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sábado, 10 de enero de 2009

Hamas: defensa de la resistencia islámica

Es notorio que ha existido, según se dice, un autómata construido de tal manera que resultaba capaz de replicar a cada jugada de un ajedrecista con otra jugada contraria que le aseguraba ganar la partida. Un muñeco trajeado a la turca, en la boca una pipa de narguile, se sentaba a tablero apoyado sobre una mesa espaciosa. Un sistema de espejos despertaba la ilusión de que esta mesa era transparente por todos sus lados. En realidad se sentaba dentro un enano jorobado que era un maestro en el juego del ajedrez y que guiaba mediante hilos la mano del muñeco. Podemos imaginarnos un equivalente de este aparato en la filosofía. Siempre tendrá que ganar el muñeco que llamamos «materialismo histórico». Podrá habérsela -sin más ni más con cualquiera, si toma a su servicio a la teología que, como es sabido, es hoy pequeña y fea y no debe dejarse ver en modo alguno.

Walter Benjamin, Tesis sobre la filosofía de la historia


Nadie en su sano juicio pretende que el movimiento de resistencia islámica Hamas (Harakat al Muqawamat al Islamia) sea un exponente de la Ilustración, sea esta árabe u occidental. Se trata, sin lugar a dudas de un partido religioso e incluso teocrático. No resulta, sin embargo, fácil pedir que basen su actuación política en un análisis puramente racional de su situación a los habitantes de un país colonizado. Palestina loe en un grado extremo, pues su población está compuesta en enorme proporción de deportados y refugiados de distintas oleadas de colonización judía y se ha visto sometida a decenios de represión y humillación durante los cuales el Estado sionista ha ido liquidando físicamente o condenando al exilio a sus dirigentes políticos y a muchos de sus intelectuales. Quien compruebe cómo se desenvuelve lo que va quedando de la política en Europa occidental y en los Estados Unidos, donde las decisiones políticas van sistematicamente acompañadas de una permanente manipulación de la opinión, no debería sorprenderse de que los más pobres y oprimidos no superen a los más ricos y cultos en “racionalidad política”.

El carácter explícitamente teológico del movimiento Hamas así como de los sectores más activos de la resistencia anticolonial árabe y musulmana merece una reflexión. En primer lugar porque su exotismo, con el que se quiere justificar una guerra de civilizaciones es muy relativo. Tal vez sea una de las mayores ilusiones ilustradas del marxismo el haber pensado que una política racional, un socialismo científico fuera posible. En eso el propio Marx era hijo de su tiempo y no pudo separarse de la tendencia ideológica dominante. No basta la racionalidad para fundamentar una acción política, ni en general para desencadenar una acción. La conclusión de un silogismo práctico es, según Aristóteles, no una proposición, sino un acto. Una decisión cuyo fundamento está en otro terreno, en otro escenario. La política, toda política requiere un suplemento que Walter Benjamin denominaba teológico y que sirve de fundamento a sus planteamientos racionales. A la frase de Lenin según la cual “el marxismo es omnipotente porque es verdadero” de clara connotación cientista, Benjamin responde que “el materialismo dialéctico es invencible asociado a la teología.” No basta un análisis racional de una situación insoportable, ni basta la propia insoportabilidad de la situación para que con ello surja un impulso político que tienda a salir de ella. Es necesario un planteamiento que en cierto modo se despegue de la “realidad”, considere que la realidad por sí misma no tiene sentido, es insensata, no justifica nada. Es necesario alcanzar una posición de relativa trascendencia a la racionalidad que describe lo real para ver que todo poder es transitorio y relativo. Lo que en términos de teología islámica se expresa con algunas frases que sirven de fundamento a toda una civilización: “la ghaliba illa Allah” (no hay más vencedor que Dios) o el "takbir", el acto de decir “allahu akbar” (Dios es el más grande, o Deus maximus, según traducían los cronistas medievales cristianos).

La posición teológico=política no es totalmente ajena al materialismo, sino más bien complementaria de este. El plano teológico=político abre un espacio de excepción frente a culquier realidad que aspire a ser norma y no mera facticidad. Frente a los reyes que se creen dioses y frente a los órdenes inmutables basados en los derechos humanos y el mercado, también frente a quienes ridículamente afirman que hay pueblos elegidos por Dios. La excepción teológica es condición inexcusable de cualquier política que no se vea reducida a policía de la normalidad. Incluso =o sobre todo= de una política materialista.

