Este texto comenta el publicado en Rebelión por Daniel Iraberri y Luis Alegre Zahonero bajo el título El derecho y el pecado original.
Es útil completar su lectura con algunas precisiones metodológicas que aportamos en el artículo Polémica terminable e interminable también publicado en Rebelión.
1. Empezamos
mal con lo del pecado original: la línea del pesimismo antropológico
que va de San Agustín a Carl Schmitt, pasando por Hobbes. Empezamos
mal. Sigo leyendo. Mala manera de desactivar el bucle añadir una
página más a la polémica: lo que quieren es guerra y no saben cómo
decirlo.
2. No
sé por qué se atribuyen la exclusiva del republicanismo, la
Ilustración y hasta el kantismo, considerándolos como radicalmente
opuestos al spinozismo. El spinozismo es abiertamente republicano,
radicalmente ilustrado y hasta moderadamente kantiano en algunos
aspectos importantes.
No
creo que el spinozismo no sea filocristiano e incluso piadoso, pero
su interpretación del cristianismo nada tiene que ver con el
fariseismo moral y bastante con el mensaje de Cristo que, no lo
olvidemos, para Spinoza no era un profeta, sino un filósofo, pues lo
que afirmaba tenía valor de verdad universal (como las verdades del
entendimiento) y no se ajustaba tan solo a la imaginación de un
pueblo concreto. Sobre el carácter burgués de las ideas de nuestros
interlocutores, ellos mismos sabrán. La ideas no son en sí
burguesas, aristocráticas ni proletarias, son verdaderas o falsas yn
desde el punto de vista ético y práctico, correctas o incorrectas,
según potencien o despotencien a los individuos.
Nosotros
jamás hemos afirmado que "Estado y Derecho sean simplemente la
respuesta burguesa a la lucha de clases en el interior del
capitalismo" ni que"sean meros momentos del despliegue de
la lucha de clases". Estado y derecho no responden a una
lucha de clases preexistente, sino que -en una sociedad de
clases- funcionan como elementos de la unificación de clase de la
clase dominante en su lucha contra los dominados. Tampoco son
momentos del despliegue de la lucha de clases sino una de sus
expresiones necesarias, uno de sus modos de existencia propios. La
idea de "despliegue" implica una esencia no desplegada
anterior a su autodesarrollo: no creo que pueda hablarse de esto a
propósito de la relación entre Estado, derecho y lucha de clases.
3. Nadie
-aún menos un althusseriano y un spinozista- considera que "todo
está conectado con todo". La dinámica de las distintas
instancias del todo social no se rige por una lógica expresiva: no
expresa una esencia única que se refleja en cada uno de los niveles
como un espíritu de época (Zeitgeist). Si hay una corriente del
marxismo y del materialismo a la que no se puede reprochar esto es al
althusserianismo, pues para él las distintas instancias tienen
temporalidades propias y dinámicas propias que pueden o no
coincidir. Si las distintas instancias forman un todo es porque todas
ellas están determinadas en última instancia por la producción de
la vida material, aunque esta misma, al igual que cada una de las
otras, solo existe como sobredeterminada por todas las demás. No hay
una esencia pura de lo económico que se exprese en el conjunto de
las instancias de manera simultánea, no hay un carácter económico
de una época de la producción que destiña automáticamente sobre
el resto de las instancias del todo social. Así, el Estado
capitalista puede incluir según las formaciones sociales numerosos
rasgos de formas políticas anteriores, como el Estado absolutista y
el feudal. No todo está conectado con todo, ni la realidad de una
formación social capitalista concreta puede ser la mera expresión
de las relaciones de producción capitalistas. De hecho, las
relaciones de producción capitalistas solo existen como
sobredeterminadas por los demás elementos, por las demás instancias
de la vida social: de ahí la existencia de numerosos capitalismos
históricos cuyas diferencias no son despreciables. No es lo mismo el
modelo renano que el tejano, no es lo mismo el modelo japonés que el
británico, el italiano o el francés.
4. Afirman
los autores del texto que: "hay un respecto de todo Estado
capitalista en el que sus funciones y cometidos sólo se pueden
explicar por lo que tiene de Estado, y no por lo que tiene de
capitalista.". Esto es considerar que el Estado como tal es una
realidad transhistórica, que existe el Estado en tanto que Estado,
el Estado arquetipo. El Estado para una concepción materialista
agota su esencia -como cualquier otro objeto para el materialismo- en
sus condiciones concretas de existencia y en sus efectos. Una esencia
se determina exclusivamente por su causa y sus efectos. Existen así
formaciones sociales sin Estado y formaciones sociales con Estado.
