Reflexiones al hilo del "no asunto" de los tuits de Guillermo Zapata
1.
No creo que las hienas que bombardearon Irak, ni los buitres que organizan desahucios tengan autoridad moral para criticar a Guillermo Zapata, compañero que juró ayer su cargo de concejal en el ayuntamiento de Madrid añadiendo a su juramento la frase de Thomas Müntzer "Omnia sunt communia" (Todo es común, todo es de todos). También se excluyen de la comunidad humana capaz de juzgar moralmente nuestros negacionistas nacionales, los que niegan el peso enorme que hacen pesar las cunetas sobre la vida de nuestro país convertido en un inmenso "país de Antígona" que no entierra ni honra debidamente a sus muertos.
A mí, personalmente, me repatean los chistes antisemitas. Soy contrario a la existencia de Israel como Estado exclusivamente judío, pero no aguanto el "socialismo de los imbéciles" que siempre ha sido el antisemitismo. Dicho esto, me niego a demonizar a Guillermo, que es un valioso compañero y que no es ni un antisemita ni un monstruo de inhumanidad. Me niego a demonizarlo, porque sé que todo inconsciente tiene la potencialidad de ser fascista, el mío incluido, y que todo chiste tiene que ver con ese inconsciente y sus peligrosas cualidades. No solo yo he hecho chistes de mal gusto contra diversos grupos humanos, sino que los han hecho también, delante de mí, miembros de estos mismos grupos. A veces, la mejor defensa frente a este humor es aplicárselo a uno mismo y, como es sabido, los más terribles chistes de judíos los cuentan los propios judíos. Ni Spinoza ni Marx son una excepción.
Es siempre cómodo culpar al otro y hacer de él un monstruo de inmoralidad. Es útil para apartar la mirada propia y ajena de ese monstruo que hay en todos y cada uno de nosotros y que se aloja en nuestro inconsciente. Un monstruo que se llama en la terminología del psicoanálisis "pulsión de muerte". Es útil señalar a alguien como un malvado, porque nos permite esto desatender la pulsión de muerte que anida en todos nosotros y cuya gestión se llama civilización, ética y política. Decir que el otro es monstruoso es pedir tolerancia para tus propios crímenes. Franco se inventó una conspiración comunista contra España para justificar su brutal guerra colonial interna en la que sus compatriotas de las clases populares fueron tratados como "Moros del Norte", esto es exterminados como las cábilas del Rif. Hitler también justificó su dictadura y su expansión colonial en Europa del Este así como el exterminio de los judíos de Europa como una defensa frente a una supuesta "conspiración judía." Hoy, la misma gentuza criminal que banaliza las cunetas del pasado o los suicidios por desahucio de hoy, se atreve a enjuiciar a Guillermo Zapata para desviar la mirada del monstruo que hay en ellos y del que nunca, a diferencia de Guillermo -que ha hecho otras muchas cosas en la vida, cosas decentes, civilizadas y hermosas que contradicen el anecdótico fascismo de esos chistes tontos- estos señores y señoras hoy tan críticos y moralmente exigentes se han ocupado, pues ellos siempre se han refugiado en la "buena conciencia" que, como recuerda Hannah Arendt es caracterísica de los canallas. Como sabía Sócrates, solo un canalla tiene la conciencia tranquila, pues a los demás, los que nos sabemos divididos, nos espera incluso cuando estemos solos una vocecita interior, esa reflexión de uno sobre uno mismo que sigue espoleándonos para que la buena conciencia no haga de nosotros auténticos criminales. Eichmann fue todo un ejemplo de buena conciencia, Sócrates siempre se hizo preguntas sobre sus actos y su vida...
2.