El rechazo por parte del materialismo de cualquier concepción cerrada y total de la realidad obedece al hecho de que lo real no puede ser nunca el resultado de la voluntad o la plasmación de la idea de un sujeto. Como afirmaba Fichte, el idealismo afirma que el objeto deriva del sujeto, el materialismo que el sujeto es un efecto del objeto. La realidad no tiene carácter ideal y por ello mismo no puede ser "leída" como un texto según nos enseñaba Louis Althusser. No tiene valor "epistemológico" ni normativo. Por ello mismo toda verdad y toda justicia son resultado, no de una determinación a priori, sino de una lucha, de un esfuerzo, de una acción en contraste con otras realidades. Resultado y conquista momentáneo y parcial. La verdad, no es la transparencia, sino la elucidación, la aletheia. A la facilidad de la lectura se sustituye la labor de la producción de conceptos, al orden moral firme como las estrellas la lucha permanente de los hombres por la "decencia común".

El materialismo no pretende siempre ya saber, sólo sabe que todo saber es una producción que tiene como resultado productos parciales y transitorios. Mediante la idea de Dios, la teología produce efectos materialistas al precarizar los órdenes y los saberes mundanos mediante la afirmación de su fundamento oscuro y transcendente. En cierto modo reconoce una división, una brecha en la realidad que separa a esta de su fundamento y por la cual todo orden mundano resulta precario. Esta división se cierra, sin embargo, mediante la idea de un Dios omnisciente y omnipotente que da una coherencia absoluta, aunque oculta, al conjunto de lo real. El materialismo afirma esta misma división y esta brecha. Dice con Heráclito que la guerra es el padre de todas las cosas y asume la contradicción práctica que reprocharan a Spinoza: que Dios modificado en Turco pueda matar a Dios modificado en cristiano. Uno se divide en dos. La diferencia entre el planteamiento materialista y el teológico es que este último pretende mediante la idea de Dios cerrar el espacio del conocimiento y de la acción que el materialismo pugna por dejar abierto. El materialismo se enfrenta a la insensatez del mundo aceptando la ignorancia como marco inevitables de una verdad que sólo puede ser elucidación y produciendo conocimiento. Sin suponer que existe una verdad oculta. Para el materialista, un objeto volador no identificado o una visión espectral figuran, sin que ello produzca particular desasosiego a quien es amigo de la tierra y del mundo, entre la multitud de cosas que desconocemos; para el religioso, son un OVNI tripulado por extraterrestres o un ánima. Lo desconocido es para la religión milagro, el milagro es, para la razón materialista desconocido. Con todo, ambas posiciones se diferencian nítidamente del idealismo, que afirma que lo real es ideal, que lo real es en último término una realidad coherente puesta por un sujeto sin fisuras, lo cual le otorga sentido y la hace legible.

Condenar de entrada a un movimiento político por tener un fundamento religioso como pretenden nuestros laicos occidentales, perseguidores de las chicas con velo, es suponer que puede existir algo así como una política "puramente racional" y que en último término la realidad histórica tiene un sentido más allá del que le den las luchas y el pensamiento de los hombres, pues "todo lo real es racional". Esto como sabemos desemboca en el fin de la historia y de la política declarado por Kojève, y más recientemente por Fukuyama y en lugar de fundar una política, declara el fin y la disolución de toda política en el orden liberal. El drama estúpido que se ha producido estos últimos días en la izquierda italiana en Milán y otras ciudades a propósito de los rezos musulmanes en las manifestaciones a favor de Gaza es una muestra de la impotencia de la izquierda italiana, de su incapacidad de despegarse de una racionalidad chata anclada en lo fáctico.

Hamas es, por lo tanto, un movimiento político que, como todos los demás, tiene un componente teológico. Tal es, según François Burgat, el caso, en general de todos los movimientos anticoloniales islámicos surgidos tras el fracaso del anticolonialismo laico. La particularidad de Hamas y de los demás movimientos islámicos de resistencia es que en ellos el componente teológico islámico es explícito. Esto no les impide ser organizaciones que expresan planteamientos y reivindicaciones políticos, a menudo legítimas y coincidentes con la legalidad y los valores reivindicados por la cultura occidental, que conviene examinar y no sepultar bajo interesadas acusaciones de fanatismo y terrorismo.


