evil conspirators, and that simply uncovering and defeating the conspiracy would restore an order based on legality and rights. The utopia of the rule of law is the ultimate horizon of both positions. Thanks to this utopia, the being of class society and antagonism is hidden under the guise of moral and legal "injustice" or "abuse."

This identity of seemingly opposed naïve and suspicious positions reflects a fundamental mechanism of modern power. The power of the modern state imposes to its subjects a contradictory requirement: on one hand it wants people to believe in its official legitimation in legal terms, or in moral or religious grounds, but on the other, it always retains for itself a hidden dimension, a dimension of secrecy that pretends to protect the sovereign's scope for decision. In a way, power does not hide properly what it hides, since it openly exhibits and proclaims the fact that it is hiding « something ». Sovereign is not just the one who makes the law and orderly submits to it, but also - and, according to Carl Schmitt, mainly, the one who in virtue of his sovereign right can legitimately and even legally suspend the laws, putting himself out of the law, according to the law itself. Such is the paradox of emergency powers. Secret as a requirement of the government practice acknowledged and even enshrined in the law, allows to articulate the requirement of legal legitimacy with government's need for action outside the law. It is as sucha a necessary device of the sovereign exception.

This was at least the official doctrine justifying state secrets. Politics thus acquired in the modern state, a mysterious and almost magical dimension. 
Coups d'Etat (cf. Gabriel Naudé, 1600-1653) appear as illegal and unforeseen actions made by the sovereign himself to restore political order or to establish a new order. These exceptional political acts compare to the miraculous acts God used to operate in nature. In a physical world where miracles and wonders were banned from nature by the hegemony of Galilean physics and its Cartesian developments, there remained some scope for miracles, not in nature but in politics. The belief in miracles changed ground, but did not become any less imaginary. What is at issue in the doctrine of the "arcana imperii" or in general in the theories of sovereignty is the very possibility to subtract the Sovereign from the common order of nature and, almost, from human nature itself. It is no coincidence that the first modern formulations of political economy by Montchrestien and, subsequently, by the Physiocrats, belong to the same period when european absolutist state was created and consolidated, since the ultimate issue in political economy is clearly to separate an "economic" space where social regulation is presented as natural and just requires from the sovereign that he let it operate freely under its own "natural" laws, and another space, the space of politics proper, which no longer depends of natural necessity , being ruled by the absolute sovereign decision. Secret is in this context, a theatrical device staging the supposedly "supernatural" essence of sovereign power supposedly capable of an absolute decision. In a sense, it is a theologico-political device that generates, beyond actual social relations, the necessary illusion of a sovereign state. Believing in state's secret, accepting its necessity, is to close our eyes to the violence of power, because only in this way is it possible to believe in a power with a legitimate basis and in a self-founding rule of law. Not otherwise did theodicies, alluding to the unsearchable judgments of God and his inscrutable purposes, reconcile the Creator's goodness and allmight with the existence of evil.

4.
State secrecy seems to be a necessity for the functioning of power. However, Wikileaks's leaks reveal something much more important than their manifest content: the crucial role played by belief in the state secret in the very devices and ideological assumptions underlying the idea of sovereignty. The secret, if we use the terms coined by Louis Althusser, would be a fundamental component of the "state ideology." (
l'idéologie d'Etat). Today, it is of no concern that the contents of a secret be a secret. Once the invasion of Afghanistan was decided at the UN in flagrant violation of the Charter of this organization, or the invasion of Iraq was openly agreed in US Congress and in the United States government, or, not to forget him, in José María Aznar's cabinet ; once the United States government has legalized torture and blatantly authorized Zionist settlement in Palestine, is there anything « worse » to hide? All these acts are serious crimes: both invasions alluded to are acts of « war of aggression », acts identical to those that led the Nazi leaders to the gallows in Nuremberg. As for torture, it is an internationally prosecutable crime and a severely punished one. The aforementioned acts were performed with full publicity and, thanks to the efficient working of the current main capitalist state ideological apparatus, the media, have remained so far unpunished. In the same vein, Berlusconi openly changed the laws of his country through his feal parliamentary majority in order to avoid imprisonment; and so on....

