lunes, 14 de mayo de 2012

12M15M: Reflexiones sobre la violencia








"Yo digo que los que condenan los tumultos entre los nobles y la plebe, a mi entender, están cesurando las cosas mismas que constituyeron la causa primera por la que Roma se mantuvo libre; y que consideran más el ruido y el alboroto que de tales tumultos nacía que los buenos efectos que generaban; y que no consideran que en toda república hay dos humores distintos, el del pueblo y el de los grandes y que todas las leyes que se hacen en favor de la libertad nacen de su desunión, como se ve con facilidad que ocurrió en Roma." (Maquiavelo, Discorsi, I, 4)


1. La violencia no la deciden los movimientos sociales, sino el poder. El poder decide, por ejemplo, que una agresión fascista por parte de gentes uniformadas o de paisano no es "violenta" o que la resistencia pacífica o pasiva sí lo es; el poder decide que la prisión o la pena de muerte no son formas violentas de sanción o que la huelga es una forma particularmente violenta de defensa de un interés particular. El poder decide que los hinchas de fútbol o los secuaces del papa pueden ocupar las calles durante varios días con conductas no siempre cívicas y que una tranquilísima acampada en un lugar público o una asamblea ciudadana en una plaza constituyen actos de violencia.  Por mucho que se busque, no hay ningún contenido específico debajo del término "violencia" que no dependa de la mera decisión soberana. Lo mismo puede afirmarse respecto del terrorismo. Soberano, podría decirse parafraseando a Carl Schmitt, es quien decide sobre qué es violencia, quien nombra al terrorista.

2. Según Aristóteles existen dos tipos de movimientos, el natural,por el cual un cuerpo se mueve y cambia conforme a su propia esencia dirigiéndose a su lugar natural, y el violento por el cual ese cuerpo se mueve y cambia por efecto de la fuerza de un cuerpo exterior. Lo contrario de la naturaleza es la violencia. En la época moderna, lo que es natural en el orden social lo define el poder. Como explica Bodin, el soberano es quien da valor jurídico a un derecho natural y lo define como tal. En otros términos, es el soberano quien define qué es la naturaleza y qué es el orden natural y, por consiguiente, qué es la violencia. El soberano define lo natural y lo violento y atribuye a la "violencia", contraria al orden social "natural", el estado de excepción en que la ley del soberano no es aplicable. Nada hay de extraño en ello, pues todo soberano pretende definir, sin temor a la tautología;  el orden normal, el orden natural, como el orden en que se pueden aplicar sus leyes.

3. En la modernidad politica a la que pertenece el poder soberano, la naturaleza no tiene ningún contenido propio. El gran traductor a categorías metafísicas del orden político soberano, René Descartes, sostiene que el orden natural depende constantemente de la voluntad divina. La violencia es así, acción contra la naturaleza, y, en el orden social y político, contra la ley y la voluntad del soberano que en ella se expresa. Toda pretensión de condenar o de aprobar la violencia empieza y acaba en el discurso del soberano.

4. Cuando la naturaleza no es "orden natural" sino correlación de fuerzas, la oposición naturaleza-violencia cae por su propio peso. Todo orden es precario y efecto relativamente inestable de un equilibrio de fuerzas. El propio poder del soberano que sirve de fundamento a ese orden -o el poder de Dios en el universo- se disuelve en un tejido de relaciones. Es esa la perspectiva democrática y subversiva del materialismo, la de Maquiavelo y la de Spinoza. Era la perspectiva de los materialistas de la antigüedad respecto de los cuales Maquiavelo y Spinoza reconocen su filiación. Es también la de Marx. Ni hay sustancia del poder, ni hay orden natural, ni tampoco es la violencia una característica esencial de una acción, sino la caracterización política de esta por un poder soberano que, a su vez, es la mera resultante de una correlación de fuerzas interna a la multitud.

5. El materialismo desvela la desnudez del poder. Este ya no puede basar su "legitimidad" en un orden natural. Debe fundamentarse en una relación, siempre relativamente antagónica con una multitud de otras fuerzas. El intento de suprimir todo antagonismo, todo tumulto de la multitud equivale a la supresión de la libertad, pues disminuye la potencia de la multitud, su productividad y sume a la multitud en la imaginación triste propia de todo poder absolutista. El absolutismo, que pretende que todos se ajusten a una única complexión, llama paz a lo que es un desierto. El totalitarismo moderno nos da abundantes ejemplos de ello.

6. La variante liberal del absolutismo que hoy se denomina "democracia liberal" pretende también basar su orden social en una naturaleza que, en un círculo vicioso, es a la vez efecto y causa del orden legal  establecido por el soberano. Los efectos de este discurso liberal-absolutista se traducen hoy en el rechazo  y criminalización de toda ilegalidad cometida por los súbditos -entre los que, naturalmente, no se cuentan los más poderosos, que forman parte del soberano-. Un control estricto del ajuste de las conductas de los súbditos a la legalidad es el principio del Estado policial. La criminalización de los espacios de antagonismo, la consideración como "violentos" de los más inofensivos actos de desobediencia mata la libertad y entristece la vida común.