Si alguien piensa que hay que pedirle a Guillermo Zapata su dimisión por haber citado unos cuantos chistes malos, crueles y racistas en tuiter en el marco de una discusión sobre los límites del humor; no entiende el sentido de la campaña de la derecha contra Guillermo. Esta gente, la que jamás ha condenado el franquismo ni su alianza con Hitler, está indignada, legítimamente indignada, pero no por un chiste racista (enunciado o citado), sino porque los hemos echado de instituciones clave. A Guillermo le han hecho la misma trampa que a Pablo Iglesias cuando hicieron un montaje -goebbelsiano- de unas declaraciones suyas en la Uni de verano de IA en las que, para descalificar a la Hizquierda Berdadera insurreccionalista citaba los términos que esta suele usar.
Si para apaciguar a la derecha o complacer el purismo biemprensante de cierta izquierda se hace dimitir a Guillermo, no tardarán en exigir más carnaza y no tardarán tampoco en encontrar cualquier motivo peregrino de este tipo. La paz, decía Montesquieu, nunca se compra, pues quien te la ha vendido se cobrará, y te la volverá a vender cuantas veces quiera.
3.
Si alguien cree que la operación de desprestigio contra Guillermo Zapata es nueva, se equivoca. La prensa de ultraderecha ya hizo lo mismo con unas declaraciones de Pablo Iglesias en las que unas palabras que él criticaba se las atribuyeron como propias montando imagen y sonido. Algo muy parecido ha ocurrido con Guillermo Zapata, quien citaba chistes de pésimo gusto dentro de una conversación sobre los límites del humor. Ni Guillermo Zapata es antisemita ni lo ha sido nunca, ni Pablo Iglesias es un defensor de la violencia.
Si a cada manipulación propagandística tiene que dimitir alguien, no vale la pena presentarse a las elecciones.
4.
Aquí no se trata de apoyar a un amigo personal o político por encima de los propios criterios de decencia, sino de conservar el mínimo necesario de rigor lógico y ético. Si un político del PP citara un chiste sobre los muertos de las cunetas y lo pusiera entre comillas diciendo que está más allá del límite del humor aceptable, lo único que tendría que decir es que tiene razón. Lo que pasa es que en ciertos sectores de la derecha española no se conocen ni las comillas ni aquello que se llama "decencia común".
1.
No creo que las hienas que bombardearon Irak, ni los buitres que organizan desahucios tengan autoridad moral para criticar a Guillermo Zapata, compañero que juró ayer su cargo de concejal en el ayuntamiento de Madrid añadiendo a su juramento la frase de Thomas Müntzer "Omnia sunt communia" (Todo es común, todo es de todos). También se excluyen de la comunidad humana capaz de juzgar moralmente nuestros negacionistas nacionales, los que niegan el peso enorme que hacen pesar las cunetas sobre la vida de nuestro país convertido en un inmenso "país de Antígona" que no entierra ni honra debidamente a sus muertos.
A mí, personalmente, me repatean los chistes antisemitas. Soy contrario a la existencia de Israel como Estado exclusivamente judío, pero no aguanto el "socialismo de los imbéciles" que siempre ha sido el antisemitismo. Dicho esto, me niego a demonizar a Guillermo, que es un valioso compañero y que no es ni un antisemita ni un monstruo de inhumanidad. Me niego a demonizarlo, porque sé que todo inconsciente tiene la potencialidad de ser fascista, el mío incluido, y que todo chiste tiene que ver con ese inconsciente y sus peligrosas cualidades. No solo yo he hecho chistes de mal gusto contra diversos grupos humanos, sino que los han hecho también, delante de mí, miembros de estos mismos grupos. A veces, la mejor defensa frente a este humor es aplicárselo a uno mismo y, como es sabido, los más terribles chistes de judíos los cuentan los propios judíos. Ni Spinoza ni Marx son una excepción.