Nobody hides, nothing is hidden. Berlusconi boasts of his sexual mercenary « conquests », Bush of his war crimes, Aznar of his complicity in what the Nuremberg Court described as the "greatest of all crimes" ... What is actually surprising is that, once the veil of secrecy was dropped and the nakedness of an openly nudist or exhibitionist power was exposed through Wikileaks' leaks, there followed any scandal as it actually did. In fact, the real object of the scandal are not any criminal acts perpetrated by the rulers, but the profoundly subversive discovery that the rulers have nothing to hide any more. Together with the fig leaf of secrecy falls an important aspect of modern power's legitimacy, the idea that there is a hidden and arcane dimension proper to the rulers and unrelated to the mere mortals' lives. Power is no longer a hidden art based on "arcana." That is why it is essential to impose, by all means not only the illusion of secrecy, but the outward form of that illusion. It's something power already does by other means through the visible and invisible walls of the globalized nation states, both at their borders and within their territory. These walls do not stop much, but rather, they hide the huge decline of sovereignty that States have experienced. According to Wendy Brown, they are more than a repressive instrument, an element of utter mystification. Just as the women's veil for Muslim fundamentalists only hides the most terrible of all truths: that there is not much to hide or, rather, that the cause of desire, can only exist as such when concealed, the rulers of late capitalism join to the public and notorious obscenity of their acts the imposition of a veil of secrecy on them that shows such acts as governed by hidden reasons. In this way, daily crime and corruption can be legitimized as something deep, sublime, worthy of being respected and even desired by the subjects.

5.
Against the mystification reprsented by this rebirth of state secret, a strict materialist rigor should deny power any theological or sublime character, and recognize in secret or in the walls, not only means of law enforcement, but actual ideological devices. It is essential for anyone who wants to act against capitalism and its national or imperial state apparatuses to undo the imaginary consistency of state and sovereignty propped by secrecy and its alleged mystery, and to effectively recognize the reality of power as a mobile network of correlations 
of powers in which there is no omnipotent sovereign ruling impotent subjects, but a power (potentia) of the multitude always already resisting a power (potestas) struggling to prevail. To understand the power relations constituting social and political hegemonic power and to determine the degree of effective power of possible resistances, it is not enough to reveal plenty of details which seem outrageous: the reality of power is not located in any data, but in the singular power correlations defining a given conjuncture. To determine this and take advantage of data such as Wikileak's and countless others who were never hidden, we cannot and should not rely on revelations, but only in the slower work of the theoretical and political production of appropriate concepts.

jueves, 16 de diciembre de 2010

COMUNISTAS SIN COMUNISMO (respuesta muy parcial a Santiago Alba y otros polemistas amigos)




(El presente artículo constituye una respuesta al artículo de Santiago Alba titulado "El trabajo social difuso y la piscina de chocolate" (La polémica entre John Brown y Salvador lópez Arnal) publicado en Rebelión el 14.12.2010)  

  




"während die kommunistische Revolution sich gegen die bisherige Art der Tätigkeit richtet, die Arbeit beseitigt     und die Herrschaft aller Klassen mit den Klassen selbst aufhebt, weil sie durch die Klasse bewirkt wird, die in der Gesellschaft für keine Klasse mehr gilt, nicht als Klasse anerkannt wird, schon der Ausdruck der Auflösung aller Klassen, Nationalitäten etc.
(Karl Marx, Die deutsche Ideologie, I, B, 3)
(al paso que la revolución comunista está dirigida contra el modo anterior de la actividad, elimina el trabajo y suprime la dominación de las clases al acabar con las clases mismas, ya que esta revolución es llevada a cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no reconoce como clase y que expresa ya de por sí la disolución de todas las clases, nacionalidades etc., K. Marx, La Ideología alemana, I, B, 3) 


I.