7.Dado que en la circunstancia actual, el poder criminaliza la más mínima ilegalidad por parte de la disidencia social,lo único que debe tener en cuenta el movimiento en esta cuestión es la posibilidad real de conquista de hegemonía social que hay detrás de cada uno de sus actos, a sabiendas de que todos ellos pueden ser calificados de violentos por el poder. Ello no quiere decir que las agresiones contra personas sean indiferentes o que constituyan medios aceptables en función de un fin que todo lo justifica. Todo acto de agresión tiene un coste para la ética y la política del movimiento, pues prefigura el orden que este puede llegar a constituir y pone en peligro su carácter libre y democrático. Es de encomiar la enorme paciencia y sabiduría del movimiento 15M a este respecto, sabiendo evitar las numerosísimas provocaciones de un poder que vería probablemente con muy buenos ojos una deriva que pudiera calificar sin demasiado temor al ridículo como "terrorista". De momento, dejémoslos con su frustación.

martes, 8 de mayo de 2012

Francia y Grecia. 2 elecciones, ninguna decisión



Ayer tuvieron lugar en dos países europeos, uno de los grandes y poderosos y otro, más pequeño y marginal en cuanto al reparto del poder en el continente, sendas consultas electorales. En el gran país, se oyeron de nuevo las solemnes tonterías de la política de la representación, con dos candidatos a cual más ridículo hablando en nombre de "los franceses" y emitiendo sin vergüenza ninguna frases como "los franceses quieren", "los franceses opinan" etc. El gran país hexagonal es un viejo centro de poder europeo. En él la crisis golpea, pero, de momento, no se ha convertido en el desastre social que conocen los países de la Europa del Sur y sobre todo, el país más pequeño y marginal, Grecia. Por eso, es todavía posible jugar a la representación, a un juego de espejos entre derecha e izquierda en que los distintos componentes del mando capitalista afirman dar mayor importancia al mercado o al Estado, a la igualdad o a la libertad de emprender. Todo dentro de una espléndida continuidad entre los dos polos de un sistema que en modo alguno se ve cuestionado desde esas categorías, pues son las suyas. Quien piense que un régimen capitalista se pone en entredicho reforzando el Estado o aumentando la igualdad jurídica entre los ciudadanos ignora que el mercado generalizado propio del capitalismo es un fruto de la actividad estatal y que la igualdad entre contratantes es condición básica de la existencia del mercado. Como recordaba Michel Foucault a Chomsky en su memorable debate de la televisión neerlandesa de 1971, "no se puede combatir un régimen a partir de su propios conceptos y valores". Por ese motivo, la izquierda representativa sólo podrá representar, en el mejor de los casos, a una clase obrera que forma parte del entramado del capitalismo, de su modo específico de reparto de la riqueza. Su papel en la lucha de clases es de pura mistificación, de ocultación de los antagonismos detrás de los valores comunes del sistema presentados como valores "democráticos" o "valores de la República" con la voz engolada de proclamar grandes mentiras.

En el poderoso hexágono ha ganado las elecciones presidenciales por un pequeño margen de diferencia respecto del presidente saliente, François Hollande, un dirigente del Partido Socialista que se presentó con un programa de crítica moderada de las políticas de austeridad y anunciando su voluntad de modificar el pacto de estabilidad europeo. Lo que propone, en lugar de austeridad, es "crecimiento". Probablemente, Hollande no tardará mucho en dar marcha atrás respecto de sus promesas y regresar al "realismo" consistente en aceptar austeridad y recortes, tal vez en nombre del crecimiento. En Francia todavía existe margen para mentir con algo de éxito y también para recortar gasto público y salarios. Mientras exista ese margen seguirá siendo posible el guiñol de los dos candidatos de la derecha y de la izquierda con sus adláteres "populistas" de derecha y de izquierda que introducen entre Estado y mercado a un tercer personaje en la farsa: el pueblo. Ese pueblo que irrumpe como el otro del mercado en el discurso de izquierda de Mélenchon o el otro del Estado en el populismo semifascista de la hija de Le Pen. Como si el pueblo no fuera la unificación por el Estado y en él de los agentes dispersos del mercado. Los populismos no son tampoco una salida del laberinto de espejos de la política representativa en la cual, sencillamente no existe ningún espacio exterior, ningún más allá de la representación que no sea la mera criminalidad "terrorista" y aun esta es un exterior mistificado, un falso exterior enteramente designado por el poder y desde él. La lucha de clases no es representable, sólo lo son los espejos en que se refleja al infinito el falso antagonismo del Estado y del mercado, del pueblo de izquierda y del pueblo guardián de las esencias nacionales. Como en la última escena de la película "La dama de Shangai" de Orson Welles, los protagonistas disparan contra sus imágenes en un laberinto de espejos y disparando contra su propia imagen matan al otro. El capitalismo modificado en liberal vence al capitalismo modificado en socialista o viceversa. Mientras, se agita el coco fascista, que previamente se ha alimentado mediante una estudiada xenofobia de Estado para que las opciones mayoritarias, respetables y no "populistas" presenten las políticas más brutales como un "mal menor"... en comparación con lo que ocurriría si vencieran los fascistas. La existencia de un bloque fascista permite a los partidos del régimen ser ellos mismos fascistas acusando a los "populistas" de extrema derecha de serlo. Poli bueno y poli malo.