Los Tupi-Nambikwara o los Hopi no tienen de eso, los griegos y los
romanos antiguos tampoco. No toda sociedad de clases produce una
forma Estado. Solo hay Estado propiamente dicho en aquella -la
capitalista- que separa estrictamente la extracción de plusvalía y
la explotación del ejercicio del poder político. Allí donde la
dominación de clase se afirma abiertamente como en Grecia o en Roma,
no existe separación efectiva entre sociedad civil y Estado. Así,
la democracia griega o la república romana pudieron siempre decidir
libremente sobre cuestiones que hoy consideramos propias de la esfera
económica. Si hoy, sin embargo, llamamos Estado a este tipo de
gobiernos es por una asimilación retrospectiva del Estado
capitalista moderno a las formas políticas anteriores, análoga a la
deshistorización de las categorías económicas del capitalismo que
la economía política proyecta desde el presente capitalista sobre
el pasado y el futuro de la humanidad.
Sigue
la lectura: por lo visto el problema que vienen a resolver el Derecho
y el Estado es el Hombre, el hecho de que, sin ellos, el animal
humano es una bestia peligrosa. Desde luego, no sé qué han leído
estos jóvenes de Spinoza para decir que el spinozismo niega esta
posibilidad. Spinoza es el primero que dice que "la multitud es
terrible cuando no tiene miedo" y que el temor y la esperanza
son los elementos mismos de la política. No se puede gobernar a los
hombres por la razón, puesto que todos están atravesados por las
pasiones. Solo afectos poderosos pueden hacer que obedezcan una ley
común y no los hay más poderosos que el temor y la esperanza. Lo
único que dice Spinoza es que la regla de vida común a la que se
obedece por temor (o esperanza) puede también seguirse por
convicción racional cuando se comprende su verdadera utilidad y que
hay, por consiguiente, en la comunidad política (civitas) y solo
dentro de ella para un despliegue de la ilustración y un aumento de
la libertad de todos y de cada uno. La finalidad de la comunidad
política -dice Spinoza- es la libertad y no la mera doma de la
bestia humana, la mera victoria sobre el Mal encarnado en el pecado
original que todo el pensamiento reaccionario considera el fundamento
mismo de la política.
Por
lo demás, para el spinozismo no existe el pecado original, no
existen ni el bien ni el mal: lo que existen son las pasiones
humanas, algo tan natural como la lluvia, las nubes o los terremotos.
Las pasiones no son ninguna anomalía que haya que corregir sino el
elemento mismo de la vida humana con el que toda política ha de
contar. Las pasiones no son todas negativas o tristes: existen
pasiones que aumentan nuestra capacidad de obrar y son alegres, pero
otras le disminuyen y son tristes. Un orden político se funda sobre
pasiones alegres y tristes: sobre el amor y la generosidad, pero
también sobre el miedo, la esperanza, el arrepentimiento, etc.
6. Ningún
spinozista que haya leído a Spinoza es tan ingenuo para pensar que
la inmediatez de la multitud permita que se articule su propia
potencia. Naturalmente solo un orden institucional, la ley de una
comunidad política, permite unir las diversas potencias individuales
en una potencia colectiva que permita a todos y cada uno tener mayor
libertad que en un hipotético estado de naturaleza. Si el fin de la
comunidad política es la libertad, inversamente, solo hay libertad
en la comunidad política donde "rige una ley común". El
spinozismo es un republicanismo que se sitúa explícitamente en la
tradición maquiaveliana, una filosofía que admite como base de la
libertad la permanente resistencia de la multitud al soberano y como
base de la soberanía la capacidad efectiva del soberano de hacer
obedecer a la multitud. Nada más y nada menos que esto, pero todo
esto supone la existencia y la reproducción en el tiempo de una
comunidad política cuyo cimiento es una ley común, una obediencia
común, que no solo no es incompatible con la libertad, sino que es
su condición inexcusable. Una lectura aún superficial del Tratado
teológico-político y del Tratado político de Spinoza convencerá a
cualquier lector de que Spinoza no es ningún enemigo de las
instituciones políticas, sino, como Maquiavelo un gran partidario de
las instituciones de la libertad, de las instituciones verdaderamente
republicanas.