La izquierda es hoy presa de lo que Spinoza denominaría sus “pasiones tristes”, esto es de aquellas que disminuyen su capacidad de actuar, pues no es otra cosa la tristeza que “el paso de una mayor a una menor perfección”(Ética III, escolio), siendo la perfección riguroso sinónimo de la potencia o capacidad de obrar. Incapaz de comprender en qué consiste la propia potencia de los trabajadores, la izquierda sigue fiando la emancipación a instancias que saben: el partido, el Estado, determinados pensadores comunistas o marxistas etc. Instancias, por lo demás, que han sufrido una catastrófica derrota política, organizativa, ideológica y goestratégica. La posibilidad de que en el propio proletariado actualmente existente pueda encontrarse, a pesar de esa derrota, una potencia subversiva y a la vez constituyente debe, según esta izquierda triste, descartarse sistemáticamente: la derrota es el único horizonte, la nostalgia del “socialismo” o aun del keynesianismo-fordismo, el único proyecto, pues, para ellos, el proletariado, como el pueblo de Hobbes, sólo existe en tanto que representado por el Partido o por el Estado. Cuando por una serie compleja de motivos que no puede caracterizarse (sólo) como una derrota, esa representación se hunde, las izquierdas mayoritarias -hoy el calificativo parece irónico, cuando su apoyo social y electoral se ha esfumado casi por completo- consideran que es el proletariado el que se ha hundido. ¿No se les pasa por la cabeza que ese proletariado podría perfectamente vivir sin las izquierdas y sus organizaciones derrotadas y derrotistas, sin el capital y sin el Estado, sin todo lo que hace de los trabajadores un proletariado? ¿No pueden comprender que la finalidad de quienes viven en una condición de opresión -y la proletaria no es otra cosa- no puede ser convertirla en una esencia en la que perseverar?

II.
Digámoslo claramente: hoy, quien es proletario quiere dejar de serlo, no, ser un proletario “digno” en un marco fordista o socialista. Por eso ha podido ser engañado por Thatcher, Blair, Berlusconi, Felipe González y otros buitres del neoliberalismo que le ofrecían cambiar de condición para pasar a ser ser empresario, capitalista, inversionista etc. Desde luego, todo ello era parcialmente mentira, pero nos ha instalado en una situación en la que la lucha por unas condiciones de trabajo decentes en el mercado y en la empresa capitalista se ve gravemente obstaculizada; pues la segunda cara “capitalista” de ese nuevo Jano bifronte que es el propio trabajador nos lo presenta como accionista de un fondo de pensiones o de un fondo de inversión cuya exigencia de rendimiento es radicalmente contraria a cualquier reivindicación obrera. Incluso cuando no es accionista de nada de eso, tiene también una existencia financiera mínima como deudor, en la medida en que le corresponde una parte de la deuda pública del Estado y tiene que dar pruebas de "responsabilidad". En estas condiciones, el trabajador se convierte en explotador de sí mismo, como siempre quisieron los teóricos de las distintas familias del neoliberalismo, tanto los “ordoliberales” alemanes como los neoliberales de Chicago. El trabajador se encuentra hoy entre la sartén y las ascuas debido a su interna división. Antes, también lo estuvo, pues su voluntad de abandonar la condición proletaria también se vio secuestrada, no ya por el capital, sino por el Estado, el keynesiano-fordista en Occidente o el socialista en el Este; Estado para el que el trabajador era ciudadano a condición de ser un proletario representado por sus partidos y sindicatos. En ambos casos, el Estado funcionó como una formidable máquina de reproducción y de perpetuación de la condición proletaria. Hoy, la participación de los trabajadores en el mercado de capitales como titulares de valores, aunque sean los de sus fondos de pensiones, también mantiene atenazada la voluntad de liberación.

III.
La expropiación de los comunes por el Estado en favor de una propiedad pública no es en este sentido más virtuosa que la que la propia fuerza del Estado lleva a cabo en favor de la propiedad privada y, por mucho que se hayan degradado las condiciones de vida en Europa occidental y los Estados Unidos, todavía falta mucho para que alcancemos el nivel de escasez y de cochambre que se conoció en la Europa socialista. En cualquier caso, considerar que la única alternativa existente es la que opone lo público estatal a lo privado y hacer un canto nostálgico a lo público estatal es ignorar la posibilidad real de un modo de organización de la producción y la distribución basado en el libre acceso a los comunes y la posibilidad real de una comunidad cuya integración no sea efecto del derecho ni de la violencia estatal. A todo esto debe renunciarse, según los vates negros de esta izquierda necrófila, pues la derrota y la muerte son el único horizonte legítimo para los puros. 

Afortunadamente, entre los que no son tan puros y supieron considerar que las derrotas de las organizaciones y las experiencias políticas son algo posible y necesario en la siempre incierta y difícil lucha por el comunismo está un tal Karl Marx de quien decía Broja con su onsondable mala leche que es un autor poco leído entre los marxistas españoles. Ni la derrota de la Comuna de París, ni el fin de la Primera Internacional fueron para Marx motivo suficiente para instaurar un culto nostálgico del pasado, visto como un tiempo mítico en que el mundo tenía sentido. Como militante comunista y como pensador, Marx continuó a través de las derrotas explorando el mundo real, las transformaciones del capitalismo ya impuestas en su época por la resistencia obrera, y teniendo en cuenta sobre todo las fuerzas, la potencia real, el movimiento real que, desde dentro del capitalismo impulsaba su transformación y tal vez permita su superación. Casi todo es posible para un racionalismo materialista exigente como el de Marx, casi todo menos, como diría Althusser “contarse cuentos” (“se raconter des histoires”), aunque estos cuentos tengan la belleza épica de las leyendas fundacionales o la pregnancia ontológica del dreamtime, el “tiempo de los sueños” de los aborígenes australianos.