Grecia también ha conocido ayer unas elecciones, pero su desarrollo y su resultados han sido muy distintos de los de Francia. La prensa europea oficialista ha presentado los resultados de las elecciones griegas como un fuerte avance de la izquierda "radical" y un retroceso de los dos grandes protagonistas del bipartidismo helénico, los socialistas del Pasok y la derecha de Nea Dimokratia. Sin embargo, en Grecia ha ocurrido algo mucho más grave: se ha mostrado que, llegadoa a un cierto nivel, la representación democrática del capitalismo neoliberal resulta imposible. Los dos grandes partidos que defienden la austeridad y el pago de la deuda, Pasok y ND sólo cuentan con algo menos del 33% de los votos: el resto de las fuerzas representadas en el parlamento griego es, en cambio, radicalmente hostil a esta política que está arruinando el país y empobreciendo a las clases populares y a las capas medias. Esto no ha impedido al régimen hacer todo lo posible para que la ciudadanía griega no pudiera expresar su descontento: no sólo no fue posible consultar a la población sobre las medidas de austeridad en un referéndum (el mero intento de hacerlo le costó el puesto a Papandreu), sino que, para evitar la expresión de posiciones minoritarias, se establece en 3% de los votos el porcentaje mínimo para obtener diputados, lo cual supuso en estas últimas elecciones excluir de la representación al 19% de los electores, un porcentaje de sufragios superior al obtenido por Nea Dimokratia, el partido más votado. No sólo esto: la prima de mayoría para el partido más votado queda fijada en 50 escaños, de modo que Nea Dimokratia con 18,9% (sólo 2% más de votos que Syriza, la coalición de izquierda que obtuvo un 16,8%) obtiene, gracias a este generoso "regalo", 108 diputados frente a los 52 de Syriza. La combinación del mínimo de sufragios y la prima al partido mayoritario desfigura así grotescamente la correlación de las fuerzas políticas representadas en el parlamento. Este auténtico pucherazo legal destinado a garantizar la "gobernabilidad" estuvo a punto de tener éxito y de permitir un gobierno de "salvación nacional" formado por Nea Dimokratia y Pasok, los partidos minoritarios que representan la política de austeridad contra la que los votantes se expresaron de forma clara y nítida. Los resultados definitivos no han permitido esta solución, pues ni siquiera con este fraude electoral legal alcanzan los partidos del "mnimonio" (el memorándum de políticas de austeridad impuesto por la Comisión Europea, el BCE y el FMI) la mayoría absoluta. La austeridad se hace ingobernable democráticamente. Esa es la gran diferencia entre Grecia y Francia. En Grecia, con los resultados de ayer será casi imposible formar gobierno, pues, aunque Syriza ha obtenido un resultado excelente, le será imposible obtener ningún apoyo suficiente. El Partido Comunista, que ya se opuso a presentar listas unitarias con los "socialdemócratas" de Syriza por considerarlos demasiado "europeistas", tampoco aceptará ningún tipo de coalición postelectoral. Por otra parte, una extrema derecha caricatural pero terrible, Chrysi Avgi (Aurora Dorada) ha entrado en el parlamento con una política de denuncia a de las políticas migratorias, pero también de la "Junta" (nombre hispánico que se da en Grecia a la dictadura de los coroneles) del "mnimonio" (memorándum). La función de esta formación es de momento semejante a la de Marine Le Pen en Francia y a la de otras extremas derechas: permitir la radicalización neoliberal y xenófoba de los partidos mayoritarios que pueden presentar al fascismo como un "mal mayor", aunque sus milicias ya están actuando en las calles contra los inmigrantes...

Las elecciones que hubieran debido servir para dar legitimidad a la dominación del capital financiero a través de la austeridad y del pago de la deuda, no han logrado este objetivo en Grecia. La austeridad y la deuda son hoy irrepresentables, también lo es la resistencia de la multitud frente a estas políticas. Los espejos se han quebrado definitivamente aunque es posible que aún se juegue un poco con ese gran añico que constituye la extrema derecha. En los próximos días todo se puede precipitar: si no existe una mayoría para apoyar el plan de salvamento y las medidas de austeridad impuestas que lleva consigo, puede producirse rápidamente una suspensión de las transferencias financieras europeas y del FMI y una suspensión de pagos de Grecia. Es muy probable también que el país tenga que salir del euro, con las consiguientes repercusiones sobre los demás países frágiles (Portugal, España, Italia, Irlanda etc.) y sobre el conjunto de la zona.  Grecia se encuentra hoy en una situación que recuerda a la Alemania de los años 30. Las causas son semejantes: la Alemania de Weimar quedó arruinada por el pago de una brutal deuda de guerra impuesta por los vencedores de la primera guerra mundial. Keynes ya había avisado en la comisión de reparaciones de guerra de las consecuencias desastrosas de esta política. Ante la imposibilidad de una revolución debida entre otras cosas a la profunda división de las izquierdas y al sectarismo del Partido Comunista alemán, un pequeño, feo y resentido cabo gritón, tan ridículo como los dirigentes de Chrisí Avgi, acabó haciéndose con el poder. El resto de la historia es conocido.