Bajo el gobierno de la organización supuestamente "terrorista" y "fanática" que es Hamas, tanto en el conjunto de los "Territorios" tras las elecciones que llevaron al gobierno a Ismail Haniya, como aún hoy en el reducto de legalidad democrática que es hoy Gaza, tras el golpe de Estado organizado por los occidentales y Abbas, esta organización, votada por una gran mayoría de los palestinos ha coexistido y colaborado con numerosas facciones laicas y marxistas de la resistencia y respeta el culto cristiano. También ha manifestado reiteradamente su disposición a un "apaciguamiento" (tahadiya) con Israel cuyas condiciones son el mero respeto del derecho internacional. Hamas ofrece aun hoy al Estado sionista, tras el asesinato de numerosos dirigentes y militantes del movimiento y las matanzas de población civil perpetradas por Israel, una tregua indefinida a condición de que este reconozca como suyas las fronteras de 1967, tal como lo exigen las Naciones Unidas, sin hacer lo más mínimo por imponerlo. Los "extremistas" y los terroristas son quienes exigen que se cumpla el derecho internacional, los "demócratas" son quienes no aceptan ninguna frontera y se atribuyen un derecho sin límites a la tierra palestina. Es curiosa esta inversión de los términos.

También se esgrime contra Hamas la práctica de los atentados suicidas, que serían prueba de un enorme fanatismo religioso. En primer lugar, los atentados suicidas fueron una táctica hoy abandonada por la dirección de Hamas. Una táctica cuya dimensión es enteramente militar. Si el coche bomba es según la acertada expresión de Mike Davis la "fuerza aérea de los pobres", el atentado suicida tal vez sea la "artillería de los pobres". Ambos son horribles, aunque bastante menos mortíferos que la fuerza aérea y la artillería de los ricos. Pobres y desesperados son los palestinos de Gaza como pocas poblaciones de este mundo. Lo raro es que el número de candidatos a morir matando a los despiadados ocupantes no haya sido mayor. El abandono por parte de Hamas de esta táctica es muestra de su "moderación". En cuanto a los famosos cohetes Qassam que golpean el sur de Israel, estos constituyen un sustituto de los atentados suicidas. Los Qassam atacan a ciegas: su tecnología rudimentaria no permite dirigirlos específicamente contra objetivos militares. Son las patadas y los mordiscos de quien se resiste a que lo maten, patadas y mordiscos que pueden sin duda hacer daño a los circunstantes que contemplan pacíficamente la ejecución. Es también difícil de comprender que una población asediada y enferma no haya sido aún más violenta en su deseperación.

Se dice también de Hamas que en su carta llama a destruir Israel y a exterminar a los judíos. En ella hay, innegablemente, algún eco del antisemitismo de los Protocolos de los Sabios de Sión, ese viejo panfleto antisemita elaborado por la Ojrana zarista en Rusia y leido con fervor por Hitler. Se habla, en efecto de la conjura judía e incluso, judeomasónica. No hace falta, sin embargo, conjeturar ninguna oscura trama para saber que Israel recibe el apoyo de todas las potencias imperialistas, aunque, afortunadamente, no el de todos los judíos del mundo, en su política colonial y racista. Este apoyo lo recibe a la luz del día, incluso hoy, cuando los Estados Unidos se apresuran a enviar a su aliado israelí, en plena carnicería de Gaza, más armas y más municiones a través de Grecia. Decir que ha hecho falta una conjura para perpetrar los crímenes de los que viene siendo víctima la población árabe de Palestina desde hace más de 60 años constituye una muestra ingenua de optimismo histórico y de fe en la humanidad.

El otro elemento supuestamente antisemita de la Carta de Hamas es un hadith , un dicho del Profeta recogido por Bujari y otros musulmanes, que se cita en su artículo 7 y afirma lo siguiente:
"El Profeta, que Alá le bendiga y le dé la salvación, ha dicho: “El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos (matando a los judíos), cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío detrás de mí, ven a matarlo. Sólo el árbol gharkad (evidentemente cierta clase de árbol) no lo hará, porque es uno de los árboles de los judíos”. (Narrado por al-Bukhari y Moslem)"