IV.
En este contexto de nostalgia y luto permanente, se victimiza al trabajador, que debe ser “protegido” de las fuerzas del mercado...por el derecho y el Estado que fundan y reproducen ese mismo mercado. Las actuales transformaciones del capitalismo se entienden como puras y simples derrotas de una clase obrera que habría conocido su edad de oro durante el período que media entre el fin de la segunda guerra mundial y el final de los años 70.  Este período es denominado “fordismo”por los economistas de la “escuela de la regulación” (Aglietta, Boyer etc.) -que adoptan parcialmente la problemática y la terminología de los marxistas autónomos (Tronti). El fordismo está inicialmente asociado a la fórmula de gestión empresarial inaugurada por Henry Ford en la industria del automóvil y que se basaba en una intensa uniformización y racionalización de los procesos de producción, una división racional de las tareas productivas tendente a su máxima simplificación (Taylorismo) y por otra parte, en una combinación de disciplina de fábrica y de paternalismo social. El trabajador fordista es un trabajador con un nivel salarial comparativamente elevado, pues tiene que poder ser, en la concepción del propio Ford, el primer y principal cliente de la empresa. El fordismo, combinado a nivel macroeconómico con el keynesianismo, que pretendía aumentar la demanda interna solvente mediante el desarrollo del gasto público, fue la clave de los treinta años de mayor crecimiento en Europa y los Estados Unidos (1945-1975).

V.
El postfordismo es la forma de regulación del capital que sucede al fordismo-keynesianismo cuando éste sucumbe a lo que la Comisión Trilateral designara como “ingobernabilidad”, esto es a la coincidencia de una fuerte ofensiva obrera en la metrópoli que sitúa los salarios en zonas peligrosas para la acumulación capitalista y la liberación de los países del tercer mundo que hace multiplicarse los precios de las materias primas. En estas condiciones, la tasa de ganancia peligra, pero también el orden social fordista cuestionado por una ola de revueltas sociales protagonizadas por la juventud contra la disciplina de fábrica y las distintas disciplinas del Estado. Ese doble fenómeno de valorización acelerada de la fuerza de trabajo y de revuelta contra el orden laboral y político establecido queda emblematizado por el significante “mayo del 68”, por mucho que el proceso real cubre países tan distintos como Francia, Italia, Checoslovaquia, Polonia, China, los Estados Unidos etc. y tiempos bastante más dilatados, sobre todo en Italia donde se habla de un “mayo largo” que dura diez años o en Alemania donde arrastran los fenómenos de contestación hasta bien entrados los 70. El terrorismo (de Estado) pondrá fin a los procesos italiano y alemán; los demás serán liquidados mediante la cooptación de los dirigentes autodesignados de los movimientos y mediante una recuperación capitalista de sus objetivos de liberación respecto de la condición proletaria. 

Las distintas derechas (socialdemócratas y eurocomunistas incluidos) han podido hacer así  bandera de lo que fueran objetivos anticapitalistas radicales y recuperar para sí un lenguaje libertario, del mismo modo que los termidorianos y bonapartistas pudieron en su momento adueñarse de los significantes de la revolución francesa o los stalinistas de los símbolos de la revolución de octubre. El neoliberalismo, como ideología económica del postfordismo se nutre hipócritamente de numerosos temas de la revuelta proletaria contra la forma fábrica y la forma Estado cuando propugna que se acabe con la preponderancia del Estado (“big government”). Hipocresía, puesto que nunca ha sido el Estado tan fuerte, ni el gasto público se ha disparado de manera tan vertiginosa como en el neoliberalismo. La particularidad del neoliberalismo no es que haya menos Estado -hay que ser un ingenuo nostálgico del fordismo para créerselo- sino que un Estado enormemente reforzado redistribuye la riqueza en sentido inverso al del Estado keynesiano cuando estaba sometido a la presión obrera. La transferencia de riqueza se produce hoy básicamente de abajo a arriba, pues no sólo se reducen los salarios, sino que las prestaciones sociales de todo tipo se recortan y se favorecen los rgímenes fiscales regresivos (impuestos indirectos, IVA) sobre las formas de imposición progresivas ligadas a la riqueza. Al mismo tiempo, el gasto militar, el gasto público en represión o en exhibición de la potencia represiva, la subvención pública a los capitales privados, cuyos últimos grandes episodios han sido el “rescate de los bancos” y el “rescate de los países endeudados” (Grecia, Irlanda, Portugal...etc.) han hecho crecer considerablemente el endeudamiento público sin la más mínima repercusión sobre el bienestar social.