En este momento, sólo una potente reacción a escala europea contra las políticas de austeridad puede evitar que vuelva la barbarie a nuestro continente. Es necesaria una Europa que sea un verdadero espacio de cooperación productiva para la multitud, un espacio de democracia y de libertad y no una mera agencia de cobro de la deuda financiera odiosa gestionada por una oligarquía y de gestión racista de la inmigración. No todos los países pueden permitirse el espectáculo de gran guiñol "republicano" que vive Francia; dentro de poco la propia Francia tampoco lo podrá.  Grecia nos muestra que la dominación social mediante la deuda no puede ya representarse democráticamente. Para preservar la democracia, es urgente acabar con una política económica que cada vez disimula menos su carácter de auténtica dominación política. Esto, sin embargo no puede hacerse en el marco de los Estados-nación: la nostalgia soberanista representada por el fascismo y en cierta medida por los "populismos" es hoy una trampa. Sólo a escala europea es posible solucionar unos problemas que hace tiempo que han dejado de plantearse a nivel nacional. Encerrándonos en "nuestros" Estados nos encontraremos con un mando capitalista cada vez más brutal y seremos más incapaces de hacerle frente. Otra construcción europea es necesaria y urgente. El 12M será a estos efectos mucho más decisivo que las elecciones del 6 de mayo.

sábado, 14 de abril de 2012

14 de abril: Gora Errepublika! Visca la República! Viva a República! ¡Viva la República!

La tricolor en el ayuntamiento de Donosti



Tal vez lo que más daño haya hecho al republicanismo español sea la confusión de la República con una forma de Estado. Inicialmente, el término república (res publica) hace directa alusión a lo que es común a todos los ciudadanos, a aquello que a todos pertenece y sobre cuya base pueden establecerse derechos particulares, incluida la propiedad privada (proclamada en Roma, no como un atributo del individuo, sino "ex jure Quiritum", conforme al derecho común de los ciudadanos). República significa la primacía de lo común sobre la propiedad: por ello mismo, la república es el gobierno de la multitud libre, no de los reyes ni de los ricos, no de los soberanos ni de los propietarios. Ha habido y hay, sin embargo, repúblicas cuya alma es monárquica: son las constituidas sobre la propiedad y cuya finalidad es la preservación de la propiedad y no la salvaguardia de lo común. Esas repúblicas nominales tienen caracter estatal pues se configuran como un conjunto de aparatos de dominación y de representación y no como un espacio libre de intervención política de la variopinta multitud de los ciudadanos. Son, como las monarquías, un tipo de gobierno que aspira a la trascendencia sobre la sociedad.

Una república es, sin embargo, otra cosa, un modo de gobierno que se confunde con la democracia y que no aspira por consiguiente a representar/sustituir a la multitud. La multitud es irrepresentable y sólo en ese paradójico sentido es "soberana". El conjunto de los propietarios, en cambio, puede acceder a la representación; mejor dicho, los propietarios -separados entre sí por su propiedad privada- sólo existen como conjunto, en tanto que representados. El soberano representa a los propietarios y los somete a un régimen de legalidad cerrado que permite la libertad del mercado y en el mercado y excluye cualquier libertad política, cualquier ejercicio del poder constituyente. Las repúblicas de los propietarios -en lo esencial regímenes absolutistas que también pueden tener forma monárquica- llaman estado de derecho a la prohibición del poder constituyente. Por ello mismo procuran con afán totalitario criminalizar todo intento de cambio sustancial del orden legal y toda actuación al margen de la ley que no sea la del propio soberano. Es lo que estamos viendo hoy en esa república de los propietarios monárquicamente encabezada que es el Reino de España cuando se intenta criminalizar como violenta la resistencia pacífica a la autoridad o reprimir cualquier disenso respecto del orden capitalista reconocido por las leyes y la constitución.

Una verdadera república reconoce esencialmente el disenso, porque no se basa ni se puede basar en ningún fantasma consensual: la república es régimen de la multitud, gobierno de lo común. La multitud en sí sólo puede ser plural: por ello los clásicos del republicanismo radical como Maquiavelo o Spinoza siempre afirmaron que la libertad no se basaba en la excelencia de la legislación, sino en la correlación de fuerzas entre soberano y multitud y entre los distintos sectores de la multitud. La república nunca puede olvidar su fundamento, que es el poder constituyente de la multitud. Un régimen republicano nunca puede ser -como pretenden serlo las repúblicas de los propietarios- la encarnación del Estado de derecho más allá de la cual sólo existen el crimen y el delito, la violencia ilegítima y el terrorismo, sino un sistema donde el derecho es flexible y admite siempre márgenes de realidad, márgenes de anomalía, de disenso y de desobediencia que son irregulables y con los que todo poder debe negociar.