7. El
problema para el spinozismo no es el Estado en general y mucho menos
lo es para los spinozistas que nos consideramos marxistas y para
quienes "el Estado en general" es una abstracción . El
Estado es la forma separada que adopta el mando político en el
sistema capitalista. Solo el capitalismo, para quien explotación y
dominación política no coinciden, ha conocido esta separación de
esferas en la vida social entre sociedad civil, esfera económica,
derecho, Estado etc. El Estado no es nunca el Estado en general sino
muy exactamente el Estado capitalista. La confusión entre política
y Estado impide ver que la República no es el Estado. Spinoza y
Maquiavelo pueden defender la República sin hacerse la más mínima
ilusión sobre la supuesta trascendencia y neutralidad de las
instituciones políticas. La política materialista funda el mando en
la ciudad en las correlaciones de fuerzas y las instituciones en la
perpetuación de estas sin necesidad de concebir una esfera
trascendente del derecho o del Estado ni ningún tipo de garantía
trascendental del orden institucional.
8. Es
curioso que los autores se sigan permitiendo hablar de conceptos tan
perfectamente definidos en la teoría de los afectos spinozista desde
el libro III de la Ética como la alegría y la tristeza como si
designaran meros estados subjetivos? Alarma que no se tomen la
molestia estos profesionales de la filosofía de mirar por dentro un
texto clásico de la filosofía. Si lo hicieran descubrirían que de
lo que se trata cuando Spinoza habla de alegría y de tristeza es de
un aumento o una disminución de la potencia, esto es de la capacidad
de obrar, de la capacidad de producir efectos, o si se quiere del
grado de libertad de un individuo. Naturalmente que una república
democrática es el marco en que puede conseguirse mayor libertad para
todos. No todos los regímenes son iguales: hay negras tiranías
donde reinan la impotencia y la tristeza y regímenes políticos
donde la libertad, la capacidad de obrar de los individuos se
despliega en diversos grados. Sí que hay un criterio propiamente
ético y político que permite distinguir los distintos tipos de
régimen político. Lo que pasa es que aquel en que el mando se
presenta a sí mismo como absoluto, trascendente y omnipotente y
excluye la posibilidad de que los ciudadanos resistan de ninguna
manera a sus órdenes como hace el Estado capitalista desde sus
orígenes absolutistas hasta sus avatares liberales y neoliberales,
es uno de los regímenes menos libres, pues se basa en la desposesión
casi total de la ciudadanía efectiva a través de los mecanismos de
la representación/sustitución. Ciertamente, existen formas de
representación no sustitutivas basadas en el mandato obligatorio
otorgado por el representado al representante, pero no existen en el
Estado capitalista que, desde el Leviatán de Hobbes a los modernos
Estados de derecho, conoce casi exclusivamente el mandato libre. Un
Estado así es una representación imaginaria de la comunidad
política basada en la tristeza, en la idea de que la propia
comunidad no es capaz de existir sino bajo un mando que se presenta
como exterior.
9. En
cuanto a los derrotados y su legitimidad, no creo que el spinozismo
carezca de criterios para defender una causa justa derrotada. El
valor de un régimen político consiste en la capacidad de sus
instituciones de reforzar la comunidad política y sus instancias de
gobierno y de mando gracias a la potenciación de los individuos que
la integran. Existen buenas instituciones, pero todas las
instituciones, buenas o malas como toda realidad finita, acaban por
perecer, sencillamente porque se encuentran en algún momentos de sus
existencia con una realidad exterior mùas potente con la que no se
pueden integrar y que las destruye. No hay justicia ni injusticia,
sino correlaciones de fuerzas, pero Spinoza no es por ello como
Gorgias un defensor de la ley del más fuerte, de la legitimidad de
los vencedores, pues en general no defiende ningún tipo de
legitimidad. No existe ninguna garantía de existir ni ningún
derecho a existir que no se base en la propia potencia en la
capacidad de un cuerpo individual o colectivo de perseverar en la
existencia.
No
solo existe un mero después: existe una tradición de la libertad,
una auténtica tradición republicana en la que Spinoza se inscribe
claramente, aun en tiempos en los que lo que triunfa es el
absolutismo.
A
derechos iguales decide la fuerza no es una proposición spinozista.
Para Spinoza, cada uno tiene tanto derecho como potencia, esto es, el
derecho de cada uno se extiende tanto como su capacidad de hacer. No
hay así "derechos iguales" como si el derecho fuese un
título abstracto y no mera expresión de la potencia efectiva. Por
ello mismo, la idea de Montesquieu de que hay que dar fuerza a la
razón sería absurda para Spinoza. La razón es en sí misma fuerza,
puesto que quien tiene un conocimiento racional conoce y actúa por
su propia potencia y tiene un derecho mayor que otros. Lo que pasa es
que, por muy grande que sea la razón, no deja de pertenecer a una
realidad humana finita que puede perecer a manos de fuerzas mayores e
incluso puede perder la razón.