Es siempre cómodo culpar al otro y hacer de él un monstruo de inmoralidad. Es útil para apartar la mirada propia y ajena de ese monstruo que hay en todos y cada uno de nosotros y que se aloja en nuestro inconsciente. Un monstruo que se llama en la terminología del psicoanálisis "pulsión de muerte". Es útil señalar a alguien como un malvado, porque nos permite esto desatender la pulsión de muerte que anida en todos nosotros y cuya gestión se llama civilización, ética y política. Decir que el otro es monstruoso es pedir tolerancia para tus propios crímenes. Franco se inventó una conspiración comunista contra España para justificar su brutal guerra colonial interna en la que sus compatriotas de las clases populares fueron tratados como "Moros del Norte", esto es exterminados como las cábilas del Rif. Hitler también justificó su dictadura y su expansión colonial en Europa del Este así como el exterminio de los judíos de Europa como una defensa frente a una supuesta "conspiración judía." Hoy, la misma gentuza criminal que banaliza las cunetas del pasado o los suicidios por desahucio de hoy, se atreve a enjuiciar a Guillermo Zapata para desviar la mirada del monstruo que hay en ellos y del que nunca, a diferencia de Guillermo -que ha hecho otras muchas cosas en la vida, cosas decentes, civilizadas y hermosas que contradicen el anecdótico fascismo de esos chistes tontos- estos señores y señoras hoy tan críticos y moralmente exigentes se han ocupado, pues ellos siempre se han refugiado en la "buena conciencia" que, como recuerda Hannah Arendt es caracterísica de los canallas. Como sabía Sócrates, solo un canalla tiene la conciencia tranquila, pues a los demás, los que nos sabemos divididos, nos espera incluso cuando estemos solos una vocecita interior, esa reflexión de uno sobre uno mismo que sigue espoleándonos para que la buena conciencia no haga de nosotros auténticos criminales. Eichmann fue todo un ejemplo de buena conciencia, Sócrates siempre se hizo preguntas sobre sus actos y su vida...
2.
Si alguien piensa que hay que pedirle a Guillermo Zapata su dimisión por haber citado unos cuantos chistes malos, crueles y racistas en tuiter en el marco de una discusión sobre los límites del humor; no entiende el sentido de la campaña de la derecha contra Guillermo. Esta gente, la que jamás ha condenado el franquismo ni su alianza con Hitler, está indignada, legítimamente indignada, pero no por un chiste racista (enunciado o citado), sino porque los hemos echado de instituciones clave. A Guillermo le han hecho la misma trampa que a Pablo Iglesias cuando hicieron un montaje -goebbelsiano- de unas declaraciones suyas en la Uni de verano de IA en las que, para descalificar a la Hizquierda Berdadera insurreccionalista citaba los términos que esta suele usar.
Si para apaciguar a la derecha o complacer el purismo biemprensante de cierta izquierda se hace dimitir a Guillermo, no tardarán en exigir más carnaza y no tardarán tampoco en encontrar cualquier motivo peregrino de este tipo. La paz, decía Montesquieu, nunca se compra, pues quien te la ha vendido se cobrará, y te la volverá a vender cuantas veces quiera.
3.
Si alguien cree que la operación de desprestigio contra Guillermo Zapata es nueva, se equivoca. La prensa de ultraderecha ya hizo lo mismo con unas declaraciones de Pablo Iglesias en las que unas palabras que él criticaba se las atribuyeron como propias montando imagen y sonido. Algo muy parecido ha ocurrido con Guillermo Zapata, quien citaba chistes de pésimo gusto dentro de una conversación sobre los límites del humor. Ni Guillermo Zapata es antisemita ni lo ha sido nunca, ni Pablo Iglesias es un defensor de la violencia.
Si a cada manipulación propagandística tiene que dimitir alguien, no vale la pena presentarse a las elecciones.
4.
Aquí no se trata de apoyar a un amigo personal o político por encima de los propios criterios de decencia, sino de conservar el mínimo necesario de rigor lógico y ético. Si un político del PP citara un chiste sobre los muertos de las cunetas y lo pusiera entre comillas diciendo que está más allá del límite del humor aceptable, lo único que tendría que decir es que tiene razón. Lo que pasa es que en ciertos sectores de la derecha española no se conocen ni las comillas ni aquello que se llama "decencia común".