La República española de 1931 no llegó a ser una república de los propietarios, sobre todo porque los principales representantes de las clases propietarias nunca la quisieron. La República fue traída por ĺas clases populares que ocuparon la puerta del Sol ochenta años antes del 15M y echaron a una monarquía corrupta que intentó sobrevivir en sus últimos años mediante un régimen dictatorial. Las clases populares fueron quienes en el 34 y el el 36 salvaron la República contra los esfuerzos sibversivos de los propietarios y, durante tres años, impidieron la victoria de Franco. Hoy, la República tiene que volver a ser un marco de libertad y de democracia, pero al mismo tiempo un régimen de la multitud y un gobierno de lo común. La República de la multitud no es una forma de Estado sino la forma misma de la autodeterminación de la multitud como comunidad abierta y no representable. Reivindicar hoy la República en el Estado español es impulsar un proceso constituyente que abra nuevas posibilidades de organización y de relación al conjunto de individuos y de pueblos que hoy se ven incluidos en éste Estado que decía Gil De Biedma dominado por "todos los demonios". Esto es lo que ha permitido que hoy, 14 de abril de 2012, en varios ayuntamientos de Euskal Herria y, en concreto, en el de Donostia, ondease la bandera tricolor, y que un importante sector del 15M participara en las manifestaciones en favor de la República por considerarlas el marco idóneo para la dura batalla por la defensa de las libertades que se avecina. 

viernes, 30 de marzo de 2012

29M: farolas encendidas a mediodía



La gente que tiene el mando suele creer que su poder se debe a su mérito propio y que puede, por consiguiente, manipular a los súbditos a su antojo. Bonito ejemplo de los efectos de esta singular crencia fue la decisión de algunos ayuntamiento dirigidos por el PP de mantener encendido el alumbrado urbano durante la jornada del 29 de marzo a fin de falsear los datos de reducción del consumo eléctrico y, por lo tanto, hacer creer que el seguimiento de la huelga general fue menor del que efectivamente fue. Son métodos totalitarios que recuerdan los de la Oceania de 1984. La idea subyacente a la utopía que en sí es todo totalitarismo -no existe ni puede existir un totalitarismo real- es que el poder es capaz no sólo de mentir, sino de construir la realidad. Esto es algo de sobra conocido en el funcionamiento habitual del racismo que crea enteramente a través de la discriminación, la segregación, la humillación y la violencia la "raza inferior" que se trata de poder exterminar. Así lo hizo Hitler con los judíos y Franco con los "rojos".

Ayer el poder fue capaz de intentar falsear los datos de consumo eléctrico y también de prohibir que un helicóptero de la prensa tomara fotografías aéreas de las manifestaciones en que culminó la huelga, para poder concluir con El País, diario "indepediente de la mañana" pero muy dependiente de los poderes financieros transfranquistas, que el seguimiento de la huelga fue "moderado". Esconden la realidad, mienten, pero no pueden crearla. La realidad es que una nueva correlación de fuerzas se está estableciendo gracias a la convergencia de los sectores tradicionales del trabajo (representados, aunque mal, por los sindicatos) y los nuevos sectores de trabajadores (precarios, inmateriales, cognitivos, afectivos etc.)que no están representados ni son representables y que han decidido por lo tanto estar ellos mismos presentes en la plaza pública con sus reivindicaciones. Ayer se produjeron fenómenos de hibridación entre los sindicatos y el 15M: se vio a sindicalistas maduros reproducir gestos y consignas de los jóvenes y también liberar a algún adolescente que cayó en manos de las mal llamadas "fuerzas de orden público". Ambos grupos sociales se mezclaban sin insistir demasiado en sus identidades. Esa hibridación, esa contaminación de las organizaciones sociales tradicionales por la cultura 15M -muy a pesar de las direcciones sindicales- ya se pudo percibir en la Marea Verde de la enseñanza madrileña y en otros movimientos recientes. Algo se está formando ante nuestros ojos, con un enorme potencial de resistencia y transformación. Si se consolida, el mando capitalista podrá encontrarse con un gravísimo problema. Tal vez por eso tenga que consolarse con ensueños totalitarios.

miércoles, 28 de marzo de 2012

29M: HUELGA GENERAL, HUELGA METROPOLITANA




BLOG EN HUELGA

El presente blog apoya la huelga general del día 29 de marzo e invita a todos sus lectores residentes en el Estado español a parar y participar en las movilizaciones sociales y políticas previstas para ese día por los sindicatos y por las asambleas populares del movimiento 15M. Invita a los que estén en otros países a participar en las manifestaciones de solidaridad con la huelga del 29M que están convocadas.

Sólo la resistencia es garantía contra la opresión. Es necesario hacer frente a la tiranía de los mercados y reconquistar frente a ellos un espacio para la democracia. Para ello es preciso oponerse a una reforma laboral cuyo objetivo declarado es liquidar el derecho laboral como forma específica de relación jurídica, pero también exigir que quede neutralizado el principal instrumento del despotismo financiero: la deuda tanto pública como privada. Por ese motivo apoyamos la triple A de la deuda: Auditoría, Anulación, Alternativas que proponen los compañeros del CADTM. Apoyamos también la esencial reivindicación de una renta básica independiente de toda actividad laboral en una sociedad que es incapaz de mantener la asociación entre renta y trabajo para los millones de parados y precarios y cuyo aparato económico necesita los servicios no retribuidos de un tejido social reproducido por todos: los activos como los no activos, los asalariados como los no salariados. Igualmente apoyamos el derecho a la vivienda a través de la exigencia de un parque de vivienda social asequible acorde con las necesidades reales.  La lucha por la defensa de los servicios públicos es también esencial: no se puede permitir que el Estado privatice unos bienes comunes que no le pertenecen, sino que son patrimonio de todos como la educación, la salud, el agua, los recursos naturales, el patrimonio cultural, la investigación etc.