No es que no exista hoy el Estado protector, pues el Estado es más fuerte y prepotente que nunca y también más protector, pero a quien protege en la actualidad, de manera casi exclusiva es al capital y a los accionistas e inversores frente a los riesgos de pérdidas. Si, en el período anterior, la acumulación de capital pudo basarse en el desarrollo de una demanda solvente mediante la protección de los salarios directos e indirectos, hoy en lo que se basa es en el fomento del beneficio privado como fuente también de demanda solvente. Es útil leer los análisis de Brenner para comprender la enorme función de la especulación inmobiliaria y bursátil en el mantenimiento de la demanda en países como los Estados Unidos. La especulación y el crédito fácil -convertido a su vez en objeto de especulación de riesgo- permitieron a la clase trabajadora norteamericana y en parte a la europea acceder a niveles de consumo incompatibles con unos ingresos laborales estabilizados o decrecientes. Con ello vemos que la lucha por la valorización de la fuerza de trabajo puede tener escenarios ditintos del fordista-keynesiano-socialista.


VI.
Dicho esto, puede entenderse mejor que considere demagógico y ridículo que se me declare “partidario” del postfordismo o se me atribuyan memeces como el haber afirmado que existe una oposición entre “fordismo y laborismo” (cf. el texto de SA:”John Brown opone “postfordismo” y “laborismo” de una manera ideológicamente interesada y por ello poco rigurosa”). Yo no puedo haber opuesto postfordismo y laborismo, porque nadie que sepa un poco lo que dice puede hacerlo. El postfordismo, al igual que el fordismo son modos de regulación del capitalismo, son realidades sociales; el “laborismo” es, en cambio una ideología conforme a la cual la ciudadanía se basa en el trabajo (la idea de una república de trabajadores) y que considera el propio trabajo como una dimensión antropológica transhistórica. Confesaré que soy tan fervoroso partidario del postfordismo como puedo serlo del capitalismo o de la ley de la gravedad. De un modo de producción o, dentro de él, de un modo de regulación, no se es partidario ni se deja de serlo; de lo que se trata es de que la hipótesis formulada corresponda o no a la realidad.

Que la lucha de clases tiene un papel fundamental en el advenimiento del postfordismo me parece evidente, basta para comprobarlo leer los ya aludidos textos de la Trilateral de los años 70 sobre la crisis de la democracia. Una vez que la lucha de clases y, en particular la resistencia obrera en el fordismo y al fordismo queda descartada como hipótesis explicativa, sólo queda buscarle un sujeto a la historia: una vez se abandona el terreno de la explicación materialista, hay que buscar culpables, traidores, encarnaciones del mal. “Asilos de la ignorancia” diría el maestro Spinoza. Sin embargo, en la historia real no hay culpables ni pecadores, porque tampoco hay mérito ni virtud, lo que hay son fuerzas sociales enfrentadas y los resultados de su lucha. Resultados complejos, pero en ningún caso desesperantes para un comunista, entre otras cosas, porque sólo se alcanza un planteamiento materialista realizando un gran esfuerzo por abandonar la esperanza y el temor, la alabanza y el vituperio. 

