En Grecia estamos en un escenario de lucha de clases descarnada. La cosa va del sabotaje económico a gran escala como el cierre forzado de los bancos o la no aceptación de las tarjetas de crédito y de pago hasta el terror social microfísico. Estamos en un ambiente en el que quienes han recortado brutalmente las pensiones y los salarios y se proponen abiertamente seguir haciéndolo acusan al gobierno de poner en peligro los ingresos de los ciudadanos. Estamos en un ambiente en el que los grandes y los pequeños patrones amenazan con despedirte si sale el no. Aquí, en Thasos, le han dicho a mucha gente que trabaja en tiendas, gasolineras y otros negocios que dependen de un suministro sostenido de mercancías que no vaya a trabajar, que se tome vacaciones hasta hoy y, si sale el No, que no vuelva. Todos los capitalistas desde los grandes a los más pequeños están en pié de guerra y exigen que se pague la deuda y se agrave la austeridad para hundir el valor de mercado de la fuerza de trabajo.
Los medios de comunicación mienten sin parar: dicen que mañana no habrá ya nada de liquidez en los bancos, que echarán a Grecia del euro, de la UE y hasta del sistema solar. Dicen que recortará en un 30% los ahorros de más de 8.000 euros, que no hay nada en los supermercados, que mañana no habrá ni pan, que Syriza quiere montar un régimen latinoamericano en Europa, cuando los únicos que funcionan como una oligarquía latinoamericana que no acepta la democracia son la troika interna y su pitonisa base social: la puta burguesía dependiente, colonial. La derecha griega, incluido el Pasok, son los agentes de cobro de los acreedores ilegales e ilegítimos. Vendepatrias, como en España o en Venezuela.
A todo esto y a pesar de todo, la gente mantiene su sangre fría. Es lo que más llama la atención. La concentración de Syntagma anteayer fue histórica, colosal: un pueblo defendiendo a su gobierno que estaba en medio de la multitud, con la gente. Varoufakis es el único ministro de hacienda de Europa que puede atravesar una multitud recibiendo manos tendidas, besos, abrazos, palabras de aliento. Alexis Tsipras, entre su gente, nuestra gente, está como un pez en el agua. Hay un gran orgullo en este pueblo, una enorme dignidad y merece ganar a las oscuras fuerzas del chantaje y el poder oligárquico.
Pase lo que pase, pasada la alegría de que gane el ΌΧΙ o la tristeza de que gane el sí, todo será muy difícil mañana para la mayoría. Habrá que seguir luchando en Grecia y en el resto de Europa, porque si el ΌΧΙ salva al gobierno popular de Tsipras, mañana los trabajadores griegos seguirán teniendo un gobierno, pero seguirán sin tener poder suficiente para cambiar las cosas. Tener el gobierno es importante, pues se pueden cambiar muchas medidas e ir transformando el marco legal, pero la gente de aquí no necesita haber leído a Benjamin para saber que los oprimidos, mientras no liquiden su condición de oprimidos viven en un permanente estado de excepción donde gobiernos legítimos y leyes importan muy poco frente a la dictadura de clase de las clases capitalistas. Esto es lo que hay que quitarse de encima si queremos democracia y libertad. El ΌΧΙ griego puede ser un paso importante, pero necesitamos ganar en otros países de Europa. Ruego por ello a todos mis amigos y compañeros de Podemos y de todas las fuerzas de resistencia de nuestro país que dejen de jugar a jefecillos y partidos y den la palabra a la gente, que tiene una necesidad vital de ganar y de salir de este maldito estado de excepción, con la cabeza alta, como personas libres y ciudadanos dignos, como nuestros hermanos y hermanas de Grecia.
Los medios de comunicación mienten sin parar: dicen que mañana no habrá ya nada de liquidez en los bancos, que echarán a Grecia del euro, de la UE y hasta del sistema solar. Dicen que recortará en un 30% los ahorros de más de 8.000 euros, que no hay nada en los supermercados, que mañana no habrá ni pan, que Syriza quiere montar un régimen latinoamericano en Europa, cuando los únicos que funcionan como una oligarquía latinoamericana que no acepta la democracia son la troika interna y su pitonisa base social: la puta burguesía dependiente, colonial. La derecha griega, incluido el Pasok, son los agentes de cobro de los acreedores ilegales e ilegítimos. Vendepatrias, como en España o en Venezuela.
A todo esto y a pesar de todo, la gente mantiene su sangre fría. Es lo que más llama la atención. La concentración de Syntagma anteayer fue histórica, colosal: un pueblo defendiendo a su gobierno que estaba en medio de la multitud, con la gente. Varoufakis es el único ministro de hacienda de Europa que puede atravesar una multitud recibiendo manos tendidas, besos, abrazos, palabras de aliento. Alexis Tsipras, entre su gente, nuestra gente, está como un pez en el agua. Hay un gran orgullo en este pueblo, una enorme dignidad y merece ganar a las oscuras fuerzas del chantaje y el poder oligárquico.
Pase lo que pase, pasada la alegría de que gane el ΌΧΙ o la tristeza de que gane el sí, todo será muy difícil mañana para la mayoría. Habrá que seguir luchando en Grecia y en el resto de Europa, porque si el ΌΧΙ salva al gobierno popular de Tsipras, mañana los trabajadores griegos seguirán teniendo un gobierno, pero seguirán sin tener poder suficiente para cambiar las cosas. Tener el gobierno es importante, pues se pueden cambiar muchas medidas e ir transformando el marco legal, pero la gente de aquí no necesita haber leído a Benjamin para saber que los oprimidos, mientras no liquiden su condición de oprimidos viven en un permanente estado de excepción donde gobiernos legítimos y leyes importan muy poco frente a la dictadura de clase de las clases capitalistas. Esto es lo que hay que quitarse de encima si queremos democracia y libertad. El ΌΧΙ griego puede ser un paso importante, pero necesitamos ganar en otros países de Europa. Ruego por ello a todos mis amigos y compañeros de Podemos y de todas las fuerzas de resistencia de nuestro país que dejen de jugar a jefecillos y partidos y den la palabra a la gente, que tiene una necesidad vital de ganar y de salir de este maldito estado de excepción, con la cabeza alta, como personas libres y ciudadanos dignos, como nuestros hermanos y hermanas de Grecia.