Son todos estos motivos más que suficientes para hacer huelga mañana y para participar acitivamente en un nueva etapa del proceso político de recuperación de la democracia y de los bienes comunes iniciado el 15 de mayo de 2011. La huelga general no puede reducirse, so pena de fracaso para todos, a una huelga de los trabajadores sindicados o asalariados, debe ser una huelga de la vida que hoy se confunde con la producción y traducirse en una huelga de consumo que congele las transacciones mercantiles, en una ocupación del espacio público que lo convierta en un lugar para estar y no sólo para circular al ritmo de las mercancías. La huelga, para ser visible debe paralizar el corazón y las arterias de toda la metrópoli productiva, impidiendo la vampirización del trabajo vivo por el capital.

Hoy, cuando el capital financiero está sembrando nuestras sociedades de ruinas, es tan actual como en su momento la famosa declaración de Buenaventura Durruti en su entrevista con Van Passen para el Toronto Star:


"Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero –le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y luego agregó: -Ese mundo está creciendo en este instante." 





O las palabras tan cercanas de Walter Bejamin en sus tesis sobre la filosofía de la historia: 


"Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irrefrenablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso."




Ese ángel que algún día parará el progreso catastrófico de una historia de opresión que culmina en el capitalismo se esforzará mañana en el Estado español por parar parcialmente la catástrofe. Que la poesía revolucionaria de un militante y de un filósofo sirva de motivo de reflexión sobre la potencia y dignidad de los productores y de impulso a la acción en los "tiempos interesantes" que se nos vienen encima.

Ruiz Gallardón y la libertad de la mujer





"Was will das Weib?"
(¿Qué quiere la mujer?)
Sigmund Freud

Últimamente, el flamante ministro de justicia del PP, Alberto Ruiz Gallardón, ha venido afirmando en sucesivas declaraciones públicas que  "La libertad de maternidad es lo que a las mujeres les hace auténticamente mujeres", Con esta afirmación pretende Gallardón justificar una iniciativa legislativa tendente a modificar en sentido restrictivo las leyes que garantizan el derecho al aborto. En concreto, se trata de sustituir la ley del aborto hoy vigente, que autoriza la interrupción del embarazo dentro de determinados plazos dejando a la mujer la libertad de decidir, por otra legislación que se base en supuestos, sometiendo la opción de la mujer a condiciones establecidas por el legislador. Obviamente, la facultad de la mujer de interrumpir su embarazo cuando no desee llevarlo adelante quedaría cercenada por ese regreso a una legislación que pone a las mujeres bajo tutela médica o moral. 

El oportunismo del ministro resplandece en su argumentación, pues la limitación de un derecho legal se presenta como el desarrollo de otro derecho más importante y más real. El derecho al aborto se compara con el derecho a la maternidad de tal modo que el uno parece oponerse al otro. Como en todo sofisma, la argumentación de Gallardón mezcla elementos de verdad con una mentira que los desvirtúa. Es perfectamente cierto que el derecho a la maternidad y a la paternidad de muchos ciudadanos españoles está hoy fuertemente limitado por la imposición a las nuevas generaciones de la precariedad económica masiva, el desempleo, los bajos salarios y la imposibilidad efectiva de acceder a una vivienda. Estos elementos sitúan la tasa de fertilidad de la población española entre las más bajas de Europa. Las medidas de austeridad que está adoptando el gobierno del que forma parte el señor Gallardón no parece tampoco que vayan a corregir esta situación creada desde hace muchos años por distintos gobiernos tanto del PSOE como del PP. Tampoco parece que vayan a introducirse en España los subsidios por maternidad o los subsidios familiares existentes en los países europeos desarrollados y aún menos que el actual gobierno tenga entre sus planes introducir una renta básica que dé a los futuros padres y madres la establidad económica necesaria para tener hijos. En resumen, es cierto que el derecho a la maternidad, en el sentido de la capacidad material de acceder a ella se ve fortísimamente limitado en nuestro país en relación con otros países europeos vecinos. Afirma así Gallardón que ""mientras exista la más mínima posibilidad de que una mujer no pueda en plenitud ejercer su derecho a la maternidad, este Gobierno tendrá siempre la solidaridad, y no la actitud de silencio cómplice culpable que practica el Partido Socialista". En el contexto actual estas palabras sólo pueden interpretarse como una afirmación cínica, pues obviamente, el gobierno no está dispuesto a poner los medios necesarios para que los ciudadanos puedan tener hijos en condiciones de seguridad económica adecuadas, pero sí que está dispuesto a recortar gravemente la libertad de las mujeres a disponer de su propio cuerpo.