Se trata de un texto de oscuro significado que, probablemente, se remonte a uno de los numerosos enfrentamientos armados de Mohammed con los primeros perseguidores del Islam, entre los cuales destacaron los idólatras y los judíos. Este texto, conocido y citado desde los primeros siglos del Islam no impidió que florecieran en el mundo islámico importantes y brillantes comunidades judías, perfectamente inscritas en la civilización del Islam. Es un texto de circunstancia que llama a luchar contra los judíos perseguidores del Islam, no a exterminar a los judíos como en su momento pretendiera la Inquisición en España. En cualquier caso, la lucha por la independencia de Palestina exige una lucha contra los invasores y los ocupantes que implica una resistencia armada. Exige designar un enemigo. Defenderse de la agresión israelí, defenderse de este enemigo implica matar judíos, como defenderse de los nazis implicaba matar alemanes, sin que ello signifique que se pretende exterminar a la población judía ni a la alemana.

También se olvida la explícita condena del holocausto realizada por altos representantes de Hamas como Bassem Naim, el ministro de sanidad del gobierno legítimamente designado: " Debe quedar claro que ni Hamas ni el gobierno palestino en Gaza niegan el holocausto cometido por los nazis. El holocausto no fue sólo un crimen contra la humanidad, sino uno de los crímenes más abominables de la historia moderna. Lo condenamos al igual que condenamos todos los abusos contra el género humano y todas las formas de discriminación basadas en la raza, el género o la nacionalidad".

Se omiten intencionalmente otros pasajes de la Carta de Hamas que llaman a la convivencia a las gentes de las distintas religiones. Entre ellos algunos aleyas del Corán que hacen del Islam la única religión que admite el pluralismo religioso como algo querido por Dios. Así, la Carta de Hamas cita Corán 5, 48.Si Dios así los hubiera querido, os habría hecho de una sola comunidad. Pero ha querido poneros a prueba mediante el don que os ha hecho.Procurad superaros unos a otros en las buenas acciones. Todos vosotros regresaréis a Dios. Entonces os dará claridad sobre vuestras diferencias."

Una convivencia bajo el Islam como la que propugna Hamas no es necesariamente una dictadura teológica. Que no tiemblen demasiado los "laicos" occidentales que sólo ven fanatismo religioso en el Islam anticolonial y son incapaces de reconocerlo en la teocracia israelí en la que son los rabinos quienes determinan el derecho a la ciudadanía...Lo que se entiende aquí por Islam no es la Santa Inquisición, sino la convivencia pacífica entre las gentes de las religiones del Libro. En Hamas al igual que en los Hermanos Musulmanes de Egipto hay miembros y dirigentes cristianos. Para ellos el Islam es algo más que una religión: es un espacio de civilización que se trata de liberar de la opresión colonial. Por ello mismo Hamas mereció el apoyo masivo de la población palestina en las últimas elecciones celebradas en los territorios. Un apoyo a una organización que, a diferencia de la Autoridad Palestina colaboracionsita con el ocupante y corrupta, vertebra la resistencia estructurando la sociedad civil mediante redes de ayuda y asistencia que permiten a la lacerada población de los territorios cumplir el fundamental acto de resistencia frente a un poder racista como el de Israel: existir.

Si se quiere ser realmente solidario con Palestina, hay que desear la victoria de Hamas. Apoyar políticamente a esta organización no es traicionar ningún ideal democrático, sino apoyar la resistencia y la existencia misma de una población que corre el grave riesgo de ser exterminada primero políticamente y después, incluso físicamente. Apoyar el actual proceso de paz es defender el exterminio y negar a los palestinos el derecho a resistir y a liberarse del colonialismo racista que asola su país. Se puede estar o no de acuerdo con el ideario y la carta de Hamas. Yo personalmente estoy en desacuerdo con cualquier religión, incluso la de los derechos humanos, aunque considero que el materialismo constituye una teología paradójica, que asume la estructura dividida del sujeto humano y sirve de base a su existencia política. Sin embargo, creo necesario que se libere la solidaridad con la lucha palestina, que se reconozca explícitamente el derecho a la resistencia incluso armada. Que se reconozca este derecho incluso a organizaciones de base teológica o teológico-política. Esto supone, dentro de un esfuerzo general por quitarnos de encima las legislaciones de excepción antiterroristas que pretenden ahogar la disidencia política, que se elimine a Hamas y al conjunto de la resistencia palestina de todas las listas de organizaciones terroristas. Y por pura coherencia, que se incluya en ellas a Israel con todas las consecuencias.