Hacer culpable a la gente real que vive en este mundo postfordista -que a mí tampoco me gusta- de no llegar a ser un fantasmagórico “sujeto histórico” revolucionario es no querer explicar nada, no querer ver nada, en realidad no querer hacer nada más que complacerse en la derrota. O la revolución la hace la gente que, aquí o en el tercer mundo, bebe Coca Cola, calza Adidas o Nike, consume no sé qué y no sé cuántas porquerías, y se hace todavía ilusiones respecto de su posible salida capitalista del proletariado, o no la va a hacer ni Dios. Tal vez sea ese profundo desprecio de la izquierda nostálgica -¿o tal vez fuera mejor llamarla melancólica en el sentido preciso de Freud?- por una población real que considera vendida al capitalismo, el que motive la respuesta tan negativa que esta misma población da a las poco tentadoras propuestas de regreso al fordismo (en sus variantes más liberales o más socialistas) que le presenta la izquierda mayoritaria. Cuesta entender qué ganarían con ello las mayorías sociales, aunque se entiende mejor qué podrían ganar las organizaciones de la izquierda o, incluso, los posibles jerarcas de Estados que se autoproclamaran postcapitalistas por haber confiado al Estado la gestión del capital y la reproducción de la condición proletaria.

Que no se pretenda que los distintos movimientos de transformación social que están en curso en América Latina -la ya añeja revolución cubana incluida- son retornos a ese añorado modo de regulación. Si lo hubieran sido, cosecharían hoy los mismos éxitos que nuestras izquierdas laboristas europeas. Lo que tiene lugar en América Latina es un proceso de gran complejidad, pues, por un lado -como ocurrió ya en Cuba en el 59- se ha puesto término al Estado colonial racista y semiesclavista sustituyéndolo por formas de democracia que incluyen a toda la masa de los antiguos excluidos, pero por otra parte, en países como Bolivia o Venezuela la actuación misma del Estado no lo explica todo ni mucho menos. Sin la pujanza de los movimientos sociales que apoyan estos procesos, ni Chávez ni Evo Morales estarían gobernando: en cierto modo, estos países son “quilombos” a gran escala donde lo único que está claro es la voluntad de las mayorías sociales indígenas y mestizas de no volver a sumirse en la nada. Afortunadamente, los ropajes jurídicos y constitucionales visten la rebelión pero no la apagan. El futuro está abierto y ciertamente, su horizonte no es el (re)establecimiento del fordismo. En cuanto al uso del término “socialismo”, puede decirse con Fidel Castro que designa aquello “que no sabemos cómo se hace”, esto es el problema político abierto de la salida del capitalismo y del Estado burgués, el único verdadero problema político de nuestro tiempo, el del paso al comunismo.

VII.
Es imposible aquí responder a la multitud de cuestiones que plantea en su artículo Santiago Alba. Supongo que, a la mayor parte de ellas responderé en la recensión del interesantísimo libro de nuestros comunes amigos Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, El orden de El Capital cuya redacción estoy interrumpiendo para escribir estas páginas. Sin embargo debo contestar a la siguiente afirmación de Santiago Alba: “a John Brown este “estallido de las formas de trabajo y contractualidad”, con todos los sufrimientos concretos aparejados, no sólo no le espanta sino que de algún modo le entusiasma;” . A mí me entusiasma tan poco la condición proletaria del postfordismo como la del fordismo. Lo que no entiendo es que mis amigos con los que aquí intento debatir no comprendan los “sufrimiento concretos” de la disciplina de fábrica y del despotismo interno -y aún externo: Henry Ford era un admirador y financiador de Hitler, cuyo régimen se inspiró también en parte del fordismo- que entraña el modo de gestión inaugurado por Ford. No erijo en valor ninguno de los dos modos de regulación del capitalismo y considero tarea fundamental de los comunistas suprimir las regulaciones de la condición proletaria que respectivamente les corresponden, junto con la propia condición proletaria. Tampoco creo que la inmersión en piscinas de chocolate sea un gran placer, ni que la abolición del trabajo preconizada por Marx (“Die Beseitigung der Arbeit”) sea otra cosa que la abolición del trabajo en el sentido que este tiene en el capitalismo, a saber, utilización de la mercancía fuerza de trabajo. La actividad productiva socialmente organizada será siempre necesaria para una especie que no está compuesta por ángeles y debe perseverar en su esencia mediante un constante esfuerzo, lo cual no significa que esta actividad productiva esté condenada a coincidir con la utilización de la fuerza de trabajo integrada en el capital como capital variable por una instancia de control del capital, sa esta estatal o privada. No creo que ninguna forma de Estado sirva para abolir la condición proletaria, ni siquiera un quimérico Estado de derecho socialista en que se respetara escrupulosamente la independencia civil del trabajador basada en el trabajo. Unos comunistas cuya perspectiva última es el Estado, el derecho y el Estado de derecho sólo pueden ser unos comunistas sin comunismo.