Lo que, sin embargo, es falso y propiamente sofístico en la argumentación del ministro es que el derecho a abortar sea contrario al derecho a la maternidad. Un derecho es una facultad que puede ejercerse o no ejercerse: un derecho que debe ejercerse obligatoriamente, deja de ser un derecho o una libertad y se convierte en una imposición. El derecho a abortar no niega, sino que da sentido al derecho a la maternidad, del mismo modo que el derecho a la libertad de expresión se ve confirmado y no negado por el derecho a mantener silencio o la libertad de circulación de las personas no implica que estas se conviertan obligatoriamente en nómadas. En la Rumanía de Ceausescu o en la España de Franco, el aborto estaba tajantemente prohibido, pues la principal función de la mujer era reproducir la especie, independientemente de su voluntad. Son de todos conocidas las espantosas historias de abortos ilegales realizados en condiciones pelgrosísimas para la salud de las mujeres y humillantes para su dignidad. La película rumana de Christian Mungiu Cuatro meses, tres semanas y dos días (2007) nos narra una de estas espantosas historias de opresión y humillación de las mujeres, pero también nos habla de la corrupción, las ilegalidades y los abusos que supone la prohibición de un derecho elemental. La limitación del derecho al aborto promovida por el ministro español de justicia nos hace regresar a estos universos totalitarios.

Un elemento fundamental de la argumentación del ministro es la idea de que existe una "naturaleza de la mujer", algo que "hace mujer a la mujer". Gallardón cita aquí, desviándola, una frase de Manuel Azaña quien decía muy kantianamente que "la libertad no es aquello que hace felices a los hombres, pero sí aquello que les hace libres". El presidente Azaña desligaba con esa frase la felicidad de la libertad, insistiendo en el hecho de que en una constitución republicana, el objetivo del gobierno no es garantizar la felicidad (imposible tarea) sino establecer un marco para la libertad. El fundamento de esa afirmación es que no pueden inferirse de las condiciones naturales y empíricas que pueden o no hacer al hombre feliz, los fines morales en los que se despliega la libertad. En otros términos, que el hombre no es sólo un ser natural, sino sobre todo un ser moral dotado de libertad. Ningún gobierno respetuoso de la primacía de la libertad puede basarse, según Kant o según Azaña, en un supuesto conocimiento de la esencia natural del hombre que permita determinar cuáles son los medios de su felicidad. El gobierno que lo pretendiera, afirma Kant, se convertiría en el más absoluto de los despotismos. Vale la pena citar aquí el bello pasaje de Kant que se encuentra en su texto “ Sobre el tópico: Esto puede ser  correcto  en teoría, pero no vale para la práctica”: 

Nadie puede obligarme a ser feliz a su manera (como se figure el bienestar de otros hombres), sino que cada uno puede buscar su felicidad por el camino que prefiera, siempre que no cause perjuicio alguno a la libertad de los demás para perseguir un fin semejante, la cual puede coexistir con la libertad todos según una posible ley universal (es decir, según el derecho del otro). Un gobierno que se estableciera según  el principio de benevolencia para con el pueblo, como un padre para con sus hijos, es decir, un gobierno paternalista (imperium paternale), en que los súbditos, como niños menores de edad, que no pueden distinguir lo que es útil o nocivo, se ven forzados a comportarse de manera meramente  pasiva,  para  aguardar  del juicio  del  jefe  del  Estado  el modo en que deban ser felices, y de su bondad el que éste también quiera que lo sean, tal gobierno es el mayor despotismo imaginable (una constitución que suprime toda libertad de  los súbditos, que carecen, por tanto, de derecho en absoluto)". 

Poco atento al auténtico contenido de la frase del presidente de la República, el ministro de la monarquía juancarlista afirma que existe una esencia de la mujer y que el gobierno debe atenerse a ella en su actuación. Esa esencia determina para la mujer una finalidad principal que hace que "la mujer sea mujer": tener hijos, parir. El respeto por parte del gobierno a la libertad de la mujer consiste en fijarle una esencia y un fin naturales, cuyo cumplimiento denomina Aristóteles "felicidad". En otros términos, como el déspota filantrópico kantiano, Gallardón pretende que las mujeres se vean obligadas a ser felices cumpliendo su supuesta función natural. Sabemos, sin embargo, desde Lucrecio y, más tarde, Spinoza que toda afirmación de una finalidad natural es proyección imaginaria de un deseo inconsciente. Ni las plantas que podemos comer están ahí para que las comamos, ni los dientes están en nuestra boca para que mastiquemos, ni, en general, salvo en un delirio teológico, el mundo ha sido creado con vistas a la felicidad del hombre, ni el hombre para la satisfacción de Dios. La mujer puede tener hijos del mismo modo que también puede masticar con sus dientes y ver con sus ojos, pero no han sido "creados" sus dientes para la masticación, ni sus ojos para la visión, ni su vientre para la reproducción. La especie humana es capaz de disociarse de unas supuestas finalidades naturales y de contemplar más allá del delirio teleológico su verdadera condición de seres sin lugar preciso ni finalidad en la naturaleza, de seres contingentes y, en ese preciso sentido, libres. El gobernante que ignore esta libertad y pretenda regir la sociedad conforme a una supuesta esencia natural de las distintas categorías de ciudadanos no sólo nos hace regresar a un delirio supersticioso, sino que nos somete al « mayor despotismo imaginable ».