Enteramente
de acuerdo de nuevo en que el débil tiene que poder defenderse del fuerte en
condiciones de igualdad ante un tribunal. Lo que pasa es
que en un Estado, esto depende estrictamente del equilibrio de
fuerzas exterior a las instituciones y no a la virtud propia de
las instituciones. Si los tribunales no dan hoy la razón a los
obreros y tienden a fallar a favor de los capitalistas, ello depende
en gran medida de la degradación de la correlación de fuerzas. El
Estado como esfera política y jurídica separada no garantiza ni los
derechos ni la tutela de los bienes comunes. En una correlación de
fuerzas particularmente desfavorable a los trabajadores como la
actual, se hace patente sin tapujos su naturaleza de instrumento de
una dictadura de clase. Un Estado se basa en la propiedad y en su
defensa y por ello mismo debe ser una realidad que se presenta como
separada del cuerpo social, pues finge unificar a los propietarios
individuales a través del derecho. Solo una república digna de ese
nombre, una res publica una common-wealth y no la república de los
propietarios que se denomina Estado puede garantizar la igualdad y la
libertad, pues estos no son resultados parciales y perecederos de una
correlación de fueras, sino sus auténticos principios
constitucionales. Libertad e igualdad no se basan en un derecho
abstracto, en un deber ser, sino en el ser efectivo que se despliega
sobre lo común y se expresa en la cooperación.
10. Sigo:
"es imposible civilizar la Historia sin policía".
Proposición que no quiere decir gran cosa. Respondería
parafraseando al Marx de la tercera tesis sobre Feuerbach: "quién
hace policía sobre los policías?". La confianza en la
institución policial es propia de quien no ha pisado en su vida
una comisaría. Quien sí lo haya hecho sabe que esa institución es
perfectamente incompatible con la libertad y la dignidad de los
ciudadanos. Si, además se les atribuye a los policías la tarea de
educadores universales...de la Historia, buena historia es la que nos
espera. Quien fie libertad y civilización a una instancia separada
no las obtendrá de ninguna de las maneras: libertad política y
civilización requieren equilibrios de fuerzas, contrapesos,
capacidad de resistencia de los individuos y la multitud, no policía.
11. Por
ir concluyendo. Gracias, mil gracias por no considerarnos fascistas.
La generosidad de los autores de este texto no tiene límites. Aunque
a cambio de considerarnos fascistas nos consideren "religiosos",
pues "la presunta “democracia radical de la multitud”
no puede ser sino una “religión radical de la multitud (y de los
comunes, fundada sobre las pasiones más alegres)”. Lo que nuestros
interlocutores obsesionados por la necesidad de la trascendencia se
niega a aceptar es la posibilidad de que una multitud se unifique más
acá de la individuación de sus miembros en lo común de la
cooperación en ese conjunto de relaciones sociales que constituye la
única esencia humana según Marx. Para ellos existe el hombre, el
Mal, el pecado original: por eso proclaman junto a De Maistre y
Bonald o del gran teórico de la soberanía y la representación que
es Carl Schmitt, junto también a "nuestro" Donoso Cortés
que "toda política se basa en el pecado original". Desde
posiciones así llaman a otros religiosos. Nosotros respetamos la
religiosidad, el materialismo radical de los teólogos de la
liberación, pero no el oscurantismo de la trascendencia y de la
culpa. Si consideran que con estas posturas tienen alguna cercanía a
los católicos, tienen un papa de retraso, quizá incluso algunos
más.
12. Nadie
apela a la "unidad inmediata de la multitud" ni niega la
necesidad de una unidad política de esta, ni siquiera la necesidad
de que esta recurra a la representación y al imaginario de la
trascendencia del mando para que la unidad política se constituya.
Lo que afirmamos es que toda multitud es siempre ya política, que
siempre está organizada como comunidad política y que dentro de
esta politicidad siempre ya existente se operan las distintas
variaciones constitucionales, los distintos cambios que un cuerpo
político puede experimentar por su evolución interna o en respuesta
a factores externos. Si consideráis que la única posibilidad de
gobernar una sociedad humana es la doma, la policía, la violencia de
los que saben y poseen la razón sobre los que no saben y sucumben al
pecado original y necesitan Grandes Inquisidores para vivir en
comunidad, no entiendo cómo podéis pretender la más mínima
relación con el comunismo, la democracia, la Ilustración...
13. Coda. Para
terminar, ya que parece que tenéis afición a la terminología de
los derechos humanos y a hablar en nombre de la Humanidad, una
pequeña cita de Carl Schmitt: "quien dice Humanidad, quiere
engañar".