sábado, 17 de marzo de 2012

29M: una huelga general contra zombis y vampiros


Dicen que hay convocada para el 29 de marzo una « huelga general ». Me permito dudarlo. Un huelga general es algo más que un simple movimiento de resistencia a una medida del gobierno como es la reforma laboral. La Huelga General fue para el movimiento obrero del siglo XIX y principios del XX un momento mítico de liberación. En la Huelga General no sólo se procuraba responder a la explotación y mejorar dentro del capitalismo el reparto de la riqueza, procurando obtener un precio mejor por la fuerza de trabajo en el mercado o mejorando algo las condiciones de existencia del trabajador. Estas mejoras son necesarias, pero no son ni pueden ser el objetivo de una huelga general. Una huelga general es siempre política: pretende mostrar que los trabajadores pueden y deben vivir y producir sin un patrón. Hacer una huelga general es empezar a tomar el mando de la sociedad: « conquistar la democracia », decían Marx y Engels en el Manifiesto.

La « huelga general » del 29 de marzo es, además, una huelga particular: tal como la plantean los sindicatos mayoritarios sólo puede afectar a una parte reducida de la población compuesta por los trabajadores con contrato estable. La mayoría de los trabajadores y la casi totalidad de los jóvenes trabajadores no pertenecen a esa categoría. Están muy lejos del mito obrerista del trabajador de fábrica con mono azul. La imagen del « señorito » que hace un trabajo intelectual opuesto al obrero industrial ya sólo sirve para legitimar la división de los trabajadores y la dominación de unas burocracias sindicales caducas y vendidas cuyos dirigentes merecerían un buen papel en alguna película de zombis. Hoy el trabajador viste de mono azul, pero también de otras mil maneras: puede vestir chaqueta y corbata (obligatorios), uniformes de empresa como los que trabajan en las hamburgueserías o en el reparto de pizzas, ropa informal como muchos informáticos, vestidos « sexy » para cazar hombres o mujeres como los trabajadores del sexo, uniformes blancos o de varios colores lisos como los enfermeros y enfermeras y otros trabajadores a la vez sanitarios y afectivos. Esta variedad de indumentarias es resultado de que hoy el trabajo y la vida coinciden. Ya no existe un lugar para el trabajo (la fábrica, la oficina) y otro para la vida: en todo momento, todos estamos produciendo la mayor de todas las riquezas, nuestra vida social, nuestra inteligencia y nuestro afecto. El capital nos vampiriza no sólo cuando trabajamos en el marco tradicional de la relación salarial, sino en todos los momentos de nuestras vidas. El parado, el jubilado, el niño, el anciano, el ama de casa, hasta el agonizante en su medicalizado lecho de muerte, trabajan y producen y son explotados uno por uno y colectivamente. El trabajo intelectual, inmaterial, ya no es una función de mando: es un elemento de todo trabajo, incluso del trabajo de fábrica cada vez más flexible y organizado por los propios obreros, que tienen que responder a la demanda del mercado directamente, mostrando constante disponibilidad, como si el trabajo fuera su preocupación más personal. La función de mando no la ejerce el trabajo intelectual, sino cada vez más y más brutalmente el capital financiero que, mediante la deuda pública y privada, parasita nuestras vidas. También ha tomado el mando un capitalismo « producitvo » que transforma nuestras vidas en « estilos de vida », en marcas que nos hacen « hombres o mujeres » « Pepsi », « Zara » o « Citroën ».

La huelga general, para serlo, debe aspirar a liberar nuestras vidas de este régimen de vampirización. Debe exigir y realizar la autonomización de la vida respecto del capital. La huelga empieza por negarse a consumir, por negarse a las conductas infames, tristes, solitarias e insolidarias que se esperan de nosotros: un buen comienzo de huelga general es saludar y sonreir al vecino, hablar a las personas que no conocemos, no comprar nada ni hacer circular dinero, reunirse en la plaza pública y ocuparla para hablar de las cosas de todos. Es preciso que la huelga incluya a todos los trabajadores y nos saque, al menos por un tiempo, de la condición de mercancía. También es vital que ese espacio y ese tiempo ganados al capital sirvan para determinar objetivos, mucho más allá de la justificadísima oposición a la reforma laboral. Frente a los chupasangres y vampiros del capitalismo neoliberal, nuestros ajos, crucifijos y estacas deben ser la exigencia de una renta básica independiente de cualquier prestación laboral asalariada, el rechazo a la deuda pública ilegítima cuyo pago nos impone el Estado en nombre de los bancos y los poderes financieros, la exigencia del derecho a la vivienda, el respeto de los bienes y servicios públicos que hoy secuestra el Estado para mejor privatizar lo que no es suyo sino de todos.

Si nos la tomamos en serio, la huelga general no puede acabar el 29M. Ese día puede ser un hito en un largo proceso de liberación política y social cuyo comienzo situamos simbólicamente en el 15 de mayo de 2011 y que no tiene fin, pues la conquista de la democracia es una tarea permanente. No olvidemos durante todo ese tiempo tener siempre a mano ajos